20. Sasha, parte 3.

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Empezaba a caer el atardecer, el filo rojo pintaba el cielo y pronto la obscuridad empezaría a reinar. Las quintillizas se encontraban en la sala en vivida conversación, ya no se había mencionado nada acerca del insidente que Adriana había tenido hace un par de días. Aunque al final la romántica de Hilda saco el tema a relusir.

-Adriana, dime ¿Quien es aquel muchacho con el que te encontraste?-

-Su nombre es Evan...- Dijo Adriana tartamudeando.

-Evan... ajá ¿Qué más?- Preguntó Serena.

-En realidad no hablamos mucho... solo...-

-Pero ayer lo has vuelto a ver ¿no?- Dijo Samantha.

Abisúa sólo se quedo callada, atenta a escuchar cada palabra que cruzaban sus hermanas pues cualquier detalle sobre el tal Evan, podía ser la diferencia.

-Si... bueno, solo... él... se ofreció a ayudarnos a reparar el tejado.- Dijo Adriana apenada.

-¿¡Qué!?- Gritó Abisúa claramente molesta. -Le has dicho donde vivimos.-

-Vamos Abby, no es ningún secreto. Todo el pueblo sabe que estamos aquí.- Dijo Serena, en total calma.

-No entienden, puede ser un peligro el que...- El sonido de un gran metal arradtrarse por el bosque no dejó que Abisúa completara la frase.

Todas las hermanas se quedaron calladas  nadie dijo palabra simplemente se mantuvieron en silencio la una junto a la otra hasta que Abisúa se levanto y dirijio sus pies hasta la ventana. A lo lejos lo que parecía ser todo el pueblo venía armado de hachas, antorchas, lanzas y cualquier tipo de arma, en el sentido de la palabra o simplemente algo improvisado y no había duda, venían por ellas.

-Abisúa... ¿Qué hacemos ahora?- Preguntó Samantha horrorizada.

La mayor de las cinco solo le hizo una seña para gaurdara silencio, miró a sus hermanas preocupada y se dirigió a la parte trasera de su hogar, las demás la siguieron sin oponerse al liderazgo de su hermana. Antes de salir por la puerta que daba directo al bosque todas tomaron sus capas negras y se las vistieron.

Las cinco unieros sus manos y su paso estaba perfectamente alineado, la noche ya se alzaba en el cielo y todo parecía estar bien. Desde el bosque en la profundidad de la niebla Evan salió encontrándose con las quintillizas.

-Adriana, las he encontrado.-  Evan avanzó entre la obscuridad buscando con sus brazos el cuerpo de Adriana. Ella se aferro a él en un abrazo hundiendo su cabeza entre su pecho.

-Evan ¿Qué esta pasando?- Preguntó la chica con lágrimas a punto de desbordarse de sus ojos. Abisúa miraba aquella escena con el corazón frío, no confiaba en Evan y tenía sus razones.

-Adriana. Vámonos, ya.- Dijo Abisúa interrumpiendo a su hermana.

-Chicas, dejenme ayudarlas. Por favor.- Dijo Evan mirando los ojos cristalinos de cada una de las chicas. Todas voltearon a ver a Abisúa y está se negó. -Por favor. Adriana, puedo ayudarlas, dame una oportunidad tu confías es mi ¿no?-

Abisúa se le adelanto a la respuesta, tomando a su hermana alejándola de Evan.

-No, siempre nos las hemos arreglado solas. No necesitamos ayuda.-  Abisúa buscó apoyo en los rostros de sus hermanas, pero estás solo miraron el suelo con sus ojos llenos de lágrimas.

-Abisúa.- La llamo Evan.- Puedo ayudarlas, en verdad. Adriana, tú vendrás conmigo ¿cierto?-

Adriana se soltó del agarre firme de su hermana y tomo la mano de Evan. Volteo a ver a sus hermanas mientras dos lágrimas escapaban de sus ojos y su corazón se quebraba con cada palpitar.

-Vamos, estaremos bien con él.-

Una a una tomaron la mano de Adriana, empezando por Samantha, Hilda, Serena y al final, solo quedo Abisúa, quien no muy convencida pero todo por seguir unida a sus hermanas, se fue con ellos.

-Por aquí. - Decía Evan guiándolas por el bosque, al final llegaron a un claro rodeado de arbustos donde cerca se escuchaba el tranquilo paso del agua del lago.

-Vamos, escondanse aquí. Las cinco.- Evan abrió un espacio entre los arbustos permitiendo a las chicas ingresar en el escondite. Todas entraron sin protestar, ni siquiera Abisúa replico, simplemente entró mirando fijamente a Evan.

Solo quedo obscuridad entre las hermanas, un profundo sentimiento de vacío e ignorancia sobre lo que estaba a punto de pasarles. Todas y cada una se reunieron en el helado suelo de tierra, sus capas negras estaban rasgadas por el recorrido en el bosque y su piel de porcelana manchada de tierra y raspones de su travesía.

En medio del silencio y la incertidumbre las chicas sintieron como el suelo debajo de ellas se movía avanzando lentamente hacia el frente. Los arbustos y el follaje empezaron a caer pertimitiendo ver a través de la luz de luna y antorchas que se encontraban en una jaula de barrotes gruesos y negros.

Rodeadas de los campesinos furiosos guiados por, Evan. Se dirigían hacia el muelle en el lago, dónde las altas cabezas del pueblo colocaban cadenas y grilletes listos para aprezar a las muchachas.

-¡Evan!- Gritó Adriana al ver a su amado. -¡Evan, confíe en ti! ¡TE AMABA!- Gritó la chica desgarrando su garganta en llanto.

Las hermanas de Adriana la tomaron en brazos para consolarla y fue cuando Abisúa vio a su hermana hecha pedazos, se levanto y gritó dirigiendose a la turba.

-¡Escuchen! ¡Aquellos que esta noche manchen sus manos con la muerte de los inocentes, pesará para la eternidad su castigo!- Abisúa dijo esto más que nada para convencerse a si misma de que, si aquellas personas les hacían daño su destino sería peor que el que pudieran recibir aquella noche y se reunió con sus hermanas.

Llegaron al muelle y las ataron las unas con las otras con cadenas y grilletes, totalmente inmóviles y pesadas. Y así, sin un jucio justo, sin más; las arrojaron al fondo del lago. Mientras se undian y el agua llenaba sus pulmones cada una soltó una lágrima y finalmente murieron.

Pasaron cinco noches, antes de que el bosque las encontrará y cuando lo hizo sus cuerpos estaban decadentes, tomó a las cinco y las unió como una sola, S por Samantha y de ella tendría su inocencia, A por Abisúa y de ella tendría su fuerza y coraje, S por Serena y de ella tendría su curiosidad, H por Hilda y de ella tendría su corazón, finalmente A por Adriana y de ella tendría el amor para entregar al ser que lo mereciera.

Y así salio del agua Sasha, una chica hermosa, de piel pálida, cabellos verdes como el agua de mar y ojos llenos de lágrimas de dolor y sangre, sin memoria solo le sería fiel a lo justo y al amor que ella entregase.

Little DollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora