Franco
A las cinco y media tengo preparada la merienda de los señoritos, Nora y Nico han llegado hace media hora del colegio y mientras preparo la merienda, Nora le cuenta a su madre que tal ha ido su día y claro, no pueden pretender que no ponga la oreja si hablan a mi lado, a Nora se la ve una chica tímida, pero con carácter, vaya si tiene carácter, sobre todo lo saca conmigo, en fin, ahora estoy poniendo la mesa y cuando termino, toco la campana de la cocina para avisar de que la merienda está lista. Sí, son tan finolis que hasta una campaña tienen, no puedo llamarles con un grito, no, tengo que tocar la puta campana. Cuando ya están todos, traigo la bandeja con la merienda y la sirvo.
—Marco, este café está muy fuerte, te dije que a mí me gusta el café con mucho azúcar— ya está el pesado este tocándome los huevos, si no te gusta como hago el café te lo haces tú, capullo, obviamente no lo digo en alto, si no que me trago mis palabras y encima me disculpo.
—Perdón, le traeré otro—mientras me voy, Nora les vuelve a contar por décimo tercera vez su primer día.
—He hecho un amigo y me ha presentado a sus amigos, pero había dos que me han atacado un poco, pero bueno, yo no me voy a meter con nadie, así que voy a pasar de ellas y ya está—dice y pongo los ojos en blanco, o no habla nada o no se calla, aunque he de decir que me hace gracia como lo cuenta, sé la ve entusiasmada y teniendo en cuenta lo triste que ha estado estos días...
—Me parece muy bien hija, no queremos quedar mal ante el director, que ya bastante favor nos ha hecho—dice su madre, otra que también es una estirada de narices, pero bueno.
Cuando ya terminan, se van cada uno a su habitación y cuando yo termino de recoger también, ahora tengo un descanso de dos horas hasta que me toque empezar con la cena y lo voy a aprovechar durmiendo, porque a mí lo de madrugar me mata y necesito una siesta.
De repente un llanto me despierta de la siesta, ni dormir se puede DIOSSS, me parece que viene del cuarto de Nora, básicamente porque es una voz femenina, y aunque esta chica me haya tratado fatal desde el primer momento, soy demasiado empático, así que decido ir a ver qué le pasa y ver si necesita algo, yo he podido hacer muchas cosas malas en mi vida, pero es ver a una persona llorar o triste y se me parte el alma. Cuando me acerco a la puerta y voy a llamar, justo se abre, mierda, ya es la segunda vez que me pasa, a ver si se va a pensar cosas que no son.
—¿Qué haces? —joder es que ni triste deja de ser borde, eso sí, no puedo evitar fijarme en sus ojos, los tiene súper bonitos ahora mismo, es como que el verde al haber llorado se le ha puesto de un color intenso que te deja sin habla.
—Te he escuchado llorar y he venido a ver si necesitabas algo—digo un poco cortado.
—Ya es la segunda vez que te veo parado en mi puerta, espero que no me estés acosando—lo que me faltaba, está tía está loca.
—No quiero herir tu ego, pero no eres mi tipo, así que tranquila que no te quiero acosar— me lanza una mirada asesina y cierra la puerta, a pesar de que iba a salir de su habitación. Como no quiero dejar esta conversación así, entro.
—Oye, ya me estás empezando a cabrear—digo con el ceño fruncido y acercándome a ella que estaba por irse al baño.
—¿Por? —encima tiene los huevos de preguntar por qué.
—Porque desde que has llegado a esta casa, no has hecho otra cosa que tratarme fatal, y creo que merezco un respeto—digo siguiéndole hasta dentro del baño y cerrando la puerta a mi paso.
—Un ladrón como tú no merece mi respeto—dice girándose hacia mí. Yo siento una puñalada al escucharla llamándome ladrón.
—Ni si quiera te has dignado a preguntarme porqué lo hice—no es que me apetezca contárselo, pero a lo mejor si se pusiera en mi lugar dejaría de tratarme como escoria.
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Lo Último que se Pierde es la Esperanza
RomanceLo último que se esperaba ella era acabar en otra ciudad, viviendo con un criminal. Empezó odiándole y poco a poco fue convirtiendo ese odio en amor, el solo quería su libertad pero nunca se le pasó por la cabeza enamorarse de la hija del tipo que a...