18 "Anécdotas graciosas"

439 23 3
                                    

Nora

Paso largo, paso largo, paso corto y vuelta a empezar, voy caminado por el campito de al lado de casa al ritmo de la música, voy a ir a la peluquería a hacerme las uñas, ya las tengo bastante mal, llevo sin ir a hacérmelas dos meses y algo, estoy dudando entre rosa o azul, cuando llegue allí veo cuál ponerme.

Este paseo me está sirviendo como reflexionador, no sé si esa palabra existe, pero me da igual, necesito aclarar mis ideas sobre Franco, ¿cómo es posible que un chico que se supone q odiaba, me haya hecho olvidarme de mi ex en tan poco tiempo?

Es increíble como ya no siento nada por Nacho, ósea, sigo teniendo esa atracción, pero en lo personal me he dado cuenta de que no pegábamos ni con cola, él no entendía mis tendencias de control y yo no entendía su carácter tan posesivo, así que dejarme fue lo mejor que pudo hacer.

Además, que yo creo que también me he dado cuenta de que nunca he estado tan enamorada como creía, si lo hubiese estado, no estaría ahora con Franco, pero Nacho me tenía como embrujada, menos mal que ya no estoy con él.

Mientras, también tengo que pensar en Franco, ¿y sí es el mi asesino? En el más fondo de mi ser, sé que él no es, es imposible, pero por mucho que me deje llevar por mi instinto la duda sigue ahí.

Estos días he estado un poco a mi bola, hemos hablado y nos estamos empezando a conocer, pero no nos hemos liado ni nada, le pedí un poco de espacio en ese sentido y me lo ha respetado, otra cosa por la que sé que es inocente, es demasiado bueno.

Igualmente, me encantaría saber por qué le arrestó papá, cuando le conocí me lo quería contar, pero no sé por qué ahora no y a mí me da cosa preguntárselo, no quiero ser chismosa.

De repente escucho un ruido y me giro, no veo a nadie supongo que habrá sido la música, a veces me pasa que estoy con los cascos y creo haber escuchado algo, pero es solo mí imaginación.

Es raro porque hoy es viernes y son las seis de la tarde, es la hora punta y no hay nadie en el camino, se supone que la gente sale del trabajo, queda con los amigos... En cambio ahora mismo está esto desolado, da un poco de miedo, encima que donde vivimos es centro, no es el centro total, pero estamos a pocas paradas de él, así que no entiendo nada.

Siento mal cuerpo, no sé por qué, pero noto una tensión en el ambiente que me pone la piel de gallina.

Me quito un casco por si acaso y empiezo a andar más rápido, ahora me he asustado, esto es muy raro.

Al instante vuelvo a escuchar ese ruido, es como si alguien estuviera pisando hojas, si me están siguiendo, he de decir que el acosador es malísimo ocultándose.

No sé si es mi paranoia o qué, pero siento algo observándome, así que empiezo a correr como una loca, todavía me quedan diez minutos de camino.

Entonces lo escucho, alguien viene corriendo hacia mí, lo siento muy cerca de mi espalda, ¡estoy que me va a dar algo! Saco el móvil y llamo a papá, suenan demasiados timbres, pero no lo coge, maldita sea papá, ¿para qué tienes el móvil? Lo intento con mamá, pero igual.

Me cuesta mirar mientras corro porque se me ha nublado la vista con las lágrimas, no sé en qué momento he empezado a llorar, pero ahora no puedo parar, llamo a Franco con la esperanza de que me lo coja, es mi última esperanza, suenan cuatro toques y lo coge ¡aleluya!

—Franco, creo que me están siguiendo, necesito tu ayuda—digo gritando como una desquiciada.

—¿Dónde estás? ¿Ves a alguien?—suena preocupado, manda narices que sea él el único que me coge el puto móvil.

Lo Último que se Pierde es la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora