25 "Día de chicas"

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Nora

Madre mía, tengo unas ojeras de aquí a Japón, no puedo estar más fea porque es imposible.

Después de lo de anoche, no he podido dormir casi nada, he intentado quitarle importancia a que casi muero pero no es tan fácil y encima ahora tengo que ir a clase.

Bajo a la cocina a por algo de comer y me encuentro con Nico y Franco.

—Buenos días—digo sonriendo, mientras me siento en una silla.

—Buenos días—dicen los dos al unísono.

—¿Qué hay de desayuno?—me muero de hambre, supongo que estar a punto de morir de un disparo te abre el apetito.

—Franco ha ido a por palmeras de chocolate—dice Nico con la boca entera manchada de chocolate.

—¿Y eso?—le miro sorprendida, estoy enfada con él, pero ahora mismo le amo, justo era eso lo que necesitaba, un palmeroncio.

—Creía que os subiría el animo comer dulces—odio que haga esas cosas. Es muy complicado estar enfadada con alguien cuando tiene esos detalles tan bonitos, es una de las cosas que más me gustan de Franco, al ser tan observador, siempre sabe lo que necesito.

—Has dado en el clavo, yo quiero mi palmera—al darle el primer mordisco, gimo de placer, ya estoy de mejor ánimo.

—¿Qué tal estás?—me pregunta Franco al verme zampando.

—Bien, ahora mucho mejor—le sonrío, con la boca llena.

—No te voy a quitar el ojo de encima—dios no, que no saque el tema otra vez, la mañana iba bien.

—Lo sé—pongo los ojos en blanco—¿Dónde están papá y mamá?—digo intentando cambiar de tema.

—Tu padre se ha ido a comisaría y tú madre sigue dormida.

—Ah, bueno, vamos a clase, Nico ve a por los zapatos.

Cuando nos deja solos Franco aprovecha para seguir con la conversación de anoche.

—Nora, no quiero que te enfades conmigo, todo lo que te dije es porque me preocupo—me derrito al instante, ¿cómo puede ser que me guste tanto este chico? Ahora mismo tengo unas ganas tremendas de besarle, pero se supone que estoy cabreada, pero bueno, a la mierda el orgullo.

Me acerco y le beso, un beso corto, en cuanto me separo le abrazo y sigo con la maldita conversación.

—Lo sé y te lo agradezco, pero debes entender que no me gusta sentirme como una dama en apuros, sé defenderme sola y me pone muy nerviosa que hagáis como si fuera tonta o algo—me separo de él un poco, para mirarle a la cara y que vea que lo digo completamente en serio.

—No pensamos que seas tonta, créeme que eso lo último que pienso de ti, pero tu padre y yo sabemos como actuar con unos criminales, tú no—vaya por dios, para una vez que están de acuerdo en algo y es contra mí.

—Vale, a la próxima me lo pienso dos veces—yo sé que todo lo que hacen es por mí bien, pero una se cansa de ser siempre la princesita.

Al llegar al colegio, me despido de Franco con un pico después de haber dejado a Nicolás y me voy a mi clase. Cuando llego todos se me quedan mirando y de repente escucho un chillido. Laila viene hacia mí con cara de preocupada.

—Tía, Nora, ¿cómo estás? Ya sabemos lo de anoche—la miro sorprendida, ¿cómo puede ser posible que lo sepan?

—¿¡Ya!? Pero si no han pasado ni doce horas.

—La verdad se difunde a paso de tortuga, el rumor se esparce con la velocidad de una liebre—dice Guerrero que ha aparecido con Robles y Jorge.

Le miramos todos unos segundo y nos entra la risa floja.

Lo Último que se Pierde es la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora