Capítulo 6

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Hannah Li. 

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Ya falta poco para llegar. —pienso y suspiro cansada. 

Estoy en un avión viajando kilómetros de distancia para estar con mi padre en Canadá. Canadá es el otro lado del mundo para mí y cansa viajar dieciocho horas con cuarenta y cinco minutos. Mi trasero duele por estar sentada todo el tiempo y Abby, mi loba, está inquieta y quiere salir. Me remuevo en el puesto y me quejo. El avión está oscuro y se me dificulta ver a las personas que duermen plácidamente. Algunos duermen con la boca abierta, otros roncan de una forma extremadamente fuerte, otros tienen máscaras para dormir y mantas que te dan las azafatas, entre otras cosas más. 

En la parte de atrás de mi asiento, hay una familia: padre, madre y dos hijos. Uno parece ser de diez años y el otro de diecinueve años, bonito, por cierto. 

"Hannah, para ti todos los chicos son bonitos". —dice Abby. Río bajo, me sonrojo y asiento dándole la razón a mi loba. 

Abby está presente en mí y me deja ver todo más colorido. Dispuesta a relajarme, me acomodo en mi asiento, recuesto mi cabeza y procedo a cerrar los ojos. Pero es tranquilidad se esfumó como llegó. 

El niño de diez años, amistosamente patea mi asiento repetidas veces provocando que saltara en mi asiento. Tomo una bocanada de aire y la expulso por mi boca haciendo un sonoro sonido. El niño se detuvo y suspiro, me vuelvo acomodar, pero antes de dormir, la tablet que tengo al frente, la presiono y su brillo me ciega un poco. Busco un poco de música y, con mis audífonos puestos, coloco "Louder than bombs"

— Otra vez con el mismo cuento. —susurro y suspiro quitándome un audífono. Paso una mano por mi cabello suelto, está un poco enredado. 

Vuelvo a colocarme el audífono y trato de relajarme porque, tanto Abby como yo, nos estamos hartando de la misma situación y nuestra paciencia tiene un límite. La música suena y en mi mente la letra presente. Aunque no sepa el idioma coreano, me sé la mayoría de las canciones del grupo surcoreano famoso, BTS. 

— ¡Ya! —grito en francés y llamo la atención de la gente. Volteo sobre mi asiento y encaro al niño. — ¿Puedes dejar mi asiento en paz? Me estás mamando desde hace rato y no tengo paciencia. —digo y, la mamá me mira mal y trata de defender a su hijo. Abre su boca, pero la detengo alzando mi mano. — No, señora, no diga nada, que usted supo muy bien lo que su hijo estaba haciendo, pero no hizo nada al respecto. Ahora, asuma las consecuencias. —me acomodo mejor en el asiento e ignoro a la señora. 

(...) 

Despierto por unas fuertes ganas de ir al baño. Quito los audífonos, el cinturón y me levanto. Camino hacia el baño, pero que casualidad que está ocupado. 

— Puede utilizar el otro baño que está al fondo. —dice una azafata. 

— Oh, ¿en serio? —ella asiente. — Okay, muchas gracias. —camino por donde vine y, obviamente, paso por mi asiento. Llego al lugar y trato de entrar, pero no sé cómo. Hay una cerradura donde debes halar hacia la derecha o la izquierda y arriba hay dos candados, obviamente coloco el candado abierto, pero ya lo hice y no pasa nada. 

— Señorita, debe empujar si ya colocó el candado abierto. —dice amablemente la misma azafata. 

— Oh, qué vergüenza, gracias. —hago lo que me dice y la puerta se abre. 

"Magia". —dice Abby. 

"Sí, ya lo creo". —río.

Hago mis necesidades y camino directo a mi puesto, pero antes de llegar, el muchacho de diecinueve años, me toma del brazo e hizo que lo mirase directo a los ojos. Es un desconocido para mí, pero sus ojos me atraen. 

"¿Quién es este tipo?".

"No lo sé...".  

— Muy ruda para ser una chica baja, ¿no lo crees? —presume su altura. Ruedo los ojos y los pongo en blanco. 

— Primero que todo, suéltame. —me zafo de su agarre. Sobo la zona afectada. — Segundo, no te conozco y no me tienes que tratar así. Además, soy mayor que tú. —lo miro de arriba a abajo. Hago una mueca. — Y tercero, estamos en pleno avión con la mirada de casi toda la gente y tú... —coloco mi dedo índice en su pecho empujándolo un poco con ayuda de Abby. — Haces un show como si fueras una mujer celosa que reclama lo suyo. Así que, ubícate, niño.  

"Ese muchacho me da mala espina, tiene algo que no me termina de cuadrar".

"Lo sé, Abby, a mí también". 

Paso por su lado y me vuelvo a ubicar en el asiento. Coloco mis audífonos y emprendo un viaje a mis sueños. 

(...) 

Luego de un largo viaje, llegamos por fin a tierra firme. El piloto dice sus típicas frases tipo: "Gracias por volar con la aerolínea tal y le agradecemos continuar viajando con esta aerolínea". Tomo mis cosas y hago fila para salir. Camino a pasos lentos y con mi mochila negra en mano. El viento pega fuerte en mi cara y olfateo el puro aire. La oscuridad se hace presente y todos tomamos camino al aeropuerto. 

Recojo mi maleta un poco pesada y voy a la salida de los vuelos internacionales. 

— ¡Hey, espera! —volteo y me encuentro con ese muchacho, de nuevo. Suspiro, doblo los ojos y pongo mi mano libre en mi cadera. 

— ¿Estás obsesionado conmigo o cuál es el problema? —río sin gracia. 

— No, pero debo hacer algo que me mandaron hacerte. — entre frunzo el ceño y abro los ojos sorprendida al sentir que una de sus manos aprieta descaradamente mi cuello obstaculizando el flujo de aire. 

Sus ojos se volvieron rojos y, de su boca sobresalen los colmillos afilados. 

"Un vampiro". —Abby gruñe internamente.

"Sí, pero, necesito tu ayuda". 

Coloco mis manos en su mano puesta en mi cuello, sus uñas afiladas lastiman mi cuello y lo hace sangrar. Me falta el aire y él aprieta su agarre sobre mí, su brazo tiembla por la fuerza que ejerce. Le doy una patada en el abdomen y éste cae soltando mi cuello. Caigo de rodillas y toso para recuperar el aire. 

— ¡¿Qué te pasa?! —mi voz se escucha por todo el lugar como un eco. Me levanto rápidamente y lo tomo del cuello de la camisa. Él palidece y traga saliva. — Te metiste con quien no debías, niño. —Abby toma el control de mi cuerpo y transforma mi mano en garras afiladas cortándole la garganta al chico. La sangre brota por el suelo del aeropuerto y la gente queda atónita. 

"Mierda Hannah, nos descubrieron". 

"Abby, cállate que ya lo sé". —dejo el cuerpo sin vida del vampiro y corro sin importar mis cosas.

Ya estando fuera, corro al bosque más cercano. Me siento abrumada por todo lo que ha pasado, casi me mata un vampiro y acabo de dejar al descubierto mi especie. 

— Diosa Luna, ¿por qué no me matas ya? —mi loba toma el control sobre mí. Suelto un grito ahogado y caigo de rodillas al suelo. Mis huesos crujen y mi ropa se rasga y rompe, mi pelaje café con rayos grises se presenta, mis colmillos crecen y mis manos se convierten en patas. Aúllo a la luna y olfateo el fresco aire tratando de buscar el Bosque maldito. 

~I.L

About last night.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora