⚝ ↳Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 03↰ ⚝

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     —Disculpe, mi Rey, pero es importante que asista a la reunión de la mañana —el beta avisó de forma desesperada a través de la puerta del despacho del Rey Jeon.

     Los Lores de los territorios lo esperaban en la sala de reuniones real del gran castillo, estaban sucediendo extraños eventos que no se habían visto hace más de seis milenios, según los registros de todas las manadas y líderes pasados.

     Habían pasado dos años desde que Jeon Jung Kook había sido coronado como el Rey de todos los territorios, cada una de aquellas tierras tenían sus límites y sin olvidar que también tenían sus respectivos Lores, aquellos Alfas designados líderes por sus antepasados.

     Los primeros meses del reinado del Rey Jeon, fueron los más importantes ya que decidió que cambiaría los nombres de los territorios y haría nuevas reglas, claro que también eliminaría algunas, como por ejemplo: Cualquier habitante podría ir al territorio que no fuera el de su manada, sin tener ninguna reprimenda al respecto, sólo debía tener su respectivo identificativo por cualquier provocación inadecuado hacía otro territorio y de esa forma sería penalizado.

     Otro ejemplo era, había removido aquella inexplicable prohibición, sólo los Alfas podrían casarse con una Omega digna de la corona, es decir, eran escogidas por sus padres antes de que el cachorro crezca; al Rey le pareció cosa más absurda, no por nada la Diosa Luna se dedicaba día y noche a trazar la vida de cada uno de sus licántropos, por ende dejaría que sus lobos encontraran a sus compañeras, sean del territorio o categoría que fuera.

     Jeon levantó la cabeza de los papeles importantes en los que estaba sumergido y dejó salir un gran suspiro, aunque era el mejor Rey que había existido no le quitaba los problemas que tenía que afrontar, no todos los habitantes lo aceptaban como su Rey y por rebeldía, incendios forestales eran provocados por los opositores hacia su liderazgo.

     Se levantó de aquella cómoda silla de asiento acolchado y se paró erguido para andar hacia la puerta, aquella voz de ese desesperado beta lo hacía contradecir la realidad con sus pensamientos, ¿Acaso no era un buen líder y por eso incendiaban pueblos enteros? Era el mejor según los Lores y la Diosa Luna, pero ¿Aquello era suficiente?

     Él había urbanizado parte del territorio Jaspe, trayendo a su vez tecnología del territorio Esmeralda que le era muy útil a la hora de distraer a sus habitantes. Estaba comenzando una nueva oportunidad para mejorar el mundo en el que vivían, pero pocos se daban la oportunidad de sólo mirar lo que una brillante mente podía lograr para hacerlos avanzar y en su lugar, sólo se ponían a juzgar.

     ¿Realmente valía la pena tanto esfuerzo de su parte? Los lobos no se daban cuenta de su potencial y en su lugar, sólo se ponían a empeorar las oportunidades de avanzar.

     —¿Quienes están en la sala de reuniones? —preguntó Jeon segundos después de haber abierto la puerta de madera natural.

     —Todos los Lores, incluyendo a su padre y abuelo, Rey Jeon —aquel beta hizo una reverencia y luego se paró erguido, le tenía mucho respeto.

     El Rey era muy bueno, le había dado un hogar a aquellos que daban por muertos y un trabajo para los que según no servían de nada.

     —Gracias, Nick.

     Le dió un breve vistazo al beta, era el nuevo guardia de seguridad, se encargaba de vigilar el piso del despacho del Rey Jeon, ya que tenían sospechas de un pronto hurto hacia los papeles más importantes y sagrados que habían en su despacho.

Eʟ Aᴍᴏʀ ᴇs ᴘᴀʀᴀ Dᴇ́ʙɪʟᴇs || ᴊᴇᴏɴ ᴊᴋ. (ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀsᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora