⚝ ↳Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 05↰ ⚝

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     La Omega salió de la habitación del Rey sin ningún rasguño, había hecho lo descrito dejando una gran erección dentro de la habitación real y caminó por el pasillo, sumergida en sus pensamientos y del cómo la Diosa Luna pudo elegir a un lobo cavernícola, es decir, para la castaña era una gran equivocación.

     Al chocar con un cuerpo algo blando y poco rígido salió abruptamente de aquellos pensamientos contra el Rey, dándose de bruces con la persona que menos quería encontrarse.

     —Disculpa, Gia no te ví —dijo NamRi, pasando a su lado con tranquilidad.

     La castaña respiró con normalidad, pero los pasos firmes que se escuchaban al andar habían frenado en seco y sólo eso bastó para temer, la Señora Kim la había reconocido después de tanto tiempo.

     —¿Sarah? —giró con una expresión de sorpresa, la Señora Kim juraba que ella había muerto tras el asesinato de la esposa de su hijo— ¿Cómo es posible? —estaba feliz de verla y preocupada a la vez.

     El Rey no podía enterarse de su persona, siquiera poner los ojos en ella, era más valiosa de lo que pocos creían, pero a su vez la asesinarían por tener sangre pura y ser la única viva de su manada.

     —¿Cómo me reconociste? —respondió acercándose cautelosamente hacia su nana, aquella señora que le enseñó lo indispensable para sobrevivir a las afueras de los límites de su territorio.

     —Sarah, es de mala educación responder con otra pregunta, yo no te crié de esa forma. —reprendió y la Omega aceptó que lo hiciera luego de tanto tiempo, ya que la castaña le tenía mucho respeto— ¿Cómo pudiste sobrevivir?

     —Tras ver cómo asesinaban a mi madre adoptiva, huí en mi forma lobuna y corrí como nunca en mis cuatro patas, furiosa, alejandome a gran velocidad de los hombres que querían asesinarme, pero terminé siendo secuestrada —la señora Kim la miraba con horror, imaginandose el tipo de cosas que pudieron hacerle a una Omega tan jóven, ni siquiera había desarrollado su olor característico y menos, había llegado a la etapa de adolescencia—. Haciendo el cuento corto, me escapé y solicité trabajar para el Rey, quería sentirme segura una vez en la vida y rodeado de Alfas, Betas y cientos de Omegas, comenzaba a olvidar que era sentir terror y miedo de verdad —concluyó con una sonrisa que fue borrada al instante, aquella señora de cabello marrón casi desteñido por los años, la abrazaba con fuerza y acariciaba a la vez su espalda.

      NamRi podía sentir el dolor de aquella niña, ni siquiera quería saber si había sido abusada porque sería capaz de asesinar a todos los malditos que la habían tenido cautiva todos estos años, olvidando por completo el nombre que la representaba y más al de su manada.

     —Jamás volverás a temer, será sobre mí cadáver, Sarah —aseguró con voz temblorosa, tenía tantas ganas de llorar, pero sólo acariciaba la espalda de la jóven Omega con suavidad.

     —Gracias —la castaña cerró sus ojos y se dejó llevar por aquel cariño que tanto le ofrecía NamRi, tantos años sin saber que era sentirse querido o siquiera, que alguien le diera un poco más de afecto— ¿Cómo me reconociste? —preguntó de nuevo.

     —Nunca pude saber que fragancia era la que desprendería tu cuerpo, pero lo que sí sabía era el olor que utilizarías para cubrirlo de forma astuta —se alejó de la Omega de largo cabello castaño y sonrió con ternura—. Rosas, siempre fue tu olor favorito —sus miradas eran cómplices.

     Lady Kim y la señora Kim se encargaban de mantener protegida, y escondida a Lee Sarah, sólo podían salir por las noches cuando todos estaban durmiendo en su territorio, pero jamás la descuidaron, todo se había ido en picada cuando descubrieron el verdadero apellido de Lady Kim y todo lo que conllevaba ser asesinada.

Eʟ Aᴍᴏʀ ᴇs ᴘᴀʀᴀ Dᴇ́ʙɪʟᴇs || ᴊᴇᴏɴ ᴊᴋ. (ᴏᴍᴇɢᴀᴠᴇʀsᴇ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora