Ideas desastrosas y llamas azules

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- ¡Que le digo que es verdad! -Katashi se iba a quedar sin frases que decirle a aquel policía para que lo entendiera.

El contexto de esta situación era algo extraño. Acababan de llegar a la comisaría de policía y enseguida exigieron hablar con un agente. Este aceptó con tan solo percatarse de quienes eran los padres de los niños, los famosos héroes que salvan el mundo en su día a día.

Eso sí; Oyuki se tuvo que quedar fuera de la sala. Los policías eran unas de las pocas personas que comprendían su situación, ya que esta era conocida por todo Japón a causa de su quirk y su relación con Touya, alias Dabi. Así pues, si los policías no les creyeran y alguien se llegara a enterar de que la bicolor estaba metida en algún lío, todo eso podría aparecer en las noticias. Y aunque esa fuera su meta, no podían dejar que los ciudadanos pensaran que ellos, que viajaron al pasado, mentían.

Así fue como Oyuki se encontraba, sigilosamente, junto a la puerta que daba con la habitación en la que se encontraban sus amigos. Estaba escuchando su conversación como podía, y lo que llevaba escuchado no le gustaba para nada.

- ¿Cómo quieres que crea que vosotros, unos simples niños, creasteis una máquina del tiempo? -el policía apoyó los pies en la mesa, con cara desinteresada. - Y encima viajar con ella.

- Si no fuera verdad, ¡¿por qué cree que vendríamos aquí a decirle esto?! -exclamó Natsuki enfadada, mientras Hikaru intentaba calmarla echándola para atrás.

- ¿Quizá para llamar la atención? -preguntó el agente rodando los ojos hacia un lado. - Quién sabe.

Aún estando en el interior de aquella sala se podía escuchar a una bicolor regañadientes muy bien. Estaba claro que los policías no les iban a creer así como así, pues la situación que habían creado no era para nada normal. Tendrían que buscar pruebas más concretas si querían que ellos y, literalmente, todo el mundo les creyera.

Katashi se desplomó en la silla tras la respuesta del adulto, y se puso a pensar de nuevo, aunque nada pasaba por su cabeza. Natsuki y Hikaru se encontraban en más de lo mismo. Ideas ridículas e imposibles rondaban pos sus pensamientos, e incluso vacilaron por un momento el volver al pasado a, por lo menos, grabar algo de lo ocurrido.

- Un momento... -la pelirroja miró a sus amigos, para luego volver a hablar. - ¡Eso es!

- ¿Eh? -dijeron ambos chicos al unísono.

- ¿Qué es, Natsuki-San? -preguntó el rubio.

Natsuki no estaba exactamente segura de si lo que pensaba daría en el clavo. Ni si quiera ella misma sabía por qué se hacía ilusiones si a lo mejor, solo a lo mejor, lo que pensaba era cierto.

Claro que ella no había visto a sus amigos hacer lo que iba a preguntar a continuación, pero aún así tenía la esperanza de que en algún momento en concreto lo hubieran hecho.

- Vosotros... -empezó. - ¿Vosotros... Grabasteis algo cuando fuimos?

Incluso Oyuki al otro lado de la puerta puso una cara de extrañeza.

- Natsuki-San... Hemos estado contigo todo el tiempo. -aclaró Hikaru con cara de confusión, para luego mirar a Katashi.

- ¡¿Acaso nos has visto con una grabadora o sacando el móvil en algún momento?! -exclamó el castaño haciendo confundir a la pelirroja también. Aunque por dentro el mayor tuviera miedo, no debía mostrarlo por fuera, ya que su amiga lo mandaría a quién sabe donde de una explosión.

- ¡No, pero cualquier cosa serviría! -Natsuki cada vez gritaba más alto, y aquel policía estaba apunto de echarlos a los tres de allí como siguieran así. - ¡Como dice mi padre, para algo tenemos móviles!

Travesía en el tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora