CAPÍTULO 27

73.9K 5K 2.4K
                                    


Matt

Conduzco hacia el departamento de las chicas. Darcy está molesta con Jack, y él me ha pedido que le lleve un ramo de flores para que lo perdone. Y no puedo decirle que no, por el simple motivo de que vivo en su casa. O eso dice mi primo.

No sé cuanto tiempo más vaya a soportar vivir con él, creo que ahora mismo, preferiría vivir en la calle. Se la pasa todos los días a todas horas haciendo fiestas, no me deja ni dormir, ni estudiar, ni siquiera comer en paz. Lleva a media ciudad a la casa, y siempre destruyen todo, incluso mi habitación. 

Admiro a Darcy, ¿cómo lo ha aguantado por tanto tiempo?, ¿cómo aguanta que él esté al lado de otras chicas día y noche? Creo que ella ni siquiera sabe lo que hace su novio a sus espaldas. 

Los ojos se me cierran solos. No dormí nada y Jack me hizo despertarme temprano para solucionar problemas ajenos. Maldito, algún día el karma le va a patear el trasero. 

Doy la vuelta en la esquina, me faltan solo unas cuadras para llegar a mi destino. Entregaré el absurdo regalo, y podré ir a dormir. Final feliz para todos. 

Estoy tan cansado que veo borroso. Y en tan solo unos segundos que me di la oportunidad de cerrar los ojos, alguien se me atravesó, haciéndome frenar de golpe. Escucho el sonido de las llantas deslizándose por el pavimento, y siento el fuerte impulso del auto cuando se detiene por completo. 

Suelto todo el aire al confirmar que todo está bien, y miro al frente desconcertado. Para mi sorpresa, identifico de inmediato a la persona a la que casi mato, Aretha. Es Aretha, y está ahí parada, sin moverse. No soy capaz de verle la cara, está de espaldas. 

Me bajo del auto furioso, azotando la puerta y caminando hacia ella.

–¡Aretha!¡¿qué mierda?! – Grito, pero no voltea a verme, poniéndome de peor humor. 

Mientras más me acerco, más noto extraña la situación. Está descalza, con una camisa puesta que no le cubre casi nada y el cabello hecho un desastre. Tiene su ropa y zapatos abrazados contra su pecho mientras solloza, cabizbaja. 

Mi expresión pasa de molestia a confusión. Me acercó por completo a ella, sin saber qué decir. 

–¿Aretha? 

No se molesta en hablar, simplemente se va contra mí, abrazándome con fuerza. Percibo su respiración agitada, sus lágrimas no tardan en humedecerme la camisa y, lo único que se me ocurre hacer es acariciarle la cabeza. 

No me molesto en preguntarle qué sucedió, porque su apariencia y forma de vestir me lo dicen todo. 

Le tomo la cabeza con cuidado, levantándola ligeramente para poder verla. Muevo delicadamente el cabello de su rostro, permitiéndome ver sus mejillas rojas y mojadas. No abre los ojos, solo sorbe la nariz y jadea. 

Jamás la había visto tan derrotada, Aretha siempre está sonriendo, siempre está alegre. 

Me doy cuenta de que la gente que camina por aquí la mira raro, juzgándola. Me quito la sudadera, rodeándole la espalda con ella, y tapando parte de sus piernas. Le tomo la mano, guiándola hacia mi auto y ayudándole a subir. 

Gimotea, frotándose los ojos con las manos. La rodeo con ambos brazos, consolándola. 

–Te llevaré a tu casa, ¿bien? 

Mueve la cabeza, negando. 

–No quiero que me vean así, van a interrogarme. – Logra formular.

–Yo les pediré que no lo hagan.

Piensa unos cuantos segundos, antes de asentir. Supongo que no le queda de otra, no puede andar por la calle sin zapatos. 

Mi Ilegal Adicción +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora