—Sé que crees ser un chico malo, pero al final eres solo una causa perdida —exclamé con una sonrisa mientras posaba con otras chicas.
Una de ellas se inclinó hacia mí, tomó mi cabeza entre sus manos y me dio un beso en la mejilla.
—Y es que al final, en la tienda abundan muchos otros como tú —agregué mientras las luces de las cámaras parpadeaban.
—¡Corte! —gritó el director, liberando la atmósfera tensa que había llenado el estudio.
El equipo de producción comenzó a relajarse, mientras las chicas que me acompañaban salían del set de grabación. Fue entonces cuando mi manager se acercó con una sonrisa tranquilizadora.
—Lo hiciste excelente, Zoe. Estas tomas serán las finales para el video. En unos días estará listo para subir —dijo animándome.
—Gracias, lo sé —respondí, fingiendo indiferencia, mientras me dirigía a mi camerino.
El edificio donde grabábamos ofrecía una vista impresionante de la ciudad. Pero lo mejor de trabajar ahí era siempre contar con la compañía de mi mejor amiga, Lulú. Desde niñas habíamos sido inseparables, aunque últimamente sentía cierta frialdad de su parte que no lograba descifrar.
Al entrar a mi camerino, la encontré profundamente dormida en el sofá.
—¿Podrías despertarte? Tu enorme trasero está ocupando todo mi espacio —bromeé en tono grave.
Lulú abrió los ojos, visiblemente irritada. —Sabes exactamente cuándo interrumpir los mejores sueños, ¿no? —refunfuñó mientras se desperezaba.
Recuperé mi celular de la gaveta, como ella había indicado, y mientras revisaba las notificaciones, un mensaje de un número desconocido capturó mi atención.
> > Realmente te ves bien hoy.<<
Mi ceño se frunció al instante. —Lulú, ¿tú tienes algo que ver con esto? —pregunté, levantando el teléfono hacia ella.
—¿Con qué? —respondió, quitándome el celular para llamar al número. Tras unos segundos, la llamada terminó sin respuesta.
—Probablemente sea alguien del equipo molestándote —dijo encogiéndose de hombros.
Había pocas personas que tenían mi número de celular, entre ellas Lulú. Por eso, encontrar al autor de los mensajes no debía ser complicado, o al menos, eso pensé al principio.
—Entonces, detective Lulú, ¿por dónde empezamos? —bromeé, tratando de aligerar la situación mientras la miraba a ella, que parecía más interesada en su celular que en mi problema.
—Tal vez por no asumir que un mensaje tonto significa algo grave —replicó sin levantar la vista.
Realmente no le di la importancia que merecía. En mi mente, aquello era solo una anécdota incómoda. Decidí dejarlo pasar y seguí adelante con mi trabajo y mis días. A pesar de mi éxito en la música, mi vida no era tan diferente de la de cualquier otra persona. Todavía estudiaba, hacía compras de camino a casa y me daba caprichos como cualquier chica normal.
Fue durante una de esas compras, buscando unas golosinas para una noche de estudio, cuando algo cambió.
Al principio, no le di importancia al tipo que siempre estaba a un pasillo de distancia, fingiendo mirar productos sin realmente tomar ninguno. Pero cuanto más avanzaba entre los estantes, más notaba su presencia.
Intenté tranquilizarme. "Quizá ese mensaje me tiene paranoica", pensé. Pero para confirmar mis sospechas, decidí dar un par de vueltas adicionales entre los mismos pasillos. Él seguía allí, manteniendo siempre la misma distancia, sin comprar absolutamente nada.

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Battlefox
FantasyAlois es un infame aventurero que lucha contra el rey demonio. Junto a Midna, su hada viajera y mejor amiga, debe tratar de vencer a sus enemigos en un viaje de redención para cumplir su deseo. ¿Podrá lograr su objetivo?