Habían pasado dos meses desde que llegué al bosque, y aunque mi cuerpo había ganado fuerza y resistencia, aún no podía dormir cómodamente. Cada músculo dolía, lleno de moretones por el arduo entrenamiento. Sin embargo, esa noche había algo distinto: una inquietud persistente que no podía identificar.
Midna estaba acurrucada sobre mi pecho, ronroneando suavemente en su sueño, pues decía que ese era el lugar más cómodo para ella. Pero entonces, como una ráfaga helada, una voz llegó a mis oídos.
"Oh, Matra Nexura Éterna,
silvantris tal’kyr dra ortanos,
tua vox caelorim cantus creatios,
et tua murmura spiram cosmosar"Era un canto. Su sonido parecía envolver el bosque entero, como si viniera de todas partes y de ninguna al mismo tiempo.
"In tua caldris serénath invenimus,
in tua feran revivem animar.
Regnara luxa et umbris,
tua potestas transcendet visaras ultimas"Abrí los ojos de golpe. La melodía tenía algo hipnótico. Midna reaccionó al instante, despertando con un sobresalto.
—¡Alois! —exclamó con un tono urgente—. ¡Siento la presencia de una deidad cerca! ¡Es Titania!
Se levantó de un salto, completamente alerta.
—Escóndete mientras hablo con ella, puede ser peligroso que te vea.
—No es necesario —respondí mientras me incorporaba, interrumpiéndola—. Sé quién es. Es... Iris.
La temperatura del bosque pareció caer de inmediato. El aire se volvió pesado, como si una presión invisible me aplastara el pecho. Entre los árboles, una figura comenzó a tomar forma. Cada paso que daba era como un latido, resonando en la tierra.
Iris emergió de las sombras. Su piel pálida brillaba como la luz de la luna, y su cabello ondulaba con un movimiento sobrenatural. Una inmensa aura plateada la rodeaba, haciendo que todo a su alrededor palideciera en comparación.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, tratando de mantener la compostura.
—Podría hacerte la misma pregunta, Alois —respondió completamente seria—. ¿De verdad creías que podrías esconderte de mí? Siempre sabré dónde estás, qué haces... por el vínculo que compartimos.
Al decir esto, se llevó la mano al pecho, y un símbolo apareció sobre su piel: un sello con un intrincado diseño, similar a los usados para esclavizar monstruos.
—¿Por qué llevas eso? —pregunté, desconcertado.
—Es nuestro vínculo, Alois. Ni siquiera una deidad puede romperlo.
Su voz tenía una mezcla de dolor y algo más profundo, parecía desesperada.
—No me importa —respondí cortante—. Ya no quiero formar parte de ese mundo. Ahora tengo un lugar al que pertenezco, donde no soy tratado como basura.
—Y, aun así, no puedo dejarte ir —replicó ella, dando un paso adelante. La presión a mi alrededor aumentó, y Midna se escondió dentro de mí.
—Eres libre, Iris. Haz tu potestad, pero aléjate de mí.
Por un momento, una gigantesca sonrisa de mejilla a mejilla se dejó ver, completamente aterradora. Dio un paso atrás, su aura menguando lentamente.
—Si ese es tu deseo, lo respetaré. Pero recuerda, Alois, estamos unidos.

ESTÁS LEYENDO
Battlefox
FantasyAlois es un infame aventurero que lucha contra el rey demonio. Junto a Midna, su hada viajera y mejor amiga, debe tratar de vencer a sus enemigos en un viaje de redención para cumplir su deseo. ¿Podrá lograr su objetivo?