Cacerías

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—Esta parece una buena misión —dijo Ada al tomar el afiche y mostrárnoslo.

—¿Cacería de gansos? ¿De verdad? —respondí confundido

—Hasta unos novatos como ustedes podrían golpear a una maldita ave, ¡hagámoslo! —exclamó Saber llena de determinación.

En lugar de un bosque o una pradera, nos dirigimos a una "ciudad" que parecía estar llena de pobreza y criminales.

—Este lugar parece extraño... —dijo

—El papel de la misión marcaba este lugar.

—No teman, ningún humano los tocará mientras estemos aquí —aseguró Saber.

—Sí, ellos generalmente suelen temernos.

Al llegar al lugar, logramos ver a varios gansos en una especie de plaza.

El lugar estaba realmente sucio y vacío por obra de los mismos.

Al vernos, las aves empezaron a graznar y a correr hacia nosotros.

Intenté cortar de un espadazo el cuello del primero que se me acercó, pero no logré cortarlo atravesarlo.

En ese momento supe que no eran gansos normales.

Sus picotazos ardían y los golpes de sus aletas eran como puñetazos.

—¡No te alejes del grupo! —gritó Arthur.

—¡Me siguen! ¡Quítamelos! —grité realmente aterrado.

Al intentar cortar a uno de ellos todos se fueron contra mí ignorando a los demás.

Ada invocaba hechizos ofensivos muy débiles mientras que Iris curaba a Saber de sus heridas, y todos ellos atacaban aprovechando que me seguían.

Finalmente me rodearon y me acorralaron

—¡Novato!... —gritó Arthur.

Pero ya estaba muy lejos.

Ellos finalmente se lanzaron contra mí y empezaron a golpearme por todos lados, sus golpes eran como puñetazos feroces.

—¡Midna, necesito ayuda! —grité desesperado.

—¿¡Y qué quieres que haga!? Soy solo un hada, si salgo me parten la madre a mí también.

—¡Échame un hechizo o algo así!

A pesar de todos los golpes logré salir de ahí y correr hasta un puente que pasaba sobre un río seco mientras temblaba del miedo.

—¿Cómo vas con eso?

—Creo que sé como ayudarte ¿Dónde están los patos?

—Creo que los perdí de vista... —susurré dudoso mientras asomaba la cabeza— Quizá se aburrieron y...

Esas cosas estaban a ambos lados de mí...

—¡Aumento de agilidad!

En ese instante me sentí tan ligero como el viento y más flexible que nunca.

Me impulsé con el muro y me alejé de los gansos

Tomé mi espada y ataque a uno de ellos, pero mis cortes no eran suficientes como para matarles.

—¡No es suficiente!

—¡Estoy pensando en otro hechizo! Emmmm ¡Impulso muscular!...?

Y sentí mi espada más liviana.

Los gansos me habían rodeado y empezaron a picotearme y golpearme.

En mi desesperación, empecé a sacudir mi espada de un lado a otro hasta que le atiné a uno matándolo.

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