III

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El amanecer del martes trajo consigo incontables cantidades de lluvia. Sakura se levantó de golpe debido al sonido de un trueno que dejó sus ventanas temblando, y sus piernas también. Le tenía horror a las tormentas desde que era niña, desde, bueno, el día del accidente. Sus 21 años no le hacían justicia cuando de lluvia y tormentas se trataba.

Su reloj marcaba las 6:50 de la mañana, no entraría a clases hasta las 8:30 lo que quería decir que tenía tiempo de sobra si quería darse un baño y prepararse un desayuno como es debido. La idea le sonó bastante atractiva a pesar de que las nubes parecían estar cayéndose a pedazos más allá de sus ventanas.

El agua de la bañera estaba caliente, ella podía ver el vapor danzar hacia el techo mientras sus manos jugaban con las ondulaciones del agua en la superficie. Decidió deslizarse un poco hacia abajo para poder recostar su cabeza en el borde de la bañera y disfrutar mejor de los últimos minutos de su baño. Cerró los ojos por un instante.

–¡Sakura! Vas a llegar tarde, apresúrate –la voz de su madre la llamaba desde el otro lado de la puerta, al mismo tiempo que la aporreaba con bastante fuerza–. ¿Sakura?

–¡Ya voy mamá! –miró el reloj de su celular, marcaba las 7:50–. Maldición –masculló por lo bajo y salió de la bañera de un salto, resbalando un poco en el proceso. Apoyó su brazo izquierdo en la bañera para no caer sentada en el suelo y un terrible dolor agudo se extendió desde su muñeca hasta su hombro. Sakura jadeó adolorida y se incorporó para envolver la toalla alrededor de su cuerpo.

No era posible que se hubiera quedado dormida mientras tomaba un baño, en un día como ese, que la tormenta cada vez parecía ser más fuerte y cuando por fin había logrado tener tanto tiempo para prepararse para ir a clases. "¿Por qué? Maldición ¿por qué hoy? De todos los días" sacudía la cabeza mientras discutía con sí misma y se vestía.

Encajó un par de botas de cuero negro sobre sus jeans, odiaba mojarse los pies, y esperaba que esas botas le ayudaran a evitar el agua un poco. Tomó una gabardina de su perchero y se la echó al hombro antes de bajar las escaleras, con el bolso y el abrigo en la mano, y el cabello hecho un desastre en un moño en lo alto de su cabeza. Ya lo arreglaría en el auto.

¿Su desayuno de ensueño? Se convirtió en una manzana y un trago de jugo de naranja, su padre la estaba esperando en la entrada, miraba su reloj algo impaciente y ella sabía que era capaz de dejarle atrás si lo retrasaba un minuto más. Por lo que la manzana y el vaso de jugo fueron su mejor opción. Ya desayunaría en el edificio.

Pasó de tener todo el tiempo del mundo para prepararse, a salir de casa despeinaba, con hambre, y sin paraguas.

–No puede ser cierto –mascullaba mientras rebuscaba en su bolso un par de cuadras antes de que llegaran a la universidad.

–¿Qué pasa hija? –preguntó su padre, mirándola de reojo.

–Olvidé traer mi paraguas –Sakura cubrió sus ojos con las palmas de sus manos y apoyó la cabeza en el asiento–. Este día va de mal en peor –gruñó por lo bajo.

–Lo siento, no tengo ninguno en el coche –le dijo su padre–. Sólo sé que hay una sudadera en la parte de atrás. Puedes usarla como un paraguas de emergencia.

–Creo que no tengo opción –Sakura suspiró y estiró el brazo hacia el asiento trasero, tomando la sudadera de la que hablaba su padre–. Gracias papá, no prometo regresártela –rió un poco.

–No la espero de vuelta –su padre le sonrió cómplice y detuvo el auto frente a la entrada–. Sakura –llamó su atención antes de que bajara del auto, ella volteó a verlo, ya se había puesto la sudadera en la cabeza–. Cuídate mucho hoy –susurró su padre y la tomó por la nuca para darle un beso en la frente.

Blinding Eyes (Kuroo Tetsurou x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora