VII

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Antes de que ella pudiera responder algo ante sus dulces palabras, Tendō estiró los brazos y sacó su camiseta por su cuello, dejando expuesto su delgado pero musculoso torso. Sakura vio un par de tatuajes sobre sus costillas y el estómago. Levantó las cejas, admirando las piezas.

–¿Necesitas un trapeador, niña? –rió Tendō antes de ponerse la camiseta con la que entrenaría.

–Estaba viendo tus tatuajes –contestó ella rodando los ojos, luego señaló sus costillas–. Ese es de la artista Joko Yuno, ¿verdad?

Tendō fue quien levantó las cejas esta vez, sorprendido por la pregunta. En ocasiones las personas le decían que sus tatuajes se veían bien, pero nunca le habían preguntado por los artistas que le habían tatuado.

–Sí, ella lo hizo –asintió–. ¿La conoces? –ladeó la cabeza mientras soltaba su cabello rojo del pequeño moño para volverlo a sujetar con más firmeza.

–Bueno, tengo un par de piezas hechas por ella –admitió con la mirada baja, casi inaudible.

Kuroo salió de los vestidores con su ropa de entrenar y su botella de agua. Frunció el ceño notoriamente al ver como Tendō se quitaba la ropa con tanta facilidad frente a Sakura, ¿desde cuándo esos dos se conocían? ¿Y desde cuándo se tenían tanta confianza?... Bueno, Tendō tenía demasiada confianza con todo el mundo.

–¿Tienes tatuajes? –la voz de Tendō ni siquiera luchó por ocultar su sorpresa.

–No vayas gritándolo por la vida, Satori-san –rió ella y negó con la cabeza mientras caminaba hacia la banca que compartiría con el entrenador al lado de la cancha.

Tendō rió a carcajada limpia, le agradaba su nueva amiga. Rápidamente se dirigió a los vestidores para terminar de cambiarse, si Sakura no hubiera estado en el gimnasio se habría cambiado los pantalones ahí mismo, pero eso sería demasiado irrespetuoso de su parte.

Kuroo lo siguió con la mirada, no podía despegar sus ojos del pelirrojo y no tenía la menor idea de por qué. Soltó un bufido y continuó estirando sentado en el suelo con los audífonos en las orejas, la música siempre sería su pequeño paraíso. Antes de darse cuenta, tenía los ojos clavados en Sakura, quién se mantenía de pie al lado de la red, hablando con Lev y Wakatoshi sobre sus técnicas en bloqueo. Ushijima asentía mientras que Lev parecía mirarla como si le estuviera hablando en otro idioma.

–No querrás que se te salgan los ojos –le dijo Yaku y clavó su codo en su costado. No se había dado cuenta de cuando el rubio se había sentado a su lado.

–No sé de qué hablas –respondió Kuroo evadiendo la pregunta, estiró su torso sobre su pierna derecha, sosteniendo su pie con las dos manos.

–Claro, claro –Yaku rodó los ojos–. No creas que no he notado como miras a Tomoki-san –rió un poco el rubio.

–Tú no has notado nada. Lo estás imaginando, Yaku –terció el pelinegro con voz aburrida.

–Vale, como digas –Yaku rodó los ojos, le aburría que Kuroo no se molestara con sus bromas–. ¿Dónde está Tanaka?

–No podía venir hoy, tenía cosas que atender en casa –dijo Kuroo y apoyó los codos en el suelo a su espalda, recostándose en ellos. Sus ojos se dirigieron rápidamente a Sakura, pero recuperó la compostura al recordar a Yaku a su lado, ese rubio tenía la intuición de un gato–. ¿Y el entrenador? –miró a Yaku.

–Llamó y dijo que llegaría un poco tarde, las carreteras están colapsadas cuando hay lluvia y es la hora pico.

–Bueno, el mundo no se detiene por nadie –dijo Kuroo y se puso de pie luego de un último estirón de piernas–. ¡Empecemos! –exclamó, llamando la atención de todos los presentes con un fuerte aplauso.

Blinding Eyes (Kuroo Tetsurou x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora