CAPÍTULO XII

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Cambié la página del diario, dejé el diario en la mesa y bebí de mi café de Rengatai. Disfrutar del aire libre en la mañana era perfecto para momentos de paz, sobre todo lejos de Massimo.

Volví a tomar el diario. Cuando leì el título de aquella página, el café quería salir por la nariz. Tapé mi boca angustiada.

Shigechi-kun estaba desaparecido.

¿Cómo pudo pasar eso?¿En dónde fue?¿Cuándo ocurrió esta desgracia? Pero la interrogante más importante ¿Por qué?

Tal vez sólo estaba perdido en algún lugar de Morio-cho, ya que, al ser un niño debía sentir bastante curiosidad sobre el mundo que lo rodeaba. Respiré profundamente dando largas inhalaciones y exhalaciones.

La idea de que un asesino en serie se encuentre rondando en esta tranquila ciudad apareció sobre mi, bloqueando las otras ideas (que eran más tranquilas que aquella llena de horror) hizo que en mi pecho habitara un pesar.

Esto tomó mas validez al recordar que Koichi-kun me había pedido un inocente favor de recopilar cada caso de mujer y niñas desaparecidas. Me sentí un poco torpe al pensar en que se trataba de un trabajo de clase. Sin embargo, no debo dar por hecho situaciones de las cuales no son concretas, aun con la falta de pruebas en mis manos, eso era algo que me caracterizaba. Pero...

Suspiré al ver a la persona que se encontraba frente a mí, en la mesa continua. Acerqué el diario hacia mi rostro, de esta forma pasar desapercibida hacia la persona que menos quería ver en el mundo.

Dejé el diario en su lugar, no obtendría nada si me escondía, por lo que me resigné y tomé mi taza de café para darle un largo sorbo hasta terminarlo.

-Rosetta...-

Levanté mi mirada hacia la voz. Allí, aun en su mesa se encontraba Sonia Prina. Se podría decir mi enemiga, pero no me gustaban esos términos. Se acercó a mí, mirándome con un rostro serio.

-Sonia- Dije a modo de saludo

-Supongo que esta vez te encuentras bien-

Aquello me causo confusión.

-¿Te preocupas por mi?-

-Tsk- Chasqueo su lengua -No vuelvo a ser amable contigo nunca más-

Se sentó a mi lado. Acunó su rostro con ambas manos. Crucé mis brazos tratando de evitarla.

-Pensé que ya estabas en Italia,como ya conseguiste la entrevista- Dije apretando mis dientes molesta. No sabía con qué cara volver a Italia.

-Y pensé que tu ya la habías conseguido- Comenzó a jugar con la cuchara que estaba en mi taza. La fulminé con la mirada pero de inmediato dejé de hacerlo -Pero bueno, no todo se consigue en la vida.

Ambas levantamos nuestras cabezas al mismo tiempo al escuchar un sonoro lloriqueo, al ser agudos, supuse que serían de alguna niña. Me levanté seguida de Sonia.

Me acerqué hacia unos arbustos de la vereda, una pequeña niña de no más de ocho años se encontraba en el piso llorando.

Miré hacia atrás donde Sonia estaba, ella me devolvió la mirada con una ceja levantada, se cruzó de brazos y apuntó con su cabeza hacia la niña.

Me agaché para no espantar a la criatura frente a mí, moví mi mano en forma de saludo para captar su atención, cosa que funcionó. No obstante, no dejo de llorar.

-Hola, pequeña ¿Estás bien?- Pregunté con un tono de voz adecuado, de forma que no pudiera espantarla.

-È ovvio che non è giusto. Perché qualcosa sta piangendo- (Es obvio que no está bien. Por algo está llorando)

Open Your Heart, Kishibe Rohan ¡ACTUALIZANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora