IX (Contenido +18)

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La luz que inunda la habitación me arranca del profundo sueño. Me desperezo y abro los ojos. Es una bonita mañana de mayo.  Draco Malfoy está profundamente dormido a mi lado. 


Me sorprende que esté todavía en la cama. Como está de cara a mí, tengo la oportunidad de examinarlo bien por primera vez. Su hermoso rostro parece relajado. Sus labios, gruesos y perfilados, están ligeramente abiertos, y el pelo, limpio y brillante, alborotado. ¿Cómo puede ser alguien tan guapo? Recuerdo su cuarto del piso de arriba...  Tengo mucho en que pensar. Siento la tentación de alargar la mano y tocarlo, pero está precioso dormido, como un niño pequeño. No tengo que preocuparme de lo que digo, de lo que dice él, de sus planes, especialmente de sus planes para mí.

Podría pasarme el día contemplándolo, pero tengo mis necesidades... fisiológicas. Salgo despacio de la cama, veo su camisa blanca en el suelo y me la pongo. Me dirijo a una puerta pensando que puede ser el cuarto de baño, pero lo que encuentro es un vestidor tan grande como mi habitación. Filas y filas de trajes caros, de camisas, zapatos y corbatas. ¿Para qué necesita tanta ropa?. 

Eso me hace recordar a ¡Flis!. 

No me acordé de ella en toda la noche. Se suponía que tenía que avisarle. Mierda. Va a enfadarse conmigo. Por un segundo me pregunto cómo le irá con Theodore. Vuelvo al dormitorio, en el que Draco sigue dormido. Abro la otra puerta. Es el cuarto de baño, más grande que mi habitación. ¿Para qué necesita tanto espacio un hombre solo? Dos lavabos, observo con ironía. Si nunca duerme con nadie, uno de los dos no se habrá utilizado.Me miro en el enorme espejo. 

¿Parezco diferente? Me siento diferente. 

Para ser sincera, estoy un poco dolorida, y los músculos... es como si no hubiera hecho ejercicio en la vida. Tengo que asimilar todo esto. Sinceramente, me he encaprichado de un hombre guapísimo, que está forrado y que tiene un cuarto del dolor esperándome. Me estremezco. Estoy desconcertada y confundida. Tengo el pelo hecho un desastre. Intento poner orden en ese caos con los dedos, pero no lo consigo y me rindo.

Me muero de hambre. Vuelvo a la habitación. El bello durmiente sigue dormido, así que lo dejo y voy a la cocina.Oh, no... Flis. Dejé el bolso en el estudio de Draco. Voy a buscarlo y saco mi teléfono. La llamo, pero no me contesta y le dejo un mensaje.

Saco mis auriculares de la bolsa. No hay nada como la música para cocinar.

La cocina me intimida un poco. Es elegante y moderna, con armarios sin tiradores. Tardo unos segundos en llegar a la conclusión de que tengo que presionar en las puertas para que se abran. Quizá debería prepararle el desayuno a Draco.  Abro el frigorífico, veo que hay muchos huevos y decido que quiero tortitas y beicon. Empiezo a hacer la masa bailando por la cocina.

Me vuelvo y veo a Draco sentado en un taburete, con los codos encima de la barra y la cara apoyada en las manos. Lleva la camiseta con la que ha dormido. El pelo revuelto le queda realmente bien, como la barba de dos días. Parece divertido y sorprendido a la vez. Me quedo paralizada y me pongo roja. Luego me calmo y me quito los auriculares. Me tiemblan las rodillas solo de verlo.

—Buenos días, señorita Lacroix. Está muy activa esta mañana —me dice en tono frío.

—He... He dormido bien —le digo tartamudeando.

Intenta disimular su sonrisa.

—No imagino por qué. —Se calla un instante y frunce el ceño—. También yo cuando volví a la cama.

—¿Tienes hambre?

—Mucha —me contesta con una mirada intensa.

Creo que no se refiere a la comida.

Nunca he querido más - Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora