XII (Contenido +18)

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Por primera vez en mi vida salgo a correr voluntariamente. Busco mis asquerosas zapatillas, que nunca uso, unos pantalones holgados y una camiseta. Me hago una trenza. Necesito quemar parte de esta excesiva y enervante energía. Cuando abro la puerta, Flis está llegando. Casi se le caen las bolsas al verme. Gia Lacroix con zapatillas de deporte. La saludo con la mano y no me paro para que no me pregunte. De verdad necesito estar un rato sola.

Cruzo el parque. ¿Qué voy a hacer? Lo deseo, pero ¿en esos términos? La verdad es que no lo sé. Quizá debería negociar lo que quiero. Revisar ese ridículo contrato línea a línea y decir lo que me parece aceptable y lo que no. He descubierto en internet que legalmente no tiene ningún valor. Seguro que él lo sabe. Supongo que solo sirve para sentar las bases de la relación. Detalla lo que puedo esperar de él y lo que él espera de mí: mi sumisión total. ¿Estoy preparada para ofrecérsela? ¿Y estoy capacitada?Una pregunta me reconcome: ¿por qué es él así? ¿Porque lo sedujeron cuando era muy joven? No lo sé. Sigue siendo todo un misterio.Me paro junto a un gran abeto, apoyo las manos en las rodillas y respiro hondo, me lleno de aire los pulmones. Me siento bien, es catártico. Siento que mi determinación se fortalece. Sí. Tengo que decirle lo que me parece bien y lo que no. Tengo que mandarle lo que pienso y ya lo discutiremos el miércoles. Respiro hondo, como para limpiarme por dentro, y doy la vuelta hacia casa. Voy a mi habitación, tomo la moneda y comienzo a decir:

Bien... Creo que ya he visto bastante. Ha sido agradable conocerte.

Termino de hablar riéndome de mi travesura. ¿Le va a parecer a él tan divertida? Oh, mierda... seguramente no. Draco Malfoy no es famoso por su sentido del humor. Aunque sé que lo tiene, porque lo he vivido. Quizá me he pasado. Espero su respuesta. Espero y espero. Miro el despertador. Han pasado diez minutos.Para olvidarme de la angustia que se abre camino en mi estómago, me pongo a hacer lo que le he dicho a Flis que haría: empaquetar las cosas de mi habitación. Empiezo metiendo mis libros en una caja. Hacia las nueve sigo sin noticias. Quizá ha salido. Me siento a mi mesa a releer el contrato y a anotar mis observaciones y comentarios.No sé por qué levanto la mirada, quizá capto de reojo un ligero movimiento, no lo sé, pero cuando la levanto, Draco está en la puerta de mi habitación mirándome fijamente. Lleva sus pantalones grises de franela y una camisa blanca de lino. Me quito los auriculares y me quedo helada. ¡Joder!

-Buenas noches, Gia -me dice en tono frío y expresión cauta e impenetrable.

La capacidad de hablar me abandona. Maldita Flis, lo ha dejado entrar sin avisarme. Por un segundo soy consciente de que yo estoy hecha un asco, toda sudada y sin duchar, y él está guapísimo, con los pantalones un poco caídos, y para colmo, en mi habitación.

-He pensado que tu mensaje merecía una respuesta en persona -me explica en tono seco.

Abro la boca y vuelvo a cerrarla, dos veces. Esto sí que es una broma. Por nada del mundo se me había ocurrido que pudiera dejarlo todo para venir aquí.

-¿Puedo sentarme? -me pregunta, ahora con ojos divertidos.

Quizá la broma le ha parecido graciosa.Asiento. Mi capacidad de hablar sigue sin hacer acto de presencia. Draco Malfoy está sentado en mi cama...

-Me preguntaba cómo sería tu habitación -me dice.

Miro a mi alrededor pensando por dónde escapar. No, sigue sin haber nada más que la puerta y la ventana. Mi habitación es funcional, pero acogedora: pocos muebles blancos de mimbre y una cama doble blanca, de hierro, con una colcha que hizo mi madre cuando estaba en su etapa de labores hogareñas. Es azul cielo y crema.

-Es muy serena y tranquila -murmura.

No en este momento... no contigo aquí. Respiro.

-¿Cómo...?

Nunca he querido más - Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora