11. quidditch, just quidditch

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El verano había sido increíble, había ido varias veces a la playa y también había ido a una feria muggle en donde se compró un lápiz muy bonito. Sophie le había escrito muchas veces, de cierta forma, sentía que ella y Sophie se habían hecho más cercanas el año anterior. La chica había viajado a América a ver a su abuela, quien la mimó mucho. Ella le comentó que su abuela le había dicho que era su preferida de todos sus nietos.

Actualmente, llevaba tres días en la mansión Malfoy. Llegó un día por la tarde, a eso de las ocho. Draco le había escrito invitándola al mundial de Quidditch y también a que se quedara unos días en la mansión antes del regreso a clases.

Ágatha aceptó luego de que Zenda, de manera bastante reacia, le diese permiso.

El día que había llegado al lugar, Narcissa la había recibido con dos besos y un delicado abrazo. Lucius había besado su mano luego de decirle lo encantadora que se veía en ese vestido. Era el vestido que Draco le había regalado en Navidad.

Le habían servido té y habían conversado acerca de las vacaciones. Le dieron un cuarto de paredes color purpura y su cama tenía un cobertor color hueso. El cuarto era ridículamente espacioso y la cama era muy grande también. El techo, también de un morado oscuro, estaba tan bien lustrado que la habitación se reflejaba en él. Había una gran lámpara de lágrima y las ventanas eran muchas, largas y delgadas.

De todos modos, Narcissa dejaba que se quedase en la habitación de Draco hasta tarde y despertasen tarde también. Los elfos preparaban la comida y cuando ella llegaba al comedor Lucius ya estaba sentado y leyendo El Profeta.

<<Buenos días, Ágatha, querida>>.

Se sentaba al lado de Draco, quien se sentaba a la izquierda de su padre, y desayunaban con tranquilidad. Luego, salían al jardín y Draco volaba en su escoba mientras ella leía uno de los libros que Lucius le había prestado de su gran biblioteca.

A la hora del almuerzo a veces comían afuera y otras veces dentro. Lucius no comía con ellos. En alguna parte de la gran mansión debía estar, pero no con ellos. Durante la tarde, ella y Draco hacían cualquier cosa. Desde conversar, hasta jugar a las escondidas en algún salón de la mansión.

A la hora de la cena, todos estaban juntos. Lucius terminaba primero y dejaba más de la mitad de su comida. Ágatha notó que estaba más delgado.

Cuando Lucius se iba, Draco sentía que podía respirar. Ágatha lo notó desde el primer día, su primo siempre estaba tenso cuando su padre estaba cerca.

En general, habían sido días buenos. El tercer día había sido entretenido gracias a la emoción de Draco. Al otro día irían al Mundial de Quidditch y su primo no dejaba de repetir lo genial que sería el evento.

—Estás haciendo que mis expectativas sobre el mundial sean muy elevadas, Draco. —comentó un día, mientras paseaban por el gran jardín a eso de las siete de la tarde.

—Ágatha, sé de lo que estoy hablando. —le contestó el chico.

Narcissa, que paseaba tranquila junto a ellos, sonreía levemente mientras los miraba.

Draco tomó la mano de Ágatha y se la llevó a algún lado, corriendo. El atardecer producía una luz naranja y rosada, el aire era fresco y el viento era leve.

Narcissa solo los miraba.

...

Estaban enfundados en sus pijamas; el de Draco siendo color verde oscuro y en satín, Ágatha tenía puesto un pantalón también de seda, color blanco. Pero la parte superior del pijama era una sudadera que Draco le había prestado.

hate; wizarding worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora