✨ ━━━━𝔥𝔢𝔯 𝔭𝔬𝔴𝔢𝔯

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VIII

» 𝔞𝔫𝔡 𝔦 𝔠𝔞𝔫 𝔟𝔞𝔯𝔢𝔩𝔶 𝔟𝔯𝔢𝔞𝔱𝔥«


   𝔈l día era de los mejores en años, en cuestiones climáticas, cosa imposible en el país de Kerch con su clima mediterráneo, frío, húmedo, lluvioso y nublado todo el tiempo.

En el bosque alejado de la urbe, si es que se podía llamar así a Ketterdam, no había excepción para la mujer y la joven que disfrutaban la cálida tarde que se convertiría en un doloroso recuerdo.

La última vez.

Cuando el día acabó y el tiempo se acortó, el clima hizo de las suyas, con su propio antítesis, una lluvia torrencial se había desatado sobre Ketterdam y sus proximidades, una tormenta que aterraría a los más pequeños, frente a la incertidumbre de sus sueños, mientras que despertaría la alerta en los adultos, frente al peligro de las calles.

A diferencia de todos, este hecho calmaba profundamente a la joven. Que leía pasible un libro de plantas medicinales muy viejo de los lejanos palacios de Ravka. Sin embargo, su calma no duró demasiado.

Un relámpago se vio a través de la ventana cerrada, seguido retumbó el trueno y la puerta se abrió revelando la figura enferma, casi esquelética de su madre. Se acercó a ella, con pasos apresurados y torpes, su mente no razonaba, y la de la joven tardó en reaccionar. Se abalanzó sobre ella, la tomó de los pelos con locura.

"¿Qué había echo mal?"

Entre el forcejeo se oyeron más truenos, la tormenta era más furiosa entonces, las velas se estaban extinguiendo, el libro cayó al suelo y con un golpe la ventana se rompió en un estruendo escandaloso, la sangre corrió por el suelo de madera y por poco escapó.

Esa noche fue larga y dolorosa para la joven, sus cicatrices tardaron en sanar, así como su mente y su corazón. Días después ya no volverían la casa, o su madre, el piano y la hierba... Nada de eso, y no supo qué era peor.

. . .

𝔎irigan presentó a la joven.

—Ella es Alina Starkov— dijo en un susurro. —Y ella ha venido a salvarnos— abrió los brazos, cerrando algunos dedos, en señal de la invocación y con un aplauso dramático una nube oscura se extendió, oscureciendo el lugar de una manera tan profunda, luego de eso extendió una mano girándose a la aludida. La cuál, nerviosa, no miró a nadie en especial al apartar la mirada del hombre. Juntó sus manos e invocó de esa manera la luz del sol.

Su poder se extendió por todo el decorado salón, primero tenue, como cuando se encienden varias lámparas de gas en medio de una noche oscura de invierno, pero luego la luz y calidez irradiaban de su cuerpo, venía desde su interior y pareció que era un pleno día de sol de verano, dentro del recinto.

Su poder era real. No era una impostora.

"Inej..."

Me atreví a mirar a un costado a la suli, mientras los nobles se persignaban a Sankta Alina, ella también hizo la seña de su fé y la imité complacida.

Pronto sacaron a Alina. Era nuestro turno de actuar. Caminamos siguiendo de lejos a la Invocadora.

Reía junto a un mortificador y una agitamareas. Inej se nos había unido.

—Y la salida de lince era para exponer a Arken— la morena ataba cabos sueltos.

—Como dije, nuestro futuro depende de esto... Vimos dos vestidos iguales en el vestidor, y luego entró una inferni a probarse uno de ellos, supusimos que sería un señuelo. Necesitan al objetivo al inicio, pero en la recepción usarán al doble por seguridad. Así que Arken irá tras la doble, mientras seguimos al objetivo.

—Atraparán a Arken.

—Y eso nos lo quita del camino— dije.

—Eligió su destino cuando se reunió con Zlatan.

—Lo oí hablar tras la carpa. Arken había hecho el trato de asesinarla a cambio de lo que nos ofrecían a los cuatro en total.

—Vamos... Señorita Starkov, debemos escoltarla para la cena, ¿nos acompañaría por favor?— fuimos detrás de la Invocadora, siguiendo su paso. 

—Pensé que...— Se volteó creyendo que otros guardias estaban detrás de ella, pero no había nadie, salvo por otros grupos conversando de vanalidades. —Supongo que continuaré con ustedes.

Pero no recorrimos mucho, al punto de que Kirigan se acercó, entregándole a la chica un pequeño ramo de lirios azules, y la escoltó él mismo, hizo un gesto extraño al despedirnos.

Nos retiramos sin chistar y continuamos en nuestros papeles por un rato más.

Más tarde salimos, de vuelta a alguna zona oscura donde cambiarnos, Kaz vigiló mientras nosotras lo hacíamos, apresuramos el paso y pasamos a la zona del Palacio donde estaría el carruaje.

—Nos iremos con las manos vacías.

Jesper se adelantó con una sonrisa landina.

—¿Están seguros?

—Ve al grano Jesper.

—Deberías preguntar.

—¿Preguntar qué?— gruñó el cabeza del grupo.

—Si tenemos a la chica— subí a la parte del frente del carruaje y me senté, deslizando mi arco para que no se viese entre la capa de viaje y el vestido con pantalones que llevaba debajo.

—Muy bien ¿Tenemos a la chica?— fastidiado ya, Kaz siguió el juego de Jesper. El aludido sólo mostró una risa socarrona y subió para ser seguido de los demás. Chistó a los caballos y en sólo minutos ya estábamos fuera del Pequeño Palacio.


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OWNLESS〰kaz brekkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora