Capítulo XL

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"El hombre solitario es una bestia o un dios"

Aristóteles

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Recibo encantada a la señora Dionne quien ha venido ha venido a visitarme nuevamente en la semana, tanto ella como su esposo están emocionados con la llegada del bebé que además de estar empeñados a querer tener pronto un gran apego con su nieto o nieta, al parecer también me abrieron las puertas de sus vidas para poder ser parte de ellas ahora que nos vemos más seguido y pasamos tiempo juntas.

Después del día del baby shower la situación se volvió más agradable y cálida cuando conocí al abuelo de Demian, el señor Odell. Al principio cuando mi jefe me lo presento en la fiesta pensé que está vez mi relación con la familia Thalassinos se llegaría a complicar cuando supiera la verdadera historia de cómo quede embarazada del hijo o hija de su nieto, añadiendo de que soy su empleada. Sin embargo, eso no termino sucediendo cuando la impresión diplomática y seria que tenía el abuelo de Demian se alejó en el momento en que me dio la bienvenida con un abrazo, como también, incentivándome que pasará más tiempo en Tolo y que luego del nacimiento de su bisnieto me acercará a Kavala para conocer su ciudad natal en donde nació y creció.

No pensé que el señor Odell fuera muy simpático y carismático, algo que no sé si es por la edad o porque es su forma de ser, pero en sí, terminamos agradándonos a simple vista. Más porque con la noticia que por fin llegaría el nuevo heredero de Kavala's Industry le emocionó más. Sinceramente en todo este tiempo no pensé que mi bebé sería el próximo en ascender el puesto de mi jefe, hasta hace una semana que el comentario fue impactante al darme cuenta que posiblemente esté bebé sea el único y último hijo o hija que Demian tendrá.

A estas alturas debería preocuparme sobre el futuro del bebé, porque no quisiera que sufriera por si él o ella no quiere dirigir la empresa de su padre, algo que tendría que hablar con Demian para que la situación no se vuelva complicada si nuestro hijo o hija no quiere seguir con el legado de la viticultura. Por lo que empiezo a darme cuenta que ya tenemos un tema por conversar en la cena.

— ¿Cómo te has sentido, querida? —La señora Dionne trae un paquete en sus manos.

—Estoy bien, solo que he comenzado a tener más contracciones. —Le digo preocupada.

—Es normal, no debes de preocuparte más cuando faltan tres semanas. —Asiento.

Vamos directo a la sala para luego sentarnos en el sofá, apenas me puedo mantener de pie con la enorme barriga que tengo y eso sin decir, que está vez, ya no puedo dormir muy a gusto luego de sentir los movimientos constantes del bebé, que van entre dar patadas hasta sentir como va de un lado a otro como si estuviera jugando.

— ¿Y Demian? —Pregunta al no ver a su hijo en casa.

—Fue por helado... Tuve un antojo y bueno, no pude detenerlo —le digo un poco avergonzada.

—Al menos tus antojos son de día, querida. Recuerdo que cuando estaba embarazada de Cassandra, muchas veces despertaba a Basil en la madrugada por algún antojo, una vez no había fresas en la casa y el pobre tuvo que ir al supermercado a las dos de la mañana para complacerme. —Ambas empezamos a reír.

Realmente no es que mis antojos aparezcan solo de día cuando a veces los tengo de noche, pero desde la última vez que estuve en la cocina en la madrugada, terminé en la cama de Demian, asustada por lo que hice con él y sintiendo como su perfume se había quedado impregnado en mi piel. Así que, evitándome otro tipo de percance como ese, decidí que siempre en las noches me llevaría una jarra con agua, para evitar otro tipo de reencuentro que provocará que terminase bajo el cuerpo del dios griego que vive en esta casa.

Jefe, tendré un hijo suyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora