Capítulo XLI

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"Se quiere más aquello que se ha conseguido con muchas fatigas"

Aristóteles

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[ Demian ]

— ¡Felicidades! ¡Es un niño!

Quede asombrado ante la maravillosa llegada de mi hijo que ni siquiera pude reaccionar ante los primeros segundos en que vi como el doctor lo tomaba entre sus manos y el pequeño empezara a llorar y dejar salir gritos que mostraban primeramente su buena condición al nacer.

El doctor apenas corto el cordón umbilical para que una enfermera apareciera tomando al bebé entre una toalla para empezar a limpiarlo, ver aquel cuerpecito cubierto de sangre y de color rosa provoco que mi piel se erizara, sin decir que, tuve un gran sentido de orgullo y felicidad al ver nacer a mi hijo.

Le doy una mirada a Danika y empiezo a hablarle para que pueda conocerlo, sin embargo, me doy cuenta que no se mueve, se encuentra pálida y su mano empieza a ponerse fría. De la felicidad paso a la preocupación al saber que ella no se encuentra bien, ocasionando que tenga un enorme choque contra la realidad luego que hizo que le prometiera que cuidara de nuestro bebé si algo le llegase a suceder.

—Hay un exceso de sangrado, debemos de detenerlo antes que se convierta en una hemorragia —le doy una mirada rápida al doctor al escucharlo.

—Doctor, ¡¿qué le pasa a mi mujer?! —Ni siquiera fui consciente de lo que dije.

Él no me responde al estar sumergido en su trabajo mientras que las enfermeras lo ayudan a detener la hemorragia que ha comenzado a sufrir Danika, empiezo a tener miedo que ni siquiera sé en qué puedo ayudar, apenas sostengo su mano e intento hacer que reaccione mediante le hablo, pero ella no da una señal de movimiento.

—Señor Thalassinos, tendrá que salir de la sala y esperar... —interrumpo a la enfermera.

— ¡¿Esperar?! ¡No puedo esperar cuando ella no reacciona! —Digo alterado.

—Le pediré de favor que salga, estamos haciendo nuestro trabajo deteniendo el sangrado y usted aquí, no puede hacer nada. —Dice con autoridad la enfermera. —Si no se va, tendrán que sacarlo a la fuerza. —Gruñí molesto al escuchar eso.

Dejo un beso en la cabeza a Danika y me marchó de la sala de partos para empezar a quitarme la bata y el gorro antes de botarlos; al estar en frente de aquella puerta me atemorizo en lo pueda llegar a sucederle a ella, no creí que las posibilidades de un sangrado posparto se llegará a dar pero tampoco fue calculado cuando ella se encontraba bien de salud; suspiro resignado al no poder estar a su lado, por primera vez luego de tanto tiempo de nuevo percibo ese sentimiento violento de miedo, debería estar feliz por la llegada de nuestro hijo y aunque lo esté, otra parte de mí se mantiene en estado de alerta por no saber que pueda ocurrirle a Danika.

Cierro los ojos y me acaricio la cabeza, tengo que ser optimista, ella es fuerte y sobresaldrá de esto. Pude haberle prometido que cuidare de nuestro hijo si le llegase a suceder algo, sin embargo, quiero que ella esté presente cuando lo conozca y que también, lo vea crecer.

Camino en dirección a la sala de espera para que pronto puedan darme alguna noticia de Danika, pero apenas cruzo el umbral cuando me encuentro a mi familia quienes se acercan a mí para darles las buenas nuevas, aunque no todo esté saliendo muy bien como lo esperaba.

— ¿Hijo?

Mi madre es la primera en abrazarme esperando que le diga algo, realmente no me arrepiento de nada en haberlos llamado en el camino para que llegaran pronto al hospital y me acompañaran en esta nueva etapa de mi vida.

Jefe, tendré un hijo suyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora