14. Ojalá me pudieras querer (II)

102 17 3
                                    


Por la tarde, poco después del almuerzo, Erick los visita acompañado de Scott.

—¿Lo vas a sacar a pasear? —pregunta Andrea acariciando al cachorro.

—No, solo lo traje de visita —responde él sentándose en el sillón más grande.

—Disculpa —dice Andrea al tiempo que le sirve un poco de comida a Scott—, mi tía se fue recién hace unas horas y me entretuve ordenando mi cuarto, pensaba recogerlo en un rato.

—Ah, no importa, no vine por eso. Quería pedirte un favor.

Andrea se sienta frente a él todavía con cierta aprehensión. Erick nunca le pide favores.

—Quiero hacerle una fiesta sorpresa a Karen y necesito tu ayuda.

La sorpresa borra la inquietud de Andrea de golpe.

—Pero todavía faltan más de dos semanas para su cumpleaños —comenta.

—Sí, pero me mandan de viaje del trabajo. Saldré mañana temprano y aproveché que Karen se fue a cortar el cabello para venir a hablar contigo. Estaba pensando en traerle mariachis, pero no sé si es buena idea. ¿Kim no podría contactarse con un grupo de esos que a ella le gustan?

Andrea hace una mueca de burla ante la evidente broma.

—Por lo visto quieres algo grande —agrega.

—No, no, será una reunión sencilla, solo sus primas y algunos amigos. Los de la promoción, por ejemplo. Karen se la pasa organizando reencuentros, pero siempre falta alguien...

—Puedo avisarles desde ahora, pero ¿quieres hacerlo el mismo día de su cumpleaños?, porque cae un viernes, la mayoría trabaja al día siguiente y dudo que puedan trasnochar.

—No va a ser una fiesta, sino más bien lo que te dije: una reunión. Lo tengo todo planeado: primero ella y yo iremos a cenar, luego volveremos a casa y ahí estarán ustedes. Contrataría un servicio de catering y tal vez un mozo, para que nadie tenga que preocuparse de estar sirviendo. Y habría música por si quieren bailar un poco...

—¿Y dices que no quieres nada grande? —pregunta Andrea en tono burlón.

—No, pero sí quiero que sea algo especial: va a cumplir treinta.

De repente, Andrea siente una punzada de celos. Quiere a Karen de esa forma instintiva con que se quiere a una hermana, pero, en momentos como ese, la envidia.

—La primera sorpresa será encontrarlos a todos en la casa —continua Erick—. La segunda vendrá después de la torta...

—¿Y cuál es?

—Algo que quiere hace tiempo...

Andrea apenas se toma un segundo antes de aventurarse a exclamar:

—¿Le vas a pedir la mano?

Erick tarda en responder, pero el repentino cambio en su expresión es bastante elocuente. Andrea intuye que ha metido la pata.

—¿Quiere que nos casemos? —pregunta él más bien para sí mismo—. Pero yo creí que estábamos bien...

Sí, definitivamente abrió la boca de más.

—No sé si quiere o no quiere, ella no me dijo nada —se apresura a aclarar Andrea—, pero ya tienen como dos años viviendo Juntos y no sé cuántos de enamorados, así que pensé...

Su amigo la interrumpe poniéndose de pie y murmurando ensimismado.

—Lo habíamos hablado, dijo que no era necesario, que no teníamos apuro...

Esto no es un drama coreanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora