20. El beso de un esposo

119 12 3
                                    



Cuando Andrea era una niña, soñaba con tener una granja enorme en la que pudiera cuidar a todos animales que quisiera. De adolescente, después de enfrentarse a la dura realidad del abandono y maltrato animal, decidió, seriamente, que su sueño de niña se volvería real, así que empezó ahorrar dinero con ese fin. Ya siendo una adulta, con la ayuda de Alejandro, la idea iba tomando cada día una forma más definida, y ahora que lo piensa, quizá fue esa la verdadera razón de que su ruptura le chocara tanto: su único aliado en proteger animales indefensos fue él.

Lo de Rocky significó uno de sus más grandes fracasos como rescatista, pero está consciente de que el golpe para Alejandro fue todavía peor por la seguridad que él tenía de poder darle una vida mejor. Mientras el auto avanza, Andrea se pone a pensar, por primera vez en mucho tiempo, en qué es lo que quiere hacer. Con Scott a cargo de Karen, ya no tiene ningún pequeño que cuidar y la empieza a invadir una sensación de vacío; no en vano se ha dedicado poco más de dos años, en exclusiva, a rescatar animales.

Al llegar a su paradero, Andrea baja del auto y recorre el camino a casa a pie. Es temprano, pero Kim debe estar preparando el almuerzo. Sin darse cuenta, sonríe. Le gusta saber que hay alguien esperándola en casa: Kim sustituye muy bien a sus rescatados.

Efectivamente, su inquilino está trajinando en la cocina concentrado en preparar otra de sus innovaciones coreano—americanas. Últimamente parece muy enfocado en eso, lástima que ella ya no disfrute de las delicias que prepara: lo único que le provoca esos días es acurrucarse en su cama y dormir. Con un suspiro agotado, entra a la cocina y se dispone a ayudarlo. Él le dice algo en coreano y ella adivina que le está diciendo que pronto estará lista la comida.

—No importa. Renuncié al trabajo —responde y, al percatarse de que no lo tradujo, lo repite usando su teléfono—. Ya no tengo que ir a trabajar. Renuncié.

Cuando escucha la voz del traductor, Kim deja todo lo que está haciendo y se vuelve a mirarla.

—¿Por qué renunciaste? —pregunta, usando el teléfono de ella.

—Estoy cansada. Creo que necesito vacaciones... —responde Andrea, entonces se le ocurre la idea—. Voy a pasar una temporada con mis padres —termina de decir y deja que el traductor haga su trabajo.

Why? When?(1)

—¿Ah? I don't know, tomorrow, maybe... (2)

Andrea se encoge de hombres y Kim se le queda viendo. Ella nota la preocupación de él, así que se apresura a explicar:

—No hay problema con tu estadía, creo que ya terminó el tiempo de alquiler que acordaron con mi tía, pero puedes quedarte hasta que yo regrese. Luego coordinaremos todo.

—¿Qué? ¿Solo me dejarás aquí?

—Ah, pues... sí...

Kim de pronto parece avergonzado.

—Apenas nos conocemos hace unos meses y piensas dejarme tu casa, ¿no has aprendido nada?

—No nos perjudica en absoluto que te quedes.

—Pero podría... podría... traer mujeres. Armar grandes fiestas con chicas y mucho alcohol.

Andrea abre los ojos, perpleja, al escuchar las palabras del traductor, a lo que Kim replica:

—Ya lo ves. No puedes dejarme aquí solo.

Por un momento Andrea cree que él está hablando en serio, luego se convence de que es una broma y menea la cabeza con una sonrisa desganada.

Esto no es un drama coreanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora