33. Ten una buena vida

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—¿Qué es eso? —pregunta Andrea, pero él no responde.

No es cierto que esté ebria. Solo está un poco mareada, pero sigue lo bastante lúcida como para notar que hay algo extraño. Sin esperar a que Kim le explique, ella se acerca y le quita el papel. Es un boleto de avión.

I will be leaving... (1)

No lo entiende. El inglés se le mezcla en la mente.

What?

Kim la mira arrugando la frente en una expresión triste. ¿Por qué? ¿Qué pasa?

I will return to Korea. (2)

Corea. Return. De pronto todo encaja. Tae Hyuk volverá a su país.

—¿Cuándo? ¿Por qué? —le suelta con una rabia inesperada—. ¡Contéstame!

La pena se acentúa en el rostro de Kim. Es como si le doliera algo. A ella también empieza a dolerle.

—¿Por qué te vas?... ¡Responde!

—Andy...

—¿¿¿Por qué???... Idiota, estás hablando en español... Why? When?

Friday.

"Fridai", ¿qué es fridai? ¿dónde dejé ese maldito teléfono?... Fridai, fridai... ¿Viernes? ¡Sí! Fridai es viernes. Se va el viernes... Pero ¿qué día es hoy?

—Lunes. Te vas en cuatro días...

Las lágrimas empiezan a brotarle sin control. Kim le toma de las muñecas y la acerca a él, acomodándola entre sus piernas. Es tan alto que aun sentado no tiene que levantar mucho la cara para verla a los ojos.

Why? —pregunta Andrea con un hilo de voz.

Sorry —responde él.

Andrea le corresponde aferrándose a él con todas sus fuerzas, como si pretendiera retenerlo.

—Quédate conmigo, por favor. No te vayas...

Mientras lo aprieta entre sus brazos con fuerza, Andrea se reconoce invadida por un terror similar al que se apoderó de ella cuando creyó perderlo en medio de la manifestación.

Apenas se dio cuenta de que había entrado a ese local sola, intentó salir de allí, pero ni los dueños ni las otras personas refugiadas allí se lo permitieron. Tuvo que esperar más de media hora antes de que se aventuraran a abrirle y dejarla salir.

Andrea recorrió la avenida infinidad de veces con el terror atenazándole la garganta. Su voz se quebró cuando empezó a preguntar por Tae Hyuk a las personas que vio, pero se tragó el nudo que apenas le dejaba respirar y logró no echarse a llorar.

Nadie lo había visto. Un hombre asiático, demasiado alto y demasiado guapo para pasar desapercibido, se hizo hecho humo frente a decenas de personas, ¿cómo era eso posible? Claro, todo el mundo estaba ocupado intentando escapar, pero aun así... la indiferencia de la gente le hizo apretar los puños y los dientes. Eso estaba bien. La rabia era mucho mejor que el pánico. Moverse y despotricar era mucho mejor que ponerse a llorar como una niña.

Fue entonces que decidió alejarse más. Iba media hora dando vueltas en los alrededores y era obvio que allí nadie le daría razones de él. Empezaba a oscurecer y su mente era un revoltijo de ideas. Tenía que poner una denuncia. Tenía que hacer carteles y pegarlos por todos los alrededores. Tenía que llamar a Karen y a Erick para que la ayudaran a buscarlo...

Al acercarse de vuelta al punto en que se separaron, Andrea creyó reconocer una silueta alta. La ligera esperanza que se había permitido tener, se convirtió en un anhelo desesperado y luego en un inmenso alivio cuando él agitó un brazo para llamar su atención.

Esto no es un drama coreanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora