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- Un poco, sí, Hizashi me hizo ir con él y otros profesores a un bar.

- Ya veo.- Dijo.

- Quería decirte algunas cosas.- Solté sin pensar y comencé a hablar sin controlarme.- Una mujer me besó, ella siempre me acosa con comentarios indecentes pero hoy se pasó de la raya y me besó por la fuerza.- Se quedó mirándome sorprendida.- Necesito que lo sepas por mí y también que sepas que yo no quiero nada con ella.- Añadí bajando la mirada avergonzado.- Quisiera haberlo evitado pero no estaba en mis cinco sentidos y mis reflejos me fallaron para retirarme a tiempo.

- Está bien.- Dijo acariciando mi mejilla dulcemente.

- También quiero responderte a lo que me dijiste en la oficina esta tarde.- Añadí poniendo mi mano sobre la suya y besando la palma de ésta.- También te amo.

Ella sonrió con ternura y me abrazó sobando mi espalda.

-El usted borracho me agrada, es muy honesto.- Rió.- Sus palabras me hacen muy feliz pero es hora de que vuelva a casa y descance mientras pueda.

- Mañana no hay clases, me gustaría pasar el día contigo si estás disponible. Sé que por la noche debes trabajar pero...

- Me encantaría.- Dijo con esa hermosa sonrisa cruzando su rostro y le dí un corto beso en los labios.

- Te acompañaré a casa.

***

Luego de dejarla en su casa volví a la mía para intentar conciliar el sueño.

Al día siguiente fui a buscarla al medio día, esperé en el auto a unas calles de su casa y ella no tardó en aparecer, subió al asiento del copiloto y salimos.

Se veía radiante.

Llevaba un vestido corto en tonos pastel que le daban un aspecto delicado y femenino pero no infantil o mimado.

Yo iba de negro, como siempre, con el cabello en una media cola y nada más, me sentí desarreglado para la ocasión.

Sus muslos me pedían a gritos tocarlos pero decidí reprimirme ya que no veníamos a eso.

Nos llevé hasta las afueras de la ciudad donde habían muy pocas casas o zonas concurridas, aquí sería poco probable que fuésemos reconocidos.

- Es un lugar pequeño pero hay un centro comercial, cine, restaurantes, parques. ¿Qué quieres hacer?- Le pregunté mientras caminábamos de la mano.

- ¿Está bien si vamos a comer algo? Discutí con mis padres esta mañana y no desayuné.

- Por supuesto.- Dije sin pensarlo dos veces llevándola a un restaurante familiar y tomando la mesa más alejada de la gente.- ¿Puedo preguntar el motivo de la disputa?- Pregunté cauteloso.

- Nada importante.- Se encogió de hombros.- No les gusta que me arregle para salir.- Añadió sonrojada.- Dicen que provoco a los hombres.

Eso me hizo enfadar. ¿Cómo podían decirle algo así a su hija? Bueno, evidentemente sí que provoca pero no es culpa suya. Yo mismo fui capaz de mantener mis manos quietas.

- No te preocupes por eso, yo mismo me aseguraré de que nadie te falte al respeto. Te ves hermosa.

- Gracias.- Respondió aún más roja.

La comida no tardó en llegar, cambiamos de tema y tras llenar nuestros estómagos y pagar salimos a dar una vuelta por las calles.

La arquitectura del lugar era muy tradicional y ella estaba encantada tomando fotografías de todo.

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