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Luego de firmar el alta nos dirigimos a mi casa a pie, ya arreglaría lo de mi coche con el seguro mañana a una hora prudente.

Mi casa no estaba tan lejos.

Al entrar le ofrecí de cenar y le preparé el ofuro. Su vestido estaba sucio y tenía algunas manchas de suciedad en la piel, no podía permitir que volviera así a su casa.

Su maleta con su cambio de ropa para después del trabajo había sido recuperada por la policía local de aquél pequeño sitio pero tendría que ir personalmente a reclamarla por lo que saqué una camiseta mía para que pudiera vestirse mientras lavaba su ropa.

Ella salió del ofuro envuelta en la toalla que le dí, le pasé una camisa y unos boxers limpios.

- Lo siento, es lo único que tengo.- Dije apenado.

- Tranquilo, no es como se no me haya visto ya en prendas menores.- Rió.

Se vistió con lo que le dí y nos acostamos juntos.

- Sabes, ya que estamos en pleno fin de semana y que quiero monopolizar tu tiempo, tal vez quieras volver a tu casa en la mañana para no levantar sospechas y venir aquí por la tarde.- Dije acariciando su cabello.

- Eso me gustaría.- Se acurrucó en mi pecho.- espero no ser una molestia para usted.

- En absoluto. Y por favor tuteame.- Le pedí. No sé exactamente qué tipo de relación teníamos pero ya nos habíamos besado e incluso acostado por lo que era incómodo para mí que me siguiera hablando de usted.- Sólo en privado, claro.

- Está bien.- Dijo ella con un dejo de alegría en su voz.- Lo voy a intentar. ¿También puedo hablarte por tu nombre?

Eso hizo saltar mi corazón y asentí intentando que no se notara la felicidad que me invadía.

Entonces me besó.

Lentamente los besos subieron de tono hasta que ella se posó sobre mi regazo y comenzó a subir mi camisa.

- Shouta.- Dijo en mi oído con su cuerpo tembloroso de excitación.- Hazme el amor.- Dijo en tono suplicante.

Me estremecí al escuchar mi nombre salir de su boca e hice caso de su petición.

Hice que se recostara sobre la cama y repartí caricias por todo su cuerpo y su piel se erizaba al sentir mi tacto.

Apreté sus muslos con deseo mientras le devoraba los labios y comencé a meter mis manos en la ropa interior que le presté.

Me entretuve jugando con su sexo y sus pechos unos cuantos minutos y ella parecía estar en su límite.

La expresión de placer en su rostro era exquisita.

Lentamente retiré su ropa interior (que en realidad era mía) y descendí hasta aquél maravilloso lugar para pasar mi lengua por la división de sus labios y sentir como sus muslos apretaban mi cabeza en un espasmo y se volvían a separar.

Seguí lamiendo y succionando sobre su clítoris sintiendo como de su entrada emanaban sus fluidos.

Su mano se encontraba sobre mi cabeza tirando de mi cabello a la par que escuchaba sus dulces gemidos consiguiendo así que me excitara aún más.

Su respiración se escuchaba acelerada hasta que con otro espasmo volvió a apretar mi cabeza con sus muslos y su espalda se arqueó en un orgasmo.

Su cuerpo se relajó nuevamente y subí hasta su rostro para besar sus labios.

- ¿Estás lista?- Pregunté colocándome en posición. Ella asintió con el rostro enrojecido y los ojos llorosos.

Entré en ella y comencé a hacer movimientos lentos.

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