Alessandro

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Me despido de Maximiliano y el sacude la mano para luego acelerar su Mercedes perdiéndose en las solitarias calles del centro de la ciudad. Abro la puerta del edificio y me subo al ascensor marcando el botón del segundo piso, bostezo mientras el aparato me eleva. En estos momentos estoy tan agotado que me dormiría subiendo las escaleras.

El aparato se abre y con las llaves que me dio Francesca me adentro en su piso, dejo la mochila al lado de su bolso en la entrada para ir al baño. Me desvisto tirando la ropa sucia al cesto y entro en la habitación viendo a mi amada novia dormir pacíficamente.

Me pongo unos pantalones de pijama para acostarme a su lado, nada más mi rostro roza la tela de la almohada me dejo atrapar en el mundo de los sueños.

Cuando me desperté a la mañana siguiente nunca me esperé lo que vi en las noticias locales, seis personas muertas habían sido encontradas con heridas de bala delante del garito donde iríamos a celebrar esta noche el cumpleaños de Max.

La reportera comenta que la policía sospecha que fue un enfrentamiento de bandas en la que hubo una clara perdedora, unos pequeños brazos rodean mi torso sacándome una sonrisa de felicidad. Dejo la taza de café en la encimera mientras Fran besa mi espalda desnuda, me giro para posar mis manos en sus caderas.

-Buenos días bellísima –la saludo para besar suavemente sus labios.

(bellísima, guapísima)

-Sabes a café- habla apoyando su cabeza en mi pecho mientras lame sus labios

Sonrío divertido y beso su coronilla para alcanzar la taza de café que le preparé antes de que se despertara. La recibe para darle un largo trago, ambos tenemos una adicción para nada sana con la cafeína. Lamentablemente, es lo único que nos mantiene despiertos a estas alturas de la vida.

- ¿Qué ha pasado ahora? –pregunta mirando la televisión donde siguen mostrando la misma noticia.

-Creen que fue otro enfrentamiento de bandas- le respondo contemplando cómo la policía mete los cadáveres al furgón de la policía judicial, que siempre aparece cuando hay muertos.

La veo hacer una mueca preocupada cuando enfocan el nombre del local al que acudiremos esta noche, la conozco tan bien que sé con exactitud lo que se le está pasando por la cabeza.

-Si quieres podemos decirle a Max que lo celebraremos los tres en otro sitio- le propongo y despega su vista del televisor para mirarme.

-No, no te preocupes. Ve tú por los dos y le das los regalos- dice y hago una mueca indeciso.

- ¿Estás segura? –pregunto y ella asiente rápidamente.

-No me inspira confianza ese sitio- habla dirigiendo su mirada de nuevo a la pantalla- Es tu mejor amigo, debes ir. –me dice y asiento suspirando

-Que sepas que vendré pronto, sabes que tampoco soy muy fan de las fiestas- hablo y asiente suavemente

-Vuelve cuando quieras tesoro- dice para luego besar mis labios y dirigiéndose a la cocina.

Después de pasar mi día libre con Francesca me adentro en la ducha para comenzar a prepararme, después de asearme me visto con una camisa blanca. Remango las mangas a la altura de mis codos para luego meterla por dentro de los vaqueros, me peino con las manos y sonrío a mi reflejo al conseguir el resultado deseado.

-Marcando músculo ¿eh? - escucho bromear a Fran a mi espalda, me giro para verla apoyada en el marco de la puerta de nuestro cuarto.

No tengo muchos días libres, pero cuando los tengo me gusta mostrar orgulloso mi cuerpo, durante la carrera no tuve amigos y para distraerme de los estudios me metí al gimnasio. Me puse más fuerte y con el uniforme del hospital eso no se puede mostrar, ya que es holgado para poder movernos con fluidez.

Me acerco a ella y la agarro de la cintura elevándola por los aires, escucho su risa mientras enreda sus piernas a mi torso. Pone sus manos en mis mejillas acariciándome suavemente.

-Pásatelo bien –dice y une nuestras frentes.

-Me tendrás aquí antes de que te entre siquiera el sueño- prometo y ella besa cortamente mis labios.

Se suelta de mi agarre y me acompaña a la puerta, cojo la chaqueta con las llaves de mi coche para besar una última vez sus labios. Bajo en el ascensor hasta el aparcamiento del edificio donde me está esperando mi coche, un Bugatti azul cielo.

Mi cerebro me recuerda los ojos de Bianca, la mujer que atendí en urgencias, algo en mi interior me dice que ella es la responsable de los muertos que se encontraron esta mañana.

Sacudo la cabeza extrañado, seguramente no la vuelva a ver en mi vida, por mucho que ese hombre me dijera que sí asistiría dudo que lo haga. Esa mujer se cree un ente superior, cuando es igual de simple que todos los mortales. Llevar un par de armas encima solo la hace peligrosa, no especial.

Arranco el coche y conduzco hasta el establecimiento donde ya me está esperando Max con unos de sus amigos, bajo del coche después de aparcarlo dirigiéndome al grupo de hombres. El cumpleañero me presenta a todos sus conocidos y después de explicarle el motivo de la falta de Francesca, nos adentramos a Bassiani.

Un mar de gente en la pista de baile nos recibe al entrar, un trabajador del local nos guía a un reservado a pie de pista. Pedimos las bebidas y comenzamos a hablar de temas tribales.

Llega el champán y uno de los amigos de Maximiliano decide agitar la botella y bañarlo en alcohol. Después de un par de horas bebiendo y compartiendo tema de conversación me levanto de mi asiento despidiéndome de todos. Antes de salir del establecimiento busco los baños, una camarera me indica unas escaleras y las subo en busca de los servicios.

En frente del final de la subida de las escaleras se halla mi destino, tras haber aliviado mi vejiga salgo del cuarto secándome las manos con un papel. Cuando iba a comenzar a hacer el camino de vuelta unos ojos azules casi grisáceos me atrapan, como la primera vez que los vi.

La regina della mafia (U.C.C #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora