Alessandro

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Nunca en mi vida había presenciado una actitud tan arrogante y soberbia, en el momento que la vi en la discoteca fue como un acto involuntario acercarme a ella. Cuando vi sus ojos, simplemente me atraparon y no sabía ni lo que hacía, sé que no es una persona normal y corriente. Nadie lleva dos pistolas en la cinturilla del vaquero, nadie tiene tanta seguridad si no teme de sus actos.

Mi sentido común me chilla que me aleje de ella, pero como se dice: la curiosidad mató al gato y me temo que soy el gato en estos instantes. Quiero saber cosas sobre Bianca, pero el único dato que poseo es su nombre. No tengo apellidos, dirección y mucho menos un número de teléfono.

Un nombre y una edad, un mal presentimiento y demasiada curiosidad.

Por eso mismo me encuentro en el ala de administración del hospital, buscando un informe de años pasados o alguna pista sobre ella. Por su seguridad al contestarme que no vendría la policía, da a entender que ella estaba segura de que las fuerzas del orden no acudirían esa noche y no erró, porque esa noche no se presentó ningún policía.

Busco en los ingresos de otros años personas con el mismo nombre y edad, pero fracaso estrepitosamente ya que no encuentro nada. Sacudo la cabeza cuando la cordura me golpea de repente, ¿qué hago aquí? ¿por qué me importa si ha estado o no años anteriores aquí?

Salgo de la sala dirigiéndome a las consultas donde dentro de una hora comenzaré con mi agenda, Francesca no pasó la noche en casa porque estaba aquí de guardia. Mañana a la tarde cuando terminemos con nuestras responsabilidades del trabajo acudiremos a Sicilia, de donde son sus padres, para hacerles una visita.

Entro a mi consulta y comienzo a preparar el expediente correspondiente de cada paciente que atienda hoy, los minutos se me pasan volando y solo me queda una persona por atender.

La puerta se abre y cuando levanto la cabeza para saludar a la señora Fiorella veo a un sonriente Maximiliano acercarse a mi mesa.

-Adivina quién puede salir un rato antes porque han cancelado su última cita – habla divertido mientras cierra mi agenda.

-Voy a aventurarme y suponer que tú sales ahora- hablo sonriendo de lado.

-Efectivamente al igual que tú- dice y se dirige al perchero donde tengo mi chaqueta y la mochila con la ropa para cambiarme- Y tú y yo vamos a comer juntos mientras me cuentas porqué me dejaste tirado anoche- habla y yo hago una mueca sintiéndome culpable.

Después de haber hablado con Bianca se me habían quitado las ganas de seguir de fiesta, así que simplemente me fui a casa, sin percatarme que no había avisado a Max de eso.

Mi compañero me da la mochila y me señala la pequeña habitación donde me cambio usualmente, cuando estoy vestido de civil salimos del hospital hablando sobre temas banales.

Llegamos a la cafetería que está delante de nuestro lugar de trabajo y pedimos dos menús del día para luego sentarnos en una mesa vacía. Maximiliano me mira fijamente y apoya sus codos en la mesa observándome.

- ¿Está todo bien con Fran? - cuestiona y yo frunzo el ceño visiblemente confundido- Sé que no tendría que meterme donde no me llaman, pero eres mi amigo y debo decirte que no me parece ético lo que le estás haciendo...

- ¿De qué hablas Maximiliano? –pregunto sin entender su conversación- Entre Francesca y yo no hay ningún tipo de problema, mañana a la tarde iremos a ver a sus padres a Sicilia.

-Oh –habla apretando los labios fuertemente, como si hubiese dicho algo malo- Es que pensé que anoche te marchaste con la mujer que fuiste a ver al reservado- dice encogiéndose de hombros y yo abro los ojos sorprendido por su declaración.

- ¿Con Bianca? No, no- niego rápidamente con la cabeza- Solo le pregunté cómo llevaba el dolor del hombro por el balazo de la otra noche.

- Espera –dice mi acompañante elevando las manos para que deje de hablar- ¿Bianca? ¿Aquella chica guapísima que llegó a urgencias el otro día? - pregunta y asiento con la cabeza.

- La impertinente que nos trató mal y se negó a que le administrásemos anestesia- hablo rodando los ojos al recordar su trato hacia las personas que le habíamos ayudado.

-Amigo a mí me daría igual como me tratara con tal de verla de nuevo –habla sonriendo galantemente- Esa mujer era una diosa- suspira mirando hacia el ventanal

-Esa mujer llevaba dos pistolas en el pantalón –le informo y el solo se encoge de hombros.

-Guapa y con capacidad para defenderse ¿qué más puedo pedir? - me mira y yo solo niego con la cabeza- ¿Crees que pueda volver a verla? Necesito conquistarla y que sea mi suggar mommy –dice haciéndome reír.

La comida llega y le agradecemos al camarero para seguir con nuestra ridícula conversación.

-Pues mañana a la mañana debería venir a mi consulta para revisar su hombro- le comunico mientras corto mi lasaña y le doy un bocado.

Escucho el jadeo de impresión de Max y al elevar la mirada lo veo mirarme incrédulo por lo que le acabo de decir.

- ¿Es en serio? - pregunta escaneándome de arriba a abajo para ver si miento- ¿La diosa va a venir mañana? - cuestiona de nuevo y asiento divertido por su reacción- Querido amigo, te informo que mañana iré a ayudarte en tu apretada agenda y también alegrarte el día con mi amena presencia.

Volvemos a reírnos, pero recuerdo mi ataque de curiosidad de hace unas horas, hago una mueca al notar un escalofrío recorrer mi espina dorsal.

-No me da buenas sensaciones si te soy sincero- hablo mirando a mi vaso de agua- Anoche me sentí como un marinero hechizado por el canto de una sirena cuando la vi, estaba acompañada de un hombre apuesto y se le notaba a leguas que estaba detrás de ella- le digo describiendo al rubio que estaba con ella- Que lleve a tantas personas cuidando de su seguridad no me da confianza.

-Quizá es una empresaria importante o algo así- se encoge de hombros sin darle mucha importancia al tema- Tú no te preocupes, seguramente después de atenderla mañana ni siquiera la volverás a ver.

-Tienes razón, estoy dramatizando- me río suavemente tratando de olvidarme de ella unos segundos.

-Creo que la he visto antes- murmura Maximiliano dándose golpes a la barbilla con el dedo índice tratando de recordar donde vio a Bianca- Pero no consigo recordar donde.

-Quizá tu teoría de la empresaria reconocida no sea muy descabellada- hablo encogiéndome de hombros mientras llevo a la boca otro trozo de lasaña –Quizá la viste en la televisión o alguna revista

-Créeme, me acordaría si hubiese sido así- habla divertido comiendo de su lasaña.

La regina della mafia (U.C.C #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora