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Los ojos fijos de mi viejo amigo en mí no hicieron nada más que recordarme la última vez que nos habíamos visto y escuchar mentalmente todas las palabras que habían brotado de su boca en gritos adoloridos por la pérdida de su novia. Debería recordarlo con bronca, con enojo y la injusticia de haber cargado sus palabras por meses, sin embargo, entendía de donde habían surgido. Los dos habíamos perdido a una persona importante que teníamos en común, la única diferencia era que yo me había tenido que centrar en sobrevivir mientras que él había perdido su todo.

Dando pasos hacia atrás, los demás haciendo exactamente lo mismo, Asher los aprovechó para también darlos solo que para adelante. Sin bajar el arma, lo que reconocía como una AK-47 que había visto en miles de sus juegos de consola, y el dedo tan cerca del gatillo que tironeé todavía más a mi hermana detrás de mí.

Pensar que habíamos pasado tantas risas juntos, con Jamie, llenas de bromas entre nosotros. De no ser por mí, él y su novia no hubieran interactuado nunca y no se habrían conocido. Tantas partes de nuestra vida habíamos pasado juntos y bromeando, demasiado tiempo para nuestra corta vida, ¿cómo era que habíamos terminado así? ¿Él odiándome y decidido a lastimarme?

Siquiera le temblaron las manos al reconocerme y con la oportunidad de herirme en las manos.

Thomas estiró una de sus manos, dispuesto a desarmar a Asher de una ráfaga. Ante el mínimo movimiento, el arma fue dirigida a Thomas y salté delante en el mismo momento.

—No, por favor, a ellos no les hagas nada —le rogué, empujando a Thomas detrás de mí y él haciendo lo mismo con mi hermana. Mentalmente se lo agradecí—. Tu enojo no es con ellos, es conmigo. A ellos no los lastimes.

Si sus ojos fueran filosos, yo tendría acuchillado todo el rostro.

—¿Piensas que estoy acá por un simple enojo? —escupió, más veneno en su voz que cualquier víbora—. Estoy haciendo lo correcto, lo que sé que cualquiera haría.

Se me deslizó de la boca.

—Ella no.

Levantó tan rápido el caño de su arma a mi cabeza que fue instinto tirarla hacia atrás.

—No la metas en esto —siseó, su rostro comenzando a enrojecerse por la ira en él—. No mereces decir ni su nombre o pensar en ella, no mereces nada.

Claire quiso también moverse, por suerte fui más rápida y la tomé de la muñeca para que no lo hiciera. Que atacara significaba que podíamos salir heridos, y la realidad también era que no quería que Asher saliera herido. Una pequeña parte de mí cuidaba de los buenos recuerdos con él, no tenía por qué arruinarlos.

La voz la tenía en la punta de la tráquea, traerla de vuelta fue como arrastrar un ancla con un dedo.

—Decir su nombre me recuerda que estoy acá por ella —me tembló la boca al hablar, la mano de mi hermana volviendo a aferrarse a la mía—. Que de no ser por ella...

—Jamie sería quien estaría acá —me interrumpió, frunciendo su nariz con enojo y ladeando la cabeza—. De no ser por ti ella estaría viva, conmigo. Pero la mataste.

Meneé la cabeza.

—No.

—¡La mataste! —estalló, su voz bien alta que hasta llegó a opacar la alarma que seguía sonando. Solo era cuestión de segundos antes de que muchos más soldados entraran y nos llevaran a los cuatro. Tenía el corazón en la garganta—. ¡Eso fue lo que hiciste!

—Ella dio la vida por mí —volví a responder, peleando con el miedo en el pecho y la necesidad que la persona frente a mí entendiera—. Me empujó fuera del camino porque no quería que saliera herida.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora