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Me caí fuera del arbusto apenas las pisadas se escucharon a lo lejos, mis rodillas latiéndome del dolor al levantarme, pero haciendo caso omiso. Thomas y Claire salieron prácticamente como yo, sus ojos abiertos a más no poder, sin creer lo que estaba pasando. Los militares estaban yendo por nosotros, y sin duda, estaban por encontrarnos.

Claire se tapó el rostro con sus manos.

—No tendría que haber venido, no —murmuró, tirando de unos mechones de su pelo al pasar sus manos por él—. Nos escucharon por mí culpa...

—Me parece que no es momento de pensar eso —respondió Thomas, meneando la cabeza—. Tenemos que ir a advertirlos, a Sue Lee, a mi hermano, a todos...

Todavía con el estómago retorcido, asentí— Vamos.

Me tropecé en muchas raíces a mis pies al correr, mis manos habiéndose raspado en la tierra al impulsarme para ir más rápido. Las pisadas de mis amigos detrás de mí me hacían avanzar todavía más, segura de que no se habían quedado atrás y que estaban esquivando los árboles conmigo.

Sentía el corazón en la garganta, atorado con el aire que pesaba por entrar en mis pulmones, fuese o no por estar corriendo lo más rápido posible, o porque a pocos metros estaban los milicos yendo también a donde podríamos o no encontrarnos. Mientras que ellos tomaban el camino seguro, nosotros corríamos entre los árboles y ramas que nos rasgaban la piel al pasar.

Thomas tiraba de la muñeca de Claire, quien no estaba acostumbrada a correr tan rápido y tanto tiempo, obligándola a que nos siga el paso. Yo hice lo mismo con su otro brazo, y de ser que fuera una muñeca, probablemente le habríamos arrancado los brazos.

—Vamos, Claire —le rogué, tan agitada que pareció más un jadeo que una oración—. Tenemos que llegar primero...

Antes que los militares, antes que vaya a saber que podría pasar una vez que esa docena de personas armadas llegaran al campamento. Éramos muchísimos más que ellos, podríamos vencerlos, pero también podríamos perder de más. No estábamos listos para atacarlos, habíamos perdido parte de nuestro grupo de entrenamiento, no había muchos que sabían defenderse.

Apreté la mandíbula al correr, en ese tipo de situaciones era cuando no comprendía la división dentro del campamento y el privilegio que era entrar al grupo de entrenamiento.

Distraída, Thomas llegó a agarrarme por la espalda, la otra mano habiendo agarrado a Claire y nos puso detrás de un árbol en un instante. Apenas quise preguntar qué pasaba, fue verlo a Thomas congelarse frente a nosotras, mirando hacia la derecha y en pocos pasos, los cuales seguí con la mirada, pude ver como congelaba las piernas de un militar que se había separado del resto, y agarrando el arma que el tipo cargaba de la culata, un golpe en la sien y el tipo quedó inconsciente. En un ángulo raro, piernas congeladas y medio cuerpo inclinado.

No pude siquiera hacer un sonido de sorpresa antes de que sus manos frías volvieran a tirar de Claire y de mí, una vez más continuando con la corrida.

¡Están cerca! —murmuró Thomas, sus brazos volviendo a la normalidad—. ¿Qué vamos a hacer?

Sin planes y sin querer perdernos, seguimos apurándonos entre los troncos hasta poder reconocer las tiendas del campamento a lo lejos. Sabiendo que estábamos cerca del lado Norte, el reflejo del lago viéndose entre los árboles, me giré hacia Claire apenas entendí que podríamos hacer para apurarnos.

Prácticamente chocó contra mi pecho, sus ojos llorosos y buscando aire a bocanadas. La agarré de los antebrazos, mirando rápidamente a nuestro alrededor por la sensación de alerta en mi pecho.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora