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El agua se sintió fría en mis manos, pero fue relajante sentirla en mi rostro al mojarme y aliviar la molestia en mi piel. Después de otra sesión con Olivia, mi cuerpo pareció mejorar, y mi rostro de a poco comenzó a volver a la normalidad. El reflejo en el agua me permitió ver mi labio partido y mi pómulo oscuro, los únicos recuerdos físicos del fracaso de hacía menos de dos días. Mi orgullo pisado seguía siendo el diario recordatorio.

Claire me había tratado de animar toda la primera noche, diciéndome que había hecho todo lo que podía y era más que suficiente, que con errores iba a aprender más que con triunfos. Me hubiera gustado pensar que esas mismas palabras podría decírselas a Sue Lee, quien sin haberme permitido ni dos meses dentro del grupo, ya estaba pensando en sacarme. ¿Pensaría que el fracaso podría ayudarme a crecer? Me reí con amargura de solo pensarlo.

Peor fueron los dos días de reposo que me habían obligado a tener, donde mi cabeza parecía darme con un martillo por lo que había pasado y no podía hacer nada más que escuchar. Ni las tareas ordinarias de antes me permitieron hacer, "que estaba muy débil". Las veces que me mordí el interior de la mejilla para no explotarles en la cara fueron incontables.

Con el sol de la tarde escondido por unas nubes, arrodillada frente al lago me miré las manos. Yo no era débil. No lo había sido ni de pequeña ni ahora, y menos me sentía así con mi anomalía. La impotencia en el pecho me ardía, porque yo sabía que tenía razón, pero no podía demostrarlo. Y en mi única chance, dejé en claro que era un bicho al que podían pisar. La decepción me pesaba en el pecho.

Sentí una mano en mi hombro, por la fría temperatura ya sabiendo quien era, y le regalé una pequeña sonrisa por sobre mi hombro antes de que se sentara al lado mío.

— ¿Una sesión dura hoy? —le pregunté, al verlo un poco agitado y con el pelo todo desordenado. Thomas se encogió de hombros.

—Digamos que ni Noah no está feliz con lo que pasó hace unos días...

Ajá, claro, si perdió su contrincante —rodé los ojos, abrazando mis rodillas al pecho—. Que dulce de su parte desquitarse con ustedes.

Más allá de que no nos dirigíamos más de dos palabras en general, ambos sabiendo que no teníamos la paciencia para el otro, tampoco se dignó a siquiera preguntarme si estaba bien. No le había preguntado a nadie si él había hecho algo cuando todo pasó, no me esperaba nada de él, pero me había molestado que no se haya ni tomado un segundo de su tiempo a mirarme siquiera. Tan orgulloso que quería darle el cachetazo que tanto soñaba.

—No creo que sea por eso... —suspiró—. Estoy seguro que es porque no está de acuerdo con la decisión de Sue.

— ¿Está en desacuerdo? —mi tono de sorprendida fue evidente en mi voz—. ¿Quiere que me quede?

—Noah detesta las injusticias, más que nada cuando se trata de un error que consideran suficiente para actuar sobre él —soltó, sus dedos jugando con el pasto a su lado—. Él no me comentó nada, pero lo escuché discutir un poco con Sue Lee.

El cachetazo no se vio tan tentador una vez más, y la sonrisa pequeña se coló en mis mejillas.

—Espero que lo escuche entonces.

—Créeme —se rio, meneando la cabeza—. Es un cabeza dura, Sue Lee va a tener que lidiar con sus palabras.

Por primera vez desde que llegué, esperé que Noah cumpliera con esa expectativa. Abrí mi boca lista para soltar el comentario, pero unos pasos apurados nos llamaron la atención, y al mismo tiempo que nos giramos para ver de quien eran, Jacob tironeó de nuestros brazos para levantarnos.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora