Poco a poco, las tiendas volvieron a armarse durante la tarde, las necesarias para que pudiésemos descansar y, al mismo tiempo, no tener por preocuparnos por llamar la atención. Mitad de las que estaban antes se habían vuelto a armar, con lo cual el campamento tuvo que dividirse por ellas lo mejor posible. En nuestro caso y a nuestro favor, Luna y Aiko eran quienes se sumarían a la tienda que Claire y yo compartíamos.
Una vez que Claire volvió a armar la nuestra, sus ojos verdes pegados en el baile de las raíces al elevarse y permitirnos entrar. Mis ojos cayeron en las fotos dispersas en el piso, rápidamente agachándome para agarrarlas y limpiarles la tierra que tenían encima.
Claire a mi lado suspiró.
—Me olvidé que estaban ahí, perdón —dijo, acercándose a donde antes estaban nuestras camas y tomando algunos pétalos que encontró dispersados—. La escondí lo más rápido que pude-
—Claire —la interrumpí—. Está más que bien, no pasa nada. Hiciste lo que tenías que hacer.
No dijo nada más, sus dedos moviéndose al par que los pétalos se recuperaban en una flor y volvía a enlazarla en las raíces de las paredes. Mientras tanto, mis ojos habían vuelto a caer en la foto, directo en la cabellera rubia de Morgan y un suspiro pesado surgió de mi pecho hasta hacer caer mis hombros. La niña que había escondido era tan parecida a ella, un reflejo de mi hermana que me hizo actuar tan impulsivamente que podría haber terminado en una muy mala situación de haber salido mal.
Pero fue la necesidad de seguir protegiendo a mi hermana la que me superó y había logrado salvar a una inocente. Ya había perdido a una frente a mis ojos que estaba en la otra foto.
Unas pisadas rápidas me llamaron la atención, y al mismo tiempo que podía reconocer de quien eran al verlo entrar, mi cara terminó apretada contra su pecho.
—Si serás impulsiva... —suspiró Thomas, apretándome en un abrazo antes de agarrarme los hombros. No lo había vuelto a ver hasta ese momento desde que su hermano lo había obligado a esconderse—. De no ser que eres brillante, no estarías acá parada, ¿sabías eso?
Antes de siquiera poder abrir la boca para responder, Claire se rio por lo bajo.
—Claramente lo sabe, pero también tiene en claro que podía hacerlo —respondió, levantándose del piso y sacudiendo sus rodillas—. Si no ni lo habría pensado.
Fruncí los labios en una pequeña sonrisa. No quería decir que no tenía la menor idea de lo que iba a hacer, lo último que me faltaba era alterarlos más. Así que, solo asintiendo, ellos sonrieron de costado.
—Aparte de querer darme una reprimenda por lo que hice, ¿te enteraste de algo más? ¿Te dijo tu hermano algo?
Ignoré el latido fuerte que sentí al nombrarlo a Noah. Thomas suspiró.
—No dijo mucho más que tenemos que ser más cuidadosos, que las tiendas van a tener que ser más compartidas y que va a haber más guardia en la noche —repitió lo mismo que Sue Lee había informado apenas todos habíamos salido del escondite—. Recomendaron, también, que tratáramos de facilitarnos las camas con hamacas. ¿Podrías hacer unas, Claire?
La morocha asintió al instante, sentándose de piernas cruzadas en las cañas desarmadas de su vieja cama y comenzando a tejer con raíces lo que sería la tela. Por más interesada que estuviese en lo que hacía ella, no pude evitar continuar mirando al gemelo.
—¿Más guardias? —fruncí el entrecejo—. ¿Más de las que había ya?
—Vamos a tener que despedirnos de muchas horas de sueño —respondió, pasando una de sus manos por sus ojos—. Están pensando en cancelar ciertas horas de entrenamiento para poder descansar también, pero todo va a tratar de turnos.
ESTÁS LEYENDO
SUPERNOVA ©
Science Fiction𝗟𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗜 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗮𝗴𝗮 𝗔𝗻𝗼𝗺𝗮𝗹𝗼𝘀 -Taylin solo quería sobrevivir su vida ordinaria. Penosamente, la supernova no quiso lo mismo para ella. ₴₦ Cuando una supernova causa estragos en la Tierra y hace que surjan extrañas anomalías, Tayl...