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La nueva responsabilidad en mis hombros me hizo darme cuenta que tan difícil todo había quedado en el campamento. Solos, sin ningún equipo entrenado haciendo guardia, pero tratando de implementar métodos de defensa en quienes nunca habían podido aprender. Tanto en las manos del Doc, quien Sue Lee había dejado a cargo, y en las mías por hacerme dejado a cargo de la defensa del resto, ya no sabía que era lo que me vivía anudando el estómago y la mala espina en la nuca.

O era esa misma carga en los hombros de todo el campamento, o que ya habían pasado dos días desde que parte del campamento se había ido en una emboscada y no había noticias.

Tanto el Doc como yo estábamos exhaustos, evaluando y tratando de enseñarle a los que quedaron métodos de defensa y ataques. Mientras que yo me dedicaba a enseñar técnicas físicas de defensa, el Doc los inspiraba o buscaba maniobras para que pudieran incluir su anomalía en el entrenamiento. Habiendo dividido los grupos hacía unos días, fue mucho más ordenado de lo que podría haber sido a pesar del estrés que causaba. Todos dependían de nosotros.

Parada frente a los que aprendían, empecé a entender cierta parte de la desesperación de Sue Lee cuando las maniobras eran repetidas y de igual forma no había un progreso. A diferencia de ella, yo había estado del otro lado, comprendía lo difícil que era hacerse valer de cero cuando ya los habían denominado fuera de ese alcance. Por eso mismo tuve más paciencia de la que alguna vez había pensado tener, corrigiendo posiciones con el recuerdo constante de Noah haciendo lo mismo conmigo y festejando tanto los triunfos como inspirando a mejorar en los errores.

En un incidente, una anómala de agua logró expandir una mínima gota en una ráfaga tajante que, de no ser que tuve el reflejo de estirar mis manos y protegerme, me habrían tenido que llevar a la tienda de enfermería. Más allá del corazón en la garganta, no pude no felicitarla, pero sí le rogué que lo controlara. Había mucho más en ellos de lo que alguna vez Sue podría haber imaginado. Otro anómalo, quien ayudaba en la cocina y solía ser de los que siempre me servía la comida, su piel podía mutar a un metal inmortal que lo inhabilitaba de sufrir cualquier tipo de herida.

Apenas lo había visto volverse plateado, quise yo misma ir a buscarla a Sue y traerla de la oreja. ¿Cómo podría haber dejado pasar a alguien que se volvía literalmente una pared de metal?

Había a muchos los cuales no pudimos entrenar, o muy testarudos o temerosos por herir a alguien, o porque no quisieron mostrar su anomalía. Había sido un único caso y había sido Aiko, lo cual me hizo dudar sobre qué era ella. ¿Tenía una anomalía? ¿O solo era una persona no-anómala que estaba ahí solo por Luna? Ante mis preguntas, su silencio no me dio mucho que me contestara.

En la noche era cuando tenía que mantenerme despierta, compartiendo ciertas horas del sueño con el Doc y con otros pocos anómalos que se habían animado a hacer sus primeras guardias conmigo. No podíamos estar más descubiertos de lo que ya estábamos, y para nuestra suerte, no hubo por lo cual preocuparnos. Teníamos que ser precavidos sin excusa, ya no teníamos el fuerte de equipo que Sue Lee había seleccionado y entrenado ella misma.

Las pocas horas de sueño también me habían pesado mucho esos días. Con los nervios, los entrenamientos, la duda y preocupación, todo tipo de pensamiento en mi cabeza se habían vuelto pesimistas cuando estaba callada y sola, más que nada en las horas de guardia donde solo podía escuchar el ruido de los grillos y esperando por el mínimo ruido que me dijera que mis compañeros habían vuelto. Que todos estarían volviendo. Apenas los primeros rayos del sol salían, me permitía dos instantes de sueño antes de volver a estar arriba y continuar con los entrenamientos. Era lo que me distraía de mi cabeza y mi pesimismo.

Al llegar uno de los últimos grupos, Claire estaba por segunda vez entre ellos. Habiendo ya entrenado un poco con ella, que en mi ansiedad por tener a mis amigos vaya a saber donde y totalmente descubiertos a cualquier tipo de peligro, logró sacarme un par de risas. Entre caídas y golpes accidentales, cuando llegó el tiempo de evaluar su anomalía una vez más, no dudé en sumarme al grupo del Doc para verla. Sabía que tendría potencial, solo necesitaba un guía.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora