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Sue Lee nos acompañó en el corto trayecto que nos separaba de lo que ella había llamado "seguridad", y mis ojos miraron a las pocas personas que nos rodeaban y que casi habían estado por atacarnos hacía solo pocos minutos. Tenían una ropa bastante ordinaria, un poco rasgada pero parecían bastante cuidadosos de sus cosas. Mientras tanto, yo ya me estaba mirando mis jeans que se habían rasgado cuando nos habían empujado al piso.

Uno de ellos me miró por el rabillo de ojo y me sonrió en forma de burla, claramente interesado en porqué los estaba mirando tanto.

— ¿Tenemos algo que necesites? —me preguntó en una voz gruesa que me descolocó un poco pero pude menear la cabeza.

— ¿La verdad? —Le seguí la burla, todavía un poco anonada por todo—. Un pellizco que me despierte.

Lo escuché reírse por lo bajo y me hubiera unido a él de no ser que más personas comenzaron a rodearnos, muchísimas más, y lo que parecía estar alrededor mío tenía que ser irreal. No podía creer lo que estaba viviendo.

Era como una película todo, y tuve que parpadear unas cuantas veces para asegurarme que no era un sueño. Claro, no me perturbaba el hecho de que yo podía mover una "cortina invisible" pero si al ver otras personas, muchas, hacerlo. Hasta Thomas a mi lado se le abrió la boca al caminar a mi lado y mirando todo nuestro alrededor.

De todas las edades, como adultos, adolescentes y niños, todos unidos y trabajando con sus anomalías. Mis ojos observaron hasta el pequeño detalle de lo que parecían ser refugios pero de ramas enlazadas entre sí. Iba a preguntar que eran y cómo las habían hecho, pero de lejos vi un hombre alzar sus manos y de la tierra salieron raíces que se enlazaron en un baile hasta formar lo mismo que yo había visto. Decir que se me estaba por descolocar la mandíbula era poco.

El mismo tipo de al lado se inclinó hacia mí con sus cejas alzadas, obvio que queriendo reírse de mí.

— ¿El pellizco sigue en oferta?

—Que sea doble, por favor.

Algo frío cayó en mi espalda, y girándome a Thomas para preguntarle que había sido, él estaba mirando para arriba y al instante que hice lo mismo, la ráfaga de agua cruzando por sobre nosotros me hizo sonreír. Hasta estiré una de mis manos para tocarla, unas gotas de agua bajando por mi brazo haciéndome cosquillas.

—Qué maravilla, Dios... —me reí, todavía sin dejar de verlo. Lo miré a Thomas de reojo—. Vamos, ¡tócala!

—Taylin, la voy a congelar si la toco —me recordó y cuando la ráfaga dejó de estar por sobre nosotros, pude encontrar a la persona que parecía llevarla por sobre el aire a lo lejos.

— ¿La pueden hacer ellos o la trasladan de algún lado...? —pregunté, esperando que el tipo que estaba al lado mío me respondiera. A mi sorpresa, otra voz gruesa habló.

—La trasladan, hay un lago a unos metros del campamento —respondió Noah, que caminaba adelante nuestro—. Por el momento no encontramos a alguien que quiera deshidratarse por sacar agua de su cuerpo.

Tragándome cualquier tipo de comentario por el tono seco en el cual habló, sonreí levemente de costado.

—Pero sería increíble si eso pasara.

—También suicida.

No me perdí la forma en la cual Thomas levantaba una de sus cejas por el tono amargo de su hermano, y yo me estaba preguntando por qué le caía tan mal a Noah. Traté de acordarme en algún momento si yo le había hecho alguna maldad, pero siendo sincera, Noah Parker no era alguien que se dejara maltratar fácilmente. No había quedado en una correccional por nada. Decidí morderme un poco la lengua a pesar de la curiosidad del saber por qué, y seguí observando detenidamente la gente a mí alrededor.

SUPERNOVA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora