El calor se sintió en mi piel cuando el sol me pegó directo en la espalda. Claire me había recomendado que usara una simple remera antes de salir de la tienda para desayunar y tuve suerte de haberle hecho caso. Mi piel se sentía en llamas pero no había sombra cerca del lago y estaba limpiando unos platos que habían quedado del equipo de entrenamiento.
Los días habían pasado bastante rápidos, cada día acostumbrándome más a convivir con el resto en el campamento. Mientras que en el día me basaba en las tareas que me habían dado, a veces en mis horas libres seguía intentando en conocer mis anomalías. Dejando la invisibilidad de lado, el progreso que iba teniendo con la primera era increíble y bien encaminado. Lo podía manejar en mis dedos, podía formar esa capa mediana sobre mí y, a veces usando platos como objetivos, comencé a practicar empujarlos fuera de su lugar. Lamentablemente ya había arruinado unos cuantos por la fuerza, a pesar de que fueran de metal, y tenía que dar excusas irrazonables. Peor fue cuando uno había rebotado y había vuelto directo a mi frente.
Había veces que me encontraba con Thomas, que cada tanto se hacía un tiempo del entrenamiento agotador que le hacían tener y venía a verme para ver cómo estaba. Yo podía estar limpiando los platos, mezclando la comida en la enorme olla que había en el comedor o tratando de llevar baldes de agua desde el lago hasta donde me dijeran, y él estaba al lado mío contándome de su día. Siempre me terminaba ayudando, estaba en su naturaleza dar una mano, pero me alegraba saber que él estaba aprendiendo muchísimo de su anomalía.
Claire también solía aparecer de la nada para ayudarme y, de paso, regalarme una manzana que hacía crecer de la nada misma. Con su dulzura y amabilidad, me terminó enseñando que hacía para aportar al campamento y me mostró como armaba una tienda de cero. Aprecié la forma en la que sus ojos se tornaron verdes, pero no uno como el de una manzana o chillón, sino que intenso, como el verde exótico de una jungla. Se veía tan increíble en ella que, soltando el comentario, sus mejillas se volvieron del color de una manzana roja. Peor si Thomas y ella concordaban al verme y se quedaban hablando un rato entre ellos, tenía que intervenir en ciertos momentos para que ella recuperara el color de su piel.
A diferencia de su gemelo, Noah no pareció querer aparecer en mi camino. Lo veía de lejos, hablando con el resto y ordenando ciertas cosas. Según Thomas, la madrugada que había vuelto a su tienda después de nuestro encuentro, parecía tan furioso que ni a él le había dirigido la palabra. No le había contado que había sido yo en sí el que lo había sacado la casilla, pero mi sonrisa perversa lo hizo mirarme raro. Era un imbécil, sin duda.
Tuve que pasarme el antebrazo por la frente para limpiarme las gotas de sudor que habían comenzado a bajar y me sentí como un pez cuando aproveché para meter mi cabeza en el agua. Me terminé atando el pelo antes de agarrar todos los platos ya limpios, poniéndolos en el balde y volviendo para el comedor donde los dejé frente a uno de los cocineros que me sonrió amablemente. Me dio una banana como recompensa y yo me dejé caer con pesadez al piso.
Una cabeza apareció por sobre mí y tuve que entrecerrar los ojos para verla.
— ¿Día duro?
Reconocí la voz de Claire al instante.
—El día que puedas coser una hamaca para dormir con raíces o algo, lo voy a agradecer —solté y me reí con ella, que se sentó a mi lado cuando me incorporé contra un tronco. Vi que ella también tenía una banana en sus manos—. ¿Ya terminaste con lo tuyo?
—Digamos que sí. Kira y Naomi dejaron irme temprano hoy, no había mucho que hacer más que cosechar unas cosas —dijo, masticando unos pedazos de la fruta y tratando de que no se salieran de su boca—. ¿Tu?
ESTÁS LEYENDO
SUPERNOVA ©
Science Fiction𝗟𝗶𝗯𝗿𝗼 𝗜 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝘀𝗮𝗴𝗮 𝗔𝗻𝗼𝗺𝗮𝗹𝗼𝘀 -Taylin solo quería sobrevivir su vida ordinaria. Penosamente, la supernova no quiso lo mismo para ella. ₴₦ Cuando una supernova causa estragos en la Tierra y hace que surjan extrañas anomalías, Tayl...