Laia no supo cuánto tiempo había transcurrido mientras andaba por las calles de la ciudad sin rumbo fijo, pero para cuando llegó a casa todo el mundo sabía lo que había sucedido.
Se encontró a toda la familia, excepto Daniel, reunida en el salón, sentados sobre los sofás situados delante de la televisión y la mesita de madera.
Todos alzaron la mirada y callaron cuando la vieron entrar, pero no todos compartieron la misma expresión. Mientras que su padre la miraba como si hubiera sido él, en vez de Daniel, quien la hubiera golpeado, los demás la contemplaban con una mezcla de sorpresa y pena que hizo que Laia se sintiera incómoda.
Alberto tenía los ojos rojos e hinchados y era el que estaba sentado más cerca de su madre.
–¿Estás bien? –le preguntó su padre, levantándose, pero sin atreverse a acercarse.
–Sí –dijo Laia, pero no sonó convincente –¿cómo está Enrique? –preguntó y Alberto sonrió apenado.
–Está bien, pero un tanto conmocionado. Ha sido difícil explicarle la reacción de Daniel, pero al menos no va a denunciarle.
Laia frunció el ceño, no obstante, no le preguntó cómo a pesar lo sucedido podía seguir preocupándose por su hermano, pues sabía que era precisamente por eso; porque era su hermano y le quería.
–Todo esto es por culpa de papá –aseguró de repente Ricardo, quien no había podido dejar de mirar a Laia sin poder creer que Daniel la hubiera golpeado de verdad, aunque hubiera sido sin querer –Mamá, sabes que lo es –insistió al ver que esta negaba con la cabeza –Daniel le quiere demasiado y cree que debe comportarse como él quiere y defender lo que él piensa. No tendrías que haberle dejado ir este verano con él. Sabes que papá está enfadado y que eso iba a repercutir en él.
–Ricardo, no puedes culpar a tu padre por lo que Daniel ha hecho. Puede que sea influenciable, pero al final es él el que toma las decisiones –dijo su madre y en su voz era palpable el dolor que le causaba afirmar aquello.
Pasaron varios segundos de silencio, que fueron bastante tensos, antes de que Edu hablara.
–¿Dónde está ahora de todos modos? –preguntó preocupado.
Nadie supo qué contestar y al fin Alberto se levantó.
–Iré a buscarle.
Edu también se levantó, al igual que Felipe, aunque este no parecía muy seguro de si le dejarían acompañarles.
–Os acompaño –dijo Carlos con firmeza y miró a Regina, quien asintió.
–Yo me quedaré. Quiero hablar con Laia –dijo y la chica no preguntó por qué.
Ricardo no hizo ademán de levantarse e unirse al grupo y nadie dijo nada al respecto. Laia pensó que seguramente estaría demasiado enfadado con Daniel como para querer ir en su búsqueda.
Cuando todos se marcharon y los tres se quedaron solos en el salón, Regina le pidió a Laia que se sentara a su lado, justo donde antes lo había estado Alberto. Ricardo seguía sentado en el extremo del otro sofá y las contempló en silencio.
–¿Podrías contarme porqué habíais decidido Daniel y tú dar un paseo? –preguntó Regina y a Laia le dio un vuelco al corazón – ¿Sabía Daniel que Alberto había quedado con Henry?
Laia sacudió la cabeza negativamente.
–No que yo sepa. No me dijo nada sobre eso, pero creo que no sabía nada. Cuando les vio se quedó... –Laia escrutó a Regina, preguntándose cuánto le afectaría que hablara sobre el tema –se quedó blanco, horrorizado y de repente corrió hacia ellos. Parecía que no fuera consciente de sus actos –la chica agachó la cabeza y esperó unos segundos antes de continuar – ¿por qué se comportó así? –se atrevió a preguntar.
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Mis nuevos hermanos [COMPLETA]
Jugendliteratur*Triángulo amoroso entre Laia y sus nuevos hermanastros*. Cuando el padre de Laia se vuelve a casar, su vida cambia drásticamente. Instituto nuevo, casa nueva y hermanos nuevos. ¡Cinco! Ni más ni menos. El problema empieza cuando uno de ellos la bes...