Ya estaban a mediados de octubre y la boda, que en un principio iba a celebrarse entorno a esos días, se había aplazado un mes más.
Los nervios se respiraban en el ambiente y sus padres, que iban como locos de aquí para allá organizándolo todo, ni siquiera tenían tiempo de tener las típicas dudas antes de dar el sí quiero.
Pero en medio de esos pocos días antes de la gran celebración, había otra fiesta que se planteaba para todo el mundo como una pequeña isla de paz en la que podrían descansar y olvidarse del estrés que les estaban transmitiendo sus padres. Aunque Laia no estaba segura de si podía considerar Halloween como la solución a sus tensiones.
El colegio San Pablo permitía celebrar una fiesta para los estudiantes en el gimnasio. Estaría a cargo de un grupo, cuyos miembros serían elegidos por los propios profesores, y todo el mundo podría asistir si pagaba por la entrada.
Laia no podía imaginar el revuelo que causaría esa fiesta, pero, como todo el mundo, se vio arrastrada también por el frenesí que esta causaba en el resto del alumnado.
Cuando Tara le contó a Laia que no estaba segura de si iba a asistir porque no tenía pareja con la que ir, ella se dio cuenta de que tampoco había pensado en ese detalle.
–Podríamos ir juntas –propuso Laia.
Le preocupaba que Ricardo le pidiera que fuera su pareja, pues, aunque no le importaría serlo, aún no le había dado una respuesta y se sentiría demasiado incómoda como para poder disfrutar de la fiesta si iba con él.
Pero Tara negó con la cabeza, afirmando que no sería una buena idea.
A Laia le molestaba cuando su amiga hacía o dejaba de hacer algo por las apariencias o por lo que los demás pudieran pensar. Sabía que ese era un rasgo muy arraigado en Tara, pero solamente deseaba que se deshiciera de él para que pudiera divertirse de verdad. Además, ¿desde cuándo asistir a un baile con algún amigo estaba mal visto? Tampoco pasaba nada por no tener pareja si lo importante era pasárselo bien.
Según fueron pasando los días, Laia se enteró –siempre gracias a Tara o a Ricardo –de que había que ir disfrazado a la fiesta, hecho que no le sorprendió, pero además también había que llevar máscara obligatoriamente.
Laia se imaginó al grupo que lo organizaba todo, formado en su mayoría por chicas que habían suplicado a los profesores para formar parte de él, discutiendo sobre ello. No pudo evitar suponer que ellas habrían creído que llevar máscaras haría que el baile fuera más misterioso y quizá incluso romántico. ¿Cuántas de ellas habrían votado a favor de la propuesta, imaginándose besando a un joven enmascarado?
De todas formas, mientras seguían pasando los días, empezó a dejar de preocuparle si le gustaban o le dejaban de gustar los detalles del baile, pues Ricardo no le había propuesto ir con él, al igual que ningún otro chico lo había hecho y, desde luego, no le apetecía ir sola.
Una noche, cuando solo faltaban cinco días para el baile, Regina le preguntó a Laia por su disfraz para la fiesta. La chica en ningún momento había dicho que fuera a asistir, pero como tampoco había asegurado lo contrario, Regina confiaba en que lo haría.
Durante todos esos días, para que sus padres dejarán de pensar o hablar sobre la boda, les hablaban sobre todos los detalles del baile o sobre cualquier otra cosa que sucediera en el colegio.
–Bueno, aún no tengo ningún disfraz... –comentó Laia, sin saber muy bien cómo abordar el tema.
No se atrevía a alzar la mirada y mirar a Ricardo, que estaba sentado delante de ella, al igual que tampoco se atrevía a afrontar las miradas curiosas de los demás.
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Mis nuevos hermanos [COMPLETA]
Fiksi Remaja*Triángulo amoroso entre Laia y sus nuevos hermanastros*. Cuando el padre de Laia se vuelve a casar, su vida cambia drásticamente. Instituto nuevo, casa nueva y hermanos nuevos. ¡Cinco! Ni más ni menos. El problema empieza cuando uno de ellos la bes...