40.- Conceptos erróneos de Sirius

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– ¿Qué hacen ustedes dos para divertirse por aquí de todos modos? – Preguntó Dudley después de que Harry y Draco le habían enseñado el huerto y le habían señalado los árboles fae de merlinna, aunque la fruta no estaba floreciendo en ese momento, y también lo llevaron al lago.

– Draco pesca en el lago – Respondió Harry.

– Oh. ¿Pescar algo comestible? – Preguntó el otro. Aunque ya no era obeso, a Dudley todavía le gustaba comer y disfrutaba de la comida de cualquier tipo.

– Sí. Hay truchas y lubinas ahí – Respondió Draco. – Por lo general, los freímos para la cena –

Dudley se humedeció los labios.

– Suena bien. ¿Qué más haces? –

– Jugamos Quidditch – Respondió Harry.

La frente de Dudley se arrugó.

– ¿Quidditch? – Antes de que Harry pudiera explicarlo, exclamó: – ¡Oh, claro! Ese es el deporte mágico del que me habló Siri. En el que vuelas en escobas y marcas un gol como lo haces en el fútbol, ​​¿verdad? O tal vez es más como baloncesto –

– En realidad, es mucho más complicado que esos deportes – Comenzó Harry.

– También es mejor que cualquier deporte muggle jamás inventado – Declaró Draco con altivez.

Dudley se erizó.

– Oye, solo porque la gente mágica piensa que eres mejor que la gente normal- –

– ¿Qué estás diciendo, Muggle? ¿Que no soy normal? – Draco espetó, sus ojos grises brillando. – Tú eres el que no es normal según mis luces- –

Dudley le devolvió la mirada con el ceño fruncido, con una expresión belicosa en el rostro.

– De donde yo vengo, a las personas como ustedes les llamamos bichos raros y fenómenos –

Harry agarró el brazo de Draco antes de que pudiera hacer algo precipitado, como sacar su varita o golpear a Dudley en la boca. Miró a su primo enojado.

– ¡Dudley, basta! ¡Y tú también, Draco! Comparando Quidditch a cualquier deporte muggle es como tratar de comparar merlinnas y naranjas. No hay ninguna similitud. Son dos cosas totalmente diferentes. Es estúpido pelear por ellos. ¿Qué son, bebés de la escuela primaria? –

Quería que se dieran cuenta de lo pequeños que sonaban, y cuando ambos le fruncieron el ceño, se dio cuenta de que también había hecho otra cosa: hacer que se enojaran con él en lugar de entre ellos.

– ¿Quién murió y te hizo rey de Inglaterra, Harry? – Espetó su primo.

– Sí, la última vez que miré, tu nombre no era Severus Snape, señor de Prince Manor – Le recordó Draco con frialdad.

Harry no retrocedió. Miró a su primo ya su hermano con desaprobación, con los brazos cruzados sobre el pecho, recordando a su padre.

– Soy el heredero de Prince Manor... –

Draco resopló, poniendo los ojos en blanco.

– ¡Bueno, la-de-da! – Dudley se rio entre dientes.

– Puedo recordar cuando eras príncipe de Nada, Harry, y tu reino era el armario debajo de las escaleras y tus temas eran trapeadores, escobas e inodoros –

Harry se puso rígido, sus manos se cerraron en puños. Odiaba que le recordaran esos días.

Para su sorpresa, Draco salió en su defensa.

Regreso a Prince ManorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora