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Narra Usa:
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Caminaba sin detenerme mientras apretaba la mano de Argentina, no podía creer lo que había pasado hace unos minutos atrás, era sin duda imposible pero sucedió y lo peor es que provocó grandes heridas en ambos.

Canadá y yo habíamos sido cercanos desde prácticamente nuestro comienzos, quizás confundí su amor romántico con cuidado y amor fraternal. Nunca creí que sintiera eso y mucho menos que diera lugar a tales planes macabros para tenerme a su lado.
Siempre prometimos cuidarnos y estar juntos ante todo y todos incluso nos otorgábamos consuelo mutuo luego de los castigos que reinó Unido nos daba. Era inimaginable para mi esta situación, debía pensarlo bien y con claridad antes de volver a hablar con él o incluso verlo.

Unos leves sollozos detrás mio hicieron que me alejara de mis pensamientos mirando de reojo  hacia tras para así ver a Argentina limpiando sus mejillas con la manga de su camisa a medida de que las lágrimas  iban cayendo de sus ojos.

Al notar mi mirada bajo su cabeza dejando que su cabello tape su cara para que no pudiera verlo de esa forma. De tuve en ese momento mis pasos y me gire hacia él dándole un abrazo, el cual yo también necesitaba.

—Aun no entiendo... —Su voz se hizo presente sobre saltándome un poco, no me esperaba que hablará y menos cuando hace unos segundos estaba llorando.

—¿Qué parte? —Respondí esperando su respuesta o una mayor explicación de la misma.

—Tú deberías ser el que este llorando, me siento demasiado sentimental siendo solo yo el que está así.

Me quedé unos segundos en shock, realmente no esperaba que dijera algo como eso, lo cual hizo que Suelte una leve risa franca como respuesta, notando la forma tímida en que reaccionó ocultando su cabeza en mi pecho.

—Tienes razón, no sabes las ganas que tengo de llorar por lo sucedido pero teniendo te en mis brazos me da la fuerza necesaria para no hacerlo. —Bese su cabeza como muestra de afecto. No quería ocultarle la verdad, si estaba echo pedazos pero no quería que él me viera así, de esa forma.

—Usa. -sentí sus manos apoyarse en mi rostro viendo como me miraba con esos ojos brillosos y a la vez cristalinos por las lágrimas que aún querían salir. -No tienes que contener tus lágrimas tu dolor, yo estoy aquí para consolarte.

Baje la miraba sintiendo mis mejillas humedecer se, sabía que ya había quebrado aquella Fortaleza que sostenía mis lágrimas. Cómo fingir ser fuerte ante la persona que me hace ser tan transparente, tan débil, tan yo.

Sus dos manos se apoyaron en mis mejillas para luego sentir sus suaves labios en mi frente, como si volviera aquel beso que le di.

—No nos pongamos la armadura para ocultar las heridas. Voy a consolarte mi Usa.

Sus brazos rodearon mi cuerpo, buscando de esa forma dar todo el apoyo posible. De alguna manera los papeles se invirtieron siendo yo el que ahora estaba soltando las lágrimas dejando en evidencia el dolor agudo que mi pecho  sentía por la traición de mi hermano.

Mis brazos rodearon su cintura de igual forma y mi frente se apoyo en su hombro, derrumbando me ahí mismo.

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