VIII - La Fuerza

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—Seguro que el muy boludo pasó frío el otro día.

Mirko la miró mal, un poco en broma y un poco no tan en broma.

—En serio te digo, no salí al patio ni medio minuto.

Y era cierto. Tenía una explicación para el dolor de cabeza con el que se había despertado el domingo, pero ninguna para el ataque de tos que le agarró el lunes en el trabajo.

Oriana, la mismísima, lo había ido a visitar a su humilde tienda de discos y ya le estaba cayendo mal. Por suerte Alfonso estaba también, sino ya la estaría echando del negocio.

—Che, Godo, ¿al final venís el miércoles? —preguntó, ordenando unas cajas de vinilos solo para que su amigo volviera a desordenarlas.

—No sé si puedo, viste que doy un examen a fin de mes y...

—¿Y si invito a tu novio?

Vio que Oriana lo miraba de reojo al escuchar eso.

Alfonso le dio un golpe en el hombro quizás demasiado fuerte, solo poniendose a sí mismo en evidencia.

—En serio te digo, no creo que pueda.

—Va a haber brownies de postre... —sonrió, insistiendo con la mirada.

—Na, que hijos de puta, ¿la única vez que no puedo van a hacer brownies?

—¿Cuánto valen estos, Mirko? —Oriana interrumpió señalando una estantería.

"Encima de pesada, mal gusto musical" pensó él. Pero aunque le hubiera gustado no lo dijo en voz alta, en su lugar le indicó el precio de los discos.

—Vos pensalo —dijo después, volviendo al lado de Alfonso—. La universidad es temporal, los pibes somos para siempre.

Él exageró un suspiro.

—Está bien, voy a intentar. Pero no te prometo nada.

Cuando no quedaron vinilos por desordenar, Alfonso se despidió y lo dejó solo con Oriana. Habría sido la oportunidad perfecta para deshacerse de su presencia, si no hubiera entrado Yaco exactamente al mismo tiempo.

—¿Qué es lo que va a pensar? —le preguntó a Mirko después de saludar a la chica.

Estaba a punto de contarle, pero se detuvo.

Si le decía que había invitado a sus amigos a comer en su casa estaría casi obligado a incluirlo a él, a lo cual no se negaba en absoluto excepto por el hecho de que invitarlo en frente de su novia sin invitarla a ella era imposible, y eso último sí que quería evitarlo a toda costa.

Así que inventó cualquier cosa y volvió a sentarse atrás del mostrador, sin poder despegar los ojos de Yaco, hasta que otro ataque de tos lo obligó a ir a buscar un vaso de agua.

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por que estaba #1 en itg nada que ver

en fin perdón por tardar en actualizar, ya saben, la escuela, la vida, la depresión. sigo intentando encontrar algo que me motive a retomar welcome to iowa pero mientras tanto avanzo con esta, que ya es algo. gracias por seguir leyendo, los tkm a todos

ₕₐₙₐ ₕₐₖᵢₘₐₛᵤDonde viven las historias. Descúbrelo ahora