- Guilty -

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Capítulo 013

_____ Leone.

5:20 p.m.

Culpable.

Así de tontamente culpable me sentía.

Cuando les dije que hacía cosas sin pensar e incluso sin pensar en lo mal que le podía suscitar a la otra persona.

Por culpa de enviarle una foto a toda su familia, el señor Sim llevaba ausente unas pocas horas. 

No me había marcado para despertar, y mucho menos había puesto un pie en el estudio, por ello, así como él lo hizo conmigo; tuve que solicitar su dirección.

¡Y estaba perdida!

No sabía de calles por aquí. Ninguna casa me gritaba que podía vivir un anciano feliz en ella, solo era simplemente casas juntas sin nada relevante a como me imaginaba la casa del señor Sim.

-Adiós papá- se escuchó a lo lejos, llamando a mis instintos de señora chismosa para asomarme en ese callejón donde un carro acababa de estacionarse 

-Adiós- el señor Sim salió con cuidado del auto 

-Adiós mamá-

-Adiós suegro-

Se le veía contento.

Ya no me hacia sentir culpable, y menos que su familia parecía estar tranquila con él.

-Descansen-

No había porque acercarme a ellos, debía marcharme lo antes posible.

Sería lo mejor para mí.

Bailar hasta que den las dos de la mañana y me vea obligada a deja el estudio, todo sin un señor de por medio.

En vez de sonreír por esa gran victoria, bajé la mirada sintiéndome por alguna extraña razón... demasiado vacía. Di unos pasos hacía atrás, antes que las dos personas volvieran al auto y se marchasen.

-Tal vez sea bueno ir a comer un poco-

Quedé congelada al escuchar esa voz, y tan así, que no me moví del lugar donde estaba.

-Ho Beom, ¿podemos ir por comida Italiana?-

Dos chicos por obvias razones se me quedaron viendo, después de todo era una persona en medio de la calle sin moverse, como si no le importara que un auto podría pasar en cuestión de segundos.

Por accidente, mis ojos miraron al de cabellera rubia.

-Te estuve buscando estos días en el restaurante- 

Giré mi cara.

-_____, ¿te despidieron?- 

Sin darme importancia, me giré y comencé a caminar desde el mismo camino donde había recorrido varías casas.

Escuché unos pasos, los cuales fueron de una señora que caminaba pacíficamente. Haciéndome sentir tranquila, de que por primera vez en su vida Ho Beom me había dejado en paz, hasta que sentí mi cuello arder por la tela de mi suéter y una mano que apretaba mi boca para no gritar.

Mis pies dejaron de hacer su trabajo y solo dejarse arrastrar por dos hombres hasta el área más cercana.

 ¿Había que llorar?

Sí.

Mi imaginación me hacía creer que en cualquier momento estaría dentro de un camioneta, siendo llevada a un lugar indeseable.

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