Tras unos pocos meses de salir de la isla de dinosaurios, los campistas continúan con sus vidas "normales"
Curiosamente algunos de nuestros jóvenes vivían en la misma ciudad, y dos de nuestros jóvenes chicos tendrían que prepararse para vivir nuevas...
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La noche había caído suavemente sobre la mansión, y la brisa fresca acariciaba los rostros de Kenji y Ben mientras preparaban el jardín para su aventura nocturna. Habían decidido acampar en el amplio césped, lejos de la rutina diaria y de las preocupaciones. La luna llena iluminaba el espacio, creando un ambiente mágico y acogedor.
—¿Crees que podamos dormir cómodos en este lugar? —preguntó Ben con una mezcla de emoción y duda, mientras extendía la tienda de campaña que habían elegido.
—Por supuesto, solo necesitas un buen saco de dormir y la compañía adecuada —respondió Kenji, sonriendo mientras ayudaba a Ben con la instalación. Sus manos se rozaron, y un escalofrío de conexión recorrió el cuerpo de ambos.
Una vez que la tienda estuvo lista, se acomodaron dentro, rodeados de almohadas y mantas. La risa de sus amigos resonaba en la distancia, pero ellos estaban en su propio mundo, listos para sumergirse en la intimidad de la noche. Las estrellas comenzaron a brillar en el cielo, y la suave melodía del viento les susurraba secretos.
—Mira esas estrellas —dijo Ben, señalando hacia arriba—. Es increíble cómo pueden hacer que todo se sienta tan pequeño, ¿no?
Kenji se recostó sobre su espalda, mirando hacia el cielo. —Sí, es como si nos recordaran que hay mucho más allá de nuestras preocupaciones. A veces, me gustaría perderme entre ellas.
—¿Qué hay de ti? —preguntó Ben, moviéndose para recostarse a su lado—. ¿Qué sueñas cuando miras al cielo?
Kenji se giró hacia Ben, sintiendo la cercanía de su cuerpo. —Sueño con un futuro donde no tengamos que preocuparnos por lo que piensen los demás. Un lugar donde podamos ser nosotros mismos, sin máscaras.
Ben sonrió, comprendiendo el peso de sus palabras. —Me gustaría eso también. A veces, siento que nuestra relación es un secreto que debemos esconder.
El silencio se instaló entre ellos por un momento, interrumpido solo por el sonido lejano de sus amigos disfrutando de la noche. Kenji sintió una oleada de valentía.
—Hablemos de ello. Dime, ¿qué es lo que realmente te preocupa? —preguntó con suavidad.
Ben dudó, pero la calidez de la mirada de Kenji lo animó. —Es que a veces siento que no encajo del todo, que no soy lo suficientemente… masculino. Las inseguridades me abruman, especialmente cuando veo cómo los demás se relacionan y se sienten cómodos en su piel.
Kenji se incorporó un poco, observando a Ben con una expresión seria. —Escucha, cada uno tiene su propia forma de ser. Lo que importa es que tú eres tú, y eso es lo que me gusta. Eres perfecto tal como eres.
Ben sintió que las palabras de Kenji lo envolvían, pero aún había dudas que necesitaba abordar. —Pero, ¿y si nunca me siento lo suficientemente bien? ¿Y si esto afecta nuestra relación?
