Prólogo

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     Un hombre de cuarenta y siete años, con piel blanca y cabello negro, está en la ducha de la cárcel de Emerald City. Entre el tranquilo sonido que genera el agua al chocar con la baldosa, él escucha varios pasos que se acercan y todo su cuerpo es recorrido por un escalofrío. Había decidido entrar cuando ya todos los demás reclusos habían salido.

—José Falcone, sal un momento. Tengo un mensaje que darte —dice un hombre de cabello liso y con una cicatriz alargada en su mejilla derecha, producto de una herida hecha en su pasado. Está acompañado de dos sujetos.

José Falcone reconoce de inmediato la voz. Ese tono áspero le pertenece a alias Lobo, uno de los prisioneros más peligrosos.

—¿Cuál mensaje? —pregunta cerrando el grifo y unas últimas gotas frías caen sobre su cabello azabache. Toma su toalla y sale de la ducha quedando frente a los tres reclusos— No espero ninguno.

—¿Seguro? —cuestiona Lobo alzando una ceja. Los otros dos que lo acompañan dejan salir una sonrisa maliciosa. Falcone queda perplejo y comprende lo que pasará a continuación. Su corazón comienza a latir más rápido, mira la puerta de salida que se encuentra detrás de los tres hombres.

—Esperen... —dice intentando detener a uno de los tipos que se acerca para atacarlo.

Él esquiva el puñetazo y le acierta un golpe en la barbilla. De inmediato el otro que acompaña a Lobo entra en la pelea para ayudar a su compañero.

José lucha contra los dos a la vez, pero cada vez recibe más golpes hasta que cae. Los dos presos lo sujetan de los brazos y lo levantan. El hombre de la cicatriz en la mejilla se acerca con una navaja en sus manos.

—No podemos permitir que hables, querido amigo —susurra en el oído de Falcone y, a su vez, lo apuñala diez veces en su estómago y pecho—. Ese era el mensaje que te mandó Eduardo Noriega —le informa al moribundo cuerpo, que está bañado en sangre—. Él quería que supieras el nombre de quien dio la orden de matarte —explica mientras limpia su navaja en la toalla de José, quien con sangre saliendo de su boca cierra sus ojos lentamente.

Black Hunter: El nacer de Los JusticierosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora