16. La carta

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—¿Nuestro hijo?

—Sí. ¿Puedo pasar? Hace frío —añade la mujer de cabello negro y liso, igual que el del niño.

—¡Oh, sí!, claro. Lo siento —responde apenado.

—Tranquilo.

Los tres se sientan en unos sillones de la sala.

—Siento mucho la muerte de la señora María. No sabes cuánto lloré cuando me enteré. Sé lo que se siente, yo también he quedado sin padres ahora.

—¿Tu madre murió? También lamento tu pérdida.

—En parte es la razón por la que estoy aquí con Matías.

—Así que nuestro hijo se llama Matías. —Lo mira.

—Sí, como mi padre.

—¿Por qué nunca me dijiste que teníamos un hijo? ¿Por qué hasta ahora me lo dices? A mi madre le hubiera encantado saber que tenía un nieto. ¿Cuándo terminamos ya estabas embarazada?

—Sí, pero aún no lo sabía. Lo supe cuando estaba en Francia con mi madre, ella me dijo que te lo contara, pero yo estaba muy enojada contigo.

—Y recordar que terminamos por unos tontos celos.

—No los eran. —Se enseria la mujer.

—Por favor, Sara, nunca tuve nada con...

—No quiero hablar de eso ahora. Mi madre falleció hace unos meses, ella era quien cuidaba de Mati para que yo trabajara. El sueldo no me alcanzaba para pagar una niñera.

—Comprendo. —Se acerca y le toma las manos—. Seremos la familia que siempre debimos formar. Claro si aún me quieres, si no, solo cumpliré con mi deber como padre del niño.

—Sabes que nunca te dejaré de querer. —Lo besa.

—Yo pensaba irte a buscar y hablar para volver, pero se presentó lo de mi padre.

—Lo sé. —Le acaricia la cara.

—Tiene la misma mirada de mi papá —comenta tomándole la mano al pequeño que se muestra un poco tímido—. Y la peca que mi padre y yo tenemos en nuestra mano izquierda —añade sonriendo con orgullo.

La noche cae sobre la ciudad y Sara vuelve a estar en los brazos de Miguel. Ella nota todas las heridas que posee el cuerpo de su amor y los moretones que aún se logran ver en su rostro, pero no le pregunta nada. Habrá tiempo para preguntas, se dice así misma.

Esa misma noche en el centro de Emerald City el comandante Garcés no puede dormir pensando en lo que hará al día siguiente, su esposa tampoco logra pegar los ojos, pero ella finge estar rendida del sueño.

***

A las once de la mañana del martes 19 de diciembre tocan el timbre de la casa Falcone, Sara escucha y sale abrir la puerta, pero no ve a nadie, la calle está sola, no hay un alma cerca. Cuando cierra la puerta mira hacia el piso y ve un sobre con una carta que dice: Para Miguel Falcone Ramírez.

—Cariño, Miguel. Te acaban de enviar una carta. —Miguel la oye desde el sótano.

Él sale rápidamente y ella le entrega el sobre. Miguel abre la carta y empieza a leerla, la carta dice: Hola, querido Miguel. Me preguntaba si querías que te hablara de tu madre, es decir, cómo se veía minutos antes de que la hiciera explotar junto con su carro. Sabes quién soy, te espero hoy a las dos de la tarde en el bosque Nopia, cerca de la cabaña de Estefanía. Será un duelo a muerte.

Black Hunter: El nacer de Los JusticierosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora