11. Garcés

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     15 de noviembre del 1990, ciudad de Emerald City.

A las siete de la noche Oscar Ortiz y su hermano Felipe están en la sala de invitados con sus amigos. La luna se puede apreciar desde una de las grandes ventanas, está rodeada de muchas estrellas en el despejado cielo azul.

—Esa rubia de anoche tenía unas tetas... —comenta Esteban Ramírez de veintitrés años. Lleva un año ejerciendo su profesión de abogado—. Vamos más luego al bar, si está de nuevo allí la invitaré a salir conmigo. No importa que esté acompañada, no dejo de pensar en ella, esas curvas...

—Yo no puedo ir —informa Raúl Suria desde uno de los finos muebles, sostiene en su mano un trago de licor—, Erika puede dar a luz en cualquier momento y debo de estar allí. Anoche y hoy he estado con ustedes porque su madre está en acompañándola. —Toma un poco de whisky.

—¿De qué rubia hablas? —pregunta Juan Garcés— ¡Había varias en el bar! —Todos ríen.

—La que estaba a nuestra derecha —aclara Esteban—, en la esquina, ella estaba con un viejo.

—Esteban, cuidado con esa mujer —advierte Oscar mientras se introduce un poco de droga en su nariz—. ¿Sabes quién es ese viejo? —dice terminando de inhalar el polvo blanco— Ese viejo es un mafioso, exporta droga a las ciudades vecinas.

—Es cierto lo que dice mi hermano, Esteban —confirma Felipe con intención de que Esteban olvide a esa mujer, es un joven de dieciocho años. La mayor parte de su tiempo la pasa con su hermano, y también mejor amigo—. Mejor olvida a esa mujer. —Toma un trago de whisky.

—¡Qué me importa! Si la rubia acepta salir conmigo, saldré con ella. Ese viejo que se joda.

—¿Acaso no viste a los tres matones que lo acompañaban? —exclama Felipe.

Dos hombres se vienen acercando hacia a donde están Oscar y sus amigos, uno de ellos es Eduardo Noriega.

—¡Ey! ¿Qué hay de nuevo? —saluda Eduardo acercándose a la mesa donde está la droga, toma un poco con sus dedos y la prueba—. ¡Vaya! Esta vez sí compraron de la buena.

—¿De dónde vienes, Eduardo? —pregunta Oscar sin notar al otro acompañante.

—Vengo del aeropuerto, fui a esperar a mi hermano —dice mientras abraza con una mano al hombre que lo acompaña—. Este es mi hermano menor, estudió ingeniería química. Se graduó hace unos meses, ¡te puede crear cualquier cosa química! Yo le digo El Doctor.

—Hola, mi nombre es Alex Padilla. —Sonríe sutilmente—. Un gusto conocerlos. —Se acerca a saludarlos de mano.

Todos quedan extrañados al escuchar el apellido Padilla.

—¡Ah, sí! —exclama Eduardo— Después que mi madre se divorció de mi padre, ella se volvió a casar y tuvo un hijo.

Todos hacen una cara de haber comprendido, Eduardo y Alex se sientan y se sirven un trago.

—¿Mis suegros y mi futura esposa? —pregunta Eduardo.

—Cuñado, mis padres y Helena salieron para Bortam —responde Felipe—, a donde mis abuelos. Volverán mañana en la tarde.

—Pensé que Helena te había dicho —añade Oscar.

—¿Para dónde vamos hoy? Debemos enseñarle la ciudad a mi hermano.

—A excepción de Raúl, iremos de nuevo al bar de anoche —contesta Esteban—. Yo específicamente iré a conquistar a una hermosa rubia.

—Raúl, ¿por qué no vas?

Black Hunter: El nacer de Los JusticierosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora