3. El jefe del Este

112 9 25
                                    

—Eduardo, alguien nos está atacando —informa un hombre de cincuenta años. Tiene poco cabello y la mayoría de sus hebras son grises, es de cuerpo robusto y no muy alto, mide 1.62 metros. En su mano izquierda sostiene un tenedor con un pedazo de postre de chocolate, su favorito.

—¿Qué dices? —contesta una voz en el teléfono.

—Los hombres que cuidaban la mercancía que estaba destinada para Ratagui fueron atacados y asesinados por un sujeto enmascarado. Solo dejó con vida a uno de ellos para que me entregara un mensaje.

—¿Cuál es el mensaje?

—Dice que me encontrará y asesinará.

—Ignora a ese maniático. Pronto aparecerá muerto en algún enfrentamiento con los pandilleros. ¿Se llevó la droga?

—No, no se llevó nada.

—Oh, ya veo —murmura y cuelga la llamada.

***

Días después Black Hunter se halla de noche en una calle sombría luchando con tres sujetos que están detrás de un auto disparándole. Se cubre detrás de unos botes de basura y finge quedar sin municiones.

—¡Vamos, quedó sin balas! ¡Es nuestro! —exclama uno de los hombres con un tono de burla en su voz. Sale de atrás del coche y se acerca, los otros dos lo siguen.

Miguel sale acertando varios tiros en el cuerpo del tipo que está más cerca. Los otros dos reaccionan disparándole en el pecho y estómago. Cae sobre el sucio pavimento, y los dos pandilleros se acercan para terminar con él. Black Hunter abre sus ojos y, a la vez, rápidamente toma una de sus armas y la descarga en la cabeza de uno de ellos. Luego derriba al otro pateándole las piernas.

—Qué bien que uso chaleco antibalas —expresa mientras se levanta y se dirige al sujeto que derribó, quien al momento de caer soltó su arma.

—¡Maldito! —grita el hombre asustado y sintiéndose indefenso—. ¿Por qué nos atacas? Pagarás por esto.

—¿Quién es tu líder? ¿Quién está al mando de la pandilla del Este? —pregunta apuntándole a la cabeza con el arma.

—No sé nada, solo sigo órdenes.

—¿De quién sigues órdenes? Rápido, no tengo mucha paciencia.

—No puedo hablar, me asesinarían a mí y a mi familia.

—Tú ya estás muerto —le dispara en la frente.

***

Pasan los días y Miguel Falcone sigue asesinando a los pandilleros, sin encontrar información. Cuando es herido él mismo se cura, ha aprendido sobre primeros auxilios y a atender heridas de balas. A algunos de estos tipos los ha asesinado cuando están asaltando a personas, dándose a conocer en la ciudad por el nombre de Black Hunter. Muchos ciudadanos lo consideran un héroe.

Tres semanas luego, a las once de la noche, está rodeado de siete cadáveres bañados en sangre, en un viejo edificio, y sosteniendo por el cuello a un hombre moreno mientras le apunta al estómago con una de sus pistolas.

—¿Quién está al mando de las pandillas? Dime o terminarás como el resto de tus amigos.

—Si... si te digo... —habla con voz temblorosa y viendo los cuerpos de sus compañeros— ¿me perdonarás la vida? —Mira a Black Hunter con temor y ojos llorosos.

—Si me dices la verdad, te dejaré vivir.

—Pero... ¿y mi familia? —pregunta, asustado y esperando una solución—. Si se enteran de que te dije algo la matarán.

Black Hunter: El nacer de Los JusticierosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora