〔:🦋:〕「 5 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Para Chongyun, todo se había vuelto gélido y frío después de que Xingqiu le dijera eso. Si no se hubiera interesado, no se lo habría dicho, y entonces no habría estado tan deprimido.

—Oye —le dijo Xingqiu, cerrando por fin el libro. Se acercó a Chongyun—. Ahora al que le pasa algo eres tú.

—Me duele la cabeza —mintió el ojizarco, sin querer mirarlo.

—No me extraña. Se te ha subido el frío a la cabeza después de comerte cinco helados —rio, tratando de animarlo, pero no pareció conseguir nada—. ¿Quieres que te acompañe a casa? —propuso después de unos instantes.

Chongyun lo miró. Xingqiu sonreía con preocupación, esperando una respuesta. El ojizarco quiso abrazarlo, hundir su cara en el hombro de su amigo y no soltarlo nunca, pero esa no era la reacción más adecuada.

—Puedo ir solo —contestó por fin Chongyun—. Darías un rodeo sin sentido si me acompañaras.

—No me importa —apuntó Xingqiu. Todo el tiempo que pudiera pasar con Chongyun era bienvenido. Como si tenía que acompañarlo a Inazuma y luego regresar a Liyue nadando, le daba igual.

El ojizarco lo miró de reojo y finalmente se obligó a asentir, pues se lo podría haber quedado mirando durante un largo rato, embobado.

—Está bien —suspiró. Luego añadió—: Gracias.

Xingqiu sonrió y guardó su libro. Se levantó del banco y se desperezó con exageración.

—Ya me dolía el culo de estar sentado —rio, queriendo animar a su amigo, pero seguía sin sacarle siquiera una sonrisa.

En ningún momento del trayecto Xingqiu se dio por vencido y quiso por todos los medios cambiarle la cara a Chongyun, pero el ojizarco estaba cabizbajo y parecía absorto en sus pensamientos, sin la intención de hablar con él. Entonces, Xingqiu no pudo evitar preguntarse si había dicho o hecho algo que no debía. Lo conocía lo suficiente como para saber que eso del dolor de cabeza no era cierto, al menos por completo.

Repasó todo lo que había hecho estando con él y no le pareció que hiciera nada mal. ¿Tal vez Chongyun se había molestado por lo del helado? Eso no era posible, concluyó Xingqiu, pues no era la primera vez que lo hacía y su amigo nunca había puesto objeciones. ¿Quizá la descripción que le había dado de la persona que le gustaba había sido tan obvia que Chongyun había averiguado que se trataba de él? ¿Podía ser que no le agradara la idea de que Xingqiu tuviera esa clase de sentimientos hacia él? Xingqiu miró de reojo a su amigo, que seguía con la mirada perdida y entristecida, y no pudo evitar sentir que lo había echado todo a perder.

Si se hubiera estado callado, no habría estado entonces comiéndose la cabeza. Era tan fácil como esquivar la pregunta, ignorarla o cambiar apresuradamente de tema. Pero no, decidió responderla porque se dejó llevar por la ilusión y ahora la persona que quería ni siquiera le dedicaba una sonrisa ni lo miraba, haciendo que el paseo se convirtiera poco a poco en algo incómodo.

—Gracias por acompañarme —murmuró Chongyun cuando llegaron a su portal. Seguía con la misma expresión, pero entonces sorprendió a Xingqiu mostrando una sonrisa, que saltaba a la vista que era forzada.

Chongyun pensó que, después de todo, su amigo no tenía culpa de nada si le gustaba otra persona que no fuera él. No tenía que pagarlo con él ni con Xiangling ni con nadie. Si de verdad lo quería, tenía que alegrarse de su felicidad, apoyarlo y ayudarlo. A fin de cuentas, eso era lo que había oído decir en alguna película romántica de las que veía su madre.

—Nos vemos el... —titubeó Xingqiu, que no se esperaba la sonrisa—. Nos vemos el lunes, entonces. Espero que se te pase el dolor de cabeza pronto —añadió, cada vez más convencido de que era mentira.

Chongyun forzó otra sonrisa antes de entrar al edificio. Una vez dentro, se giró para ver a través del cristal de la puerta del portal a Xingqiu desapareciendo de su campo de visión, que parecía preocupado por algo mientras se iba. El ojizarco soltó el aire en un suspiro entrecortado y sacó su móvil.

Se quedó mirando la pantalla apagada largo rato, planteándose muy a fondo si de verdad era buena idea hablar con Xiangling, si sería capaz de hablarle sin enfadarse con ella a pesar de que sabía que la chica no tenía culpa de nada. Y tal vez eso era lo que más rabia le daba: que en todo el asunto no había ningún culpable, nadie a quien reprocharle todo.

Finalmente guardó de nuevo el móvil sin haberlo encendido siquiera y apretó el botón del ascensor. Un vecino salió del ascensor cuando este llegó y saludó a Chongyun, que se esforzó por sonreírle antes de subir él.

Al entrar a su casa, sus padres todavía no habían vuelto. Todo le parecía frío, vacío y triste sin remedio y él sentía que cada vez era más pequeño, que cada vez estaba más deprimido y que cada vez tenía más ganas de llorar. Y de nuevo sintió rabia por ponerse así por un motivo tan tonto. Después de todo Xingqiu seguía siendo su amigo, ¿no? Podría seguir contando con él, quedando con él, riendo con él. Siempre podría.

Entonces, ¿por qué parecía que aquello ya no valía para nada? Las palabras salieron solas de su boca, aunque no había nadie para escucharlas.

—Porque yo quiero algo más... —Se mordió el labio tembloroso y ni siquiera se dio cuenta de que las lágrimas le mancharon la cara. Solo sentía rabia, que se convertía en tristeza, para luego darle paso a la impotencia y de vuelta a la tristeza, en un ciclo que parecía no tener fin.

Se le escapó un suspiro entrecortado y apoyó la cabeza en la puerta, pues no se había movido de ahí desde que había llegado. La echó hacia atrás y cerró los ojos con fuerza, queriendo detener las lágrimas frías que le recorrían las mejillas. No valía la pena llorar por amor, pensó. Se quiso convencer de ello. Xingqiu seguiría siendo su amigo, aunque le sonriera a otra persona, aunque sus ojos miraran a otra persona, aunque su amor fuera para otra persona.

Casi sin darse cuenta, volvió a sacar el móvil y agachó la cabeza para mirar la pantalla apagada. Necesitaba hablar con ella, que le diera su consejo y su apoyo. Necesitaba que lo escuchara como hacía siempre. Necesitaba que lo hiciera reír y que lo animara, ahora más que nunca.

Xiangling no tardó ni un minuto en responder al mensaje de Chongyun. El ojizarco estuvo convencido de que llevaba toda la tarde pegada al móvil esperando recibir noticias suyas.

¿Qué tal ha ido?, preguntó la chica.

Chongyun no se anduvo con rodeos y se lo dijo directamente. Tenía la necesidad de soltarlo, de desahogarse, y Xiangling era la mejor para escucharlo.

Resulta que le gusta alguien.

¿Y te ha dicho quién es?, inquirió Xiangling. Chongyun pudo imaginársela en su casa dando saltos de emoción. En otro momento, la imagen mental le habría hecho gracia, pero en ese no.

No exactamente, pero creo que eres tú.

En cuanto le dio al botón para enviar el mensaje, Chongyun apagó por completo el móvil y se prometió no encenderlo hasta el lunes. Se odió a sí mismo por actuar así, como un cobarde enfurruñado. Necesitaba despejarse durante el fin de semana, necesitaba pensar en otras cosas. O simplemente no pensar en el tema de Xingqiu.

Arrojó el móvil contra el sofá a la vez que daba un grito para desahogarse. Lo vio rebotar un par de veces de un lado a otro y luego fue hasta la cocina, donde cogió un helado. Las emociones en su pecho eran cada vez más intensas y necesitaba calmarlas. Devoró el helado casi sin darse cuenta y todavía se sentía agobiado, así que cogió otro más y se lo comió mientras, sin percatarse de ello, lloraba de nuevo.

Mariposas [Chongqiu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora