〔:🦋:〕「 6 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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Xiangling estuvo segura de que el móvil de Chongyun podría haber provocado un terremoto de tan solo vibrar con los mensajes que le estaba enviando. El problema era que ninguno parecía llegarle, y mucho menos los leía.

—¡Ah, Chongyun! —chilló—. ¡Haz el favor de responder!

Su padre tuvo que entrar a su habitación para preguntarle a qué venían esas voces, y lo único que Xiangling hizo fue disculparse por ello.

—¡Chongyun! —susurró cuando su padre se marchó—. Coge. El. Móvil. ¡Ah!

No se podía creer que dejara de responderle después de haberle dicho lo que le había dicho. ¿Cómo que creía que ella le gustaba a Xingqiu? Xiangling necesitaba que Chongyun le diera respuestas, pero al parecer él había decidido que era buena idea desaparecer y dejarla con la intriga.

Y suponiendo que su amigo estaba en lo cierto, ¿qué debía hacer? Ella no veía a Xingqiu nada más que como un amigo y lo más parecido al amor que llegaba a experimentar era la cocina. Además, ella no era precisamente la persona con más tacto del mundo para rechazar a alguien. A cualquier otro le hubiera dado igual, pero romperle el corazón a su amigo... Era algo desagradable incluso para ella.

Cuando su móvil vibró sobre su cama, ahogó un grito de emoción y lo cogió con rapidez, creyendo que podía tratarse de la esperada respuesta de Chongyun, pero tan solo era una notificación de otra red social. Soltó un bufido y volvió a dejar el teléfono sobre el colchón.

* * *

Xiangling no sabía ni cómo ni en qué momento había pasado el fin de semana, pero ya era lunes de nuevo y estaba caminando por los pasillos del instituto con la cara de adormilada que solía tener ella y cualquier estudiante un lunes por la mañana.

Esperaba encontrar a Xingqiu y Chongyun en las taquillas, pero allí solo encontró al primero. El ojizarco no le había hablado en todo el fin de semana y la emoción del sábado cuando le dijo aquello se había transformado en preocupación.

—Hola —la saludó Xingqiu, sin apartar la vista de los libros de su taquilla.

—Hola —respondió Xiangling—. ¿Chongyun no ha venido contigo? —Normalmente ellos dos venían siempre juntos a clase: Xingqiu esperaba a Chongyun en la parada de autobús.

—Qué va. Ayer le escribí pero no me respondió. —Sacó el libro de matemáticas y lo guardó en la mochila—. Y cuando el autobús llegó, él no estaba allí.

—¿A ti tampoco te respondió? —inquirió Xiangling.

—Creía que era solo a mí. —Suspiró con alivio y luego la miró—. Veo que ya estás mejor del resfriado.

—¿Qué resfriado? —se le escapó a Xiangling. Entonces cayó en la cuenta—. ¡Ah, sí! El resfriado, sí. Estoy mejor ya, claro.

Xingqiu sacó otro libro de la taquilla y lo intercambió por uno que no necesitaba de su mochila.

—Por cierto —murmuró la chica. Ya que Chongyun no le había resuelto la duda, tendría que hacerlo ella misma—, me ha dicho un pajarito que te gusta alguien.

El chico la miró con una sonrisa en los labios.

—¿Tu pajarito por casualidad se llama Chongyun? —rio Xingqiu. A Xiangling también le hizo gracia el comentario—. Me sabe mal tener que ocultarle cosas, pero...

—No sé cómo decírtelo —lo interrumpió la chica, considerando mil formas distintas de formular la misma frase para herirlo lo menos posible—, pero pierdes el tiempo si esperas que te corresponda. —Tal vez no fue la más acertada—. Ahora mismo me centro en la cocina y yo solo te veo como un amigo, así que...

—¿De qué estás hablando? —inquirió Xingqiu, confundido, con un libro en la mano—. Oh, espera... ¿Chongyun te ha dicho que tú eres quien me gusta? —Xingqiu tuvo que reírse ante la imaginación de su amigo—. Yo a ti también te veo solo como una amiga, no te preocupes.

—¿Entonces? —Xiangling se quedó atónita al oír aquello.

Xingqiu cerró su taquilla usando casi todo el cuerpo por culpa de las bisagras viejas y oxidadas.

—Me daba vergüenza decírselo, incluso miedo —confesó—, así que lo describí y parece que se ha llevado una idea completamente errónea. A ver, dejé muchas cosas en el aire, pero no sé, no esperaba que fuera a llevarse esa impresión. Y yo que pensaba que se me daban bien las palabras... —suspiró.

—¿Lo describiste? —remarcó Xiangling—. ¿A quién?

—A él —contestó Xingqiu—, a Chongyun.

Xiangling necesitó un momento para asimilar aquello. ¿Xingqiu acababa de decirle que le gustaba... Chongyun? Pensó para sí misma que todo aquel asunto era mucho más interesante que el argumento de cualquier telenovela de las que veía su madre.

—¿Que te gusta...? —Se tapó la boca con las manos en un gesto de emoción—. ¡Ah, por Los Siete! ¡Qué fuerte!

—Baja la voz, por favor —pidió Xingqiu, viendo que los alumnos a su alrededor los miraban con expresiones variadas—. No le digas nada. No sé cómo se tomaría a estas alturas que me haya enamorado...

—Resulta que mi pajarito también me ha dicho que le gustas —lo interrumpió Xiangling, con una sonrisa triunfal en la cara.

—¿Cómo que...?

—Que le gustas a Chongyun —respondió sin rodeos—. Y madre mía, no sabes cuánto.

—¿Y por qué no me lo ha dicho? —preguntó Xingqiu, emocionado con la idea.

—Por el mismo motivo que tú: dice que cómo se le ocurre enamorarse de ti a estas alturas. Que si vergüenza, que si miedo al rechazo, que si no sé qué... —Xiangling puso los ojos en blanco—. Qué tontería, de verdad. Si os gustáis, da igual cuándo sea.

A Xingqiu le dio la risa floja.

—Pero creo que el paso tendrás que darlo tú —siguió diciendo la chica—. Entre que piensa que te gusto yo y que le da miedo que lo rechaces...

—Tendré que declararme yo primero —concluyó Xingqiu.

El timbre sonó y ambos se dirigieron a su aula entre la marea de gente justo en el momento en el que Chongyun llegó. Se había levantado tarde y había perdido el autobús esa mañana. Por fin llegaba al instituto después del largo paseo y lo primero que veía era a sus amigos juntos. Se deprimió y quiso llorar otra vez, pero se dijo que tenía que alegrarse y sonreír, porque Xingqiu parecía entusiasmado junto a Xiangling.

Si tan solo Chongyun hubiera sabido que él mismo era el motivo del entusiasmo de Xingqiu...

Mariposas [Chongqiu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora