〔:🦋:〕「 12 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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—¡Por Los Siete! ¡Cuánta gente! —El grito de Xiangling se oyó incluso por encima del murmullo de la multitud.

El parque de atracciones estaba abarrotado de personas; difícilmente cabía un alfiler allí en medio. Sin embargo, eso no era problema para Xiangling, que con los finos codos apuntando hacia fuera fue abriéndose paso, seguida de Xingqiu y Chongyun, que no podían evitar sentirse mal por quienes se topaban con los codos de su amiga.

Entre tanta gente, Chongyun habría tenido la necesidad de agarrarse al brazo de Xingqiu como solía hacer en los pasillos del instituto, pero había descubierto que agarrarlo de la mano lo tranquilizaba lo mismo e incluso más.

Así, Xiangling iba a la cabeza dispersando mínimamente a la muchedumbre, Xingqiu marchaba detrás de ella y cogía de la mano a Chongyun para guiarlo por la ruta que trazaba la chica.

—¿Adónde vamos primero? —inquirió el de ojos color ámbar.

—¡Montaña rusa! —exclamó Xiangling sin girarse.

—Montaña rusa, pues —convino Xingqiu.

—¿Montaña rusa? —farfulló Chongyun—. Sabéis que no me gusta la velocidad...

—Oh, vamos —sonrió su amigo—. Será más divertido si estamos los tres.

—Pero...

—Por favor, porfi, porfa —pidió Xingqiu como un niño pequeño, alargando la «a» final del «porfa».

Chongyun lo miró y titubeó. ¿Cómo iba a decirle que no si lo miraba con esos ojos del color del ámbar de aquella forma y se lo pedía de aquella manera? Es más, incluso le entraron ganas de subir a la montaña rusa.

—Está bien —suspiró—. Vamos.

* * *

Cuando la barra de metal del asiento de la montaña rusa bajó por delante de su cara y emitió un clac al estar correctamente acoplada por encima de sus regazos para garantizar su seguridad, Chongyun se arrepintió de su decisión.

—No sé si es buena idea —murmuró.

—Ya te has subido —apuntó Xiangling—. Ya solo te queda apechugar.

—No pongas esa cara —intervino Xingqiu—. Va a ser genial. ¡Ya lo verás!

Se notó un leve retroceso al arrancar los vagones de la atracción. Chongyun se aferró a la espuma de la barra metálica que lo retenía en su asiento hasta prácticamente hundir sus uñas en ella. No comprendía cómo Xingqiu podía estar riéndose a carcajada limpia a su lado, una risa aguda que probablemente era para dispersar los nervios que pudiera tener.

La velocidad le alborotó el pelo celeste y le obligó a entrecerrar sus ojos claros durante casi todo el trayecto. Le sudaban las manos alrededor de la barra y los gritos de Xiangling a su derecha le taladraban los oídos, mientras que la risa nerviosa e incesante de Xingqiu era lo único bueno que estaba sacando de aquello.

Llegó la primera bajada y Chongyun no supo cómo los chillidos de su amiga pudieron sonar incluso más fuerte que antes. Temió que se pudiera quedar afónica y pensó que si seguía a ese ritmo, serían tan agudos que solo los podrían escuchar los perros. A su otro lado, la risa de Xingqiu desapareció un instante para soltar un grito que fue casi tan estridente como los de Xiangling. Chongyun abrió por primera vez la boca para unirse con chillidos a sus amigos.

Hubo dos bajadas más, que fueron esencialmente iguales que la primera, con la única diferencia de que en cada una los nudillos de Chongyun estaban más blancos que en la anterior.

Finalmente el recorrido acabó, la velocidad de la atracción disminuyó y Chongyun nunca se había sentido antes tan feliz de poder quedarse quieto.

—No vuelvo a subir a esa atracción del diablo ni por un millón de Mora —dijo casi mareado.

—Pero si te lo pido yo sí —repuso Xingqiu, animado, siendo consciente de que era la debilidad del ojizarco.

—Permíteme decirte que respecto a subirme a la montaña rusa, no pienso dejarme manipular por ti —respondió.

—Al menos he logrado que te subas una vez. —Lo agarró de la mano—. Lo considero una victoria.

—Vayamos a ver la foto —dijo Xiangling—. A ver con qué caras hemos salido.

En la taquilla donde se compraban los tíquets había varios monitores que mostraban las imágenes que se hacían en cierto punto del recorrido. Xingqiu señaló la pantalla en la que salían ellos y Xiangling estalló entre risas.

—¡Mira la cara de Chongyun! —rio.

—¿La mía? —saltó el ojizarco—. ¿Has visto la tuya? —Y se rio también.

—Creo que todos coincidimos en que yo salgo genial —intervino Xingqiu. Sus dos amigos lo miraron y su risa se intensificó todavía más.

—Necesito tener esa foto en la pared de mi cuarto —dijo Xiangling, limpiándose las lágrimas de tanto reír.

Le pidió a la mujer que estaba en la taquilla que le imprimiera la imagen en físico y le pagó la cantidad de dinero que correspondía. Luego la guardó en su bandolera y miró a sus amigos.

—¿Adónde queréis ir ahora?

—Algo más tranquilo, por favor —pidió el ojizarco.

—A los coches de choque —respondió Xingqiu, que con la emoción tiró también de Chongyun, a quien agarraba de la mano.

—He dicho algo tranquilo.

—A mí me apetece algodón de azúcar —dijo Xiangling, encogiéndose de hombros—. Así que poneos vosotros de acuerdo, porque yo voy a estar comiendo.

Xingqiu se acarició la barbilla con la mano libre.

—¿Te parece bien ir a la noria? —preguntó a Chongyun—. Es bastante más tranquilo.

Antes de que él pudiera responder, Xiangling se adelantó:

—Uy, ya ves que sí. Ahí en la noria, los dos en la cabina...

Chongyun la calló de un codazo en las costillas.

—Lo hemos pillado, es buena idea —farfulló.

La sonrisa no se esfumó del rostro de Xiangling, que se giró sobre sus talones para ir al puesto más cercano de venta de algodón dulce. Chongyun y Xingqiu la acompañaron, siguiendo el rastro de huecos entre la gente que la chica iba dejando gracias a sus codos puntiagudos puestos hacia fuera.

Mariposas [Chongqiu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora