〔:🦋:〕「 11 」 ༄˚⁎⁺˳✧༚

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A pesar de que había dos adolescentes en la casa, todo estaba en silencio. Los platos donde habían comido su almuerzo descansaban en el fregadero de la cocina y la puerta de la habitación del ojizarco estaba entornada, dejando ver por la fina rendija que quedaba solo parte de la escena.

El teléfono de Chongyun vibró sobre el escritorio, pero estaba demasiado ocupado con Xingqiu como para prestarle atención al móvil. El de ojos color ámbar tenía la espalda apoyada contra el cabecero de la cama de su amigo y abrazaba a Chongyun con todo el cariño del mundo. Se daban besos como si no hubiera un mañana, pero sus manos no bajaron en ningún momento de la cintura del otro, a pesar de la tentadora e inusual presión que notaban en los pantalones. Ni comiéndose un iceberg podría Chongyun haber reducido el calor que le estaba provocando la situación, el calor que le estaba provocando Xingqiu. Por lo general prefería el frío, pero ese calor en concreto le gustaba y el cuerpo le pedía más y más.

Xingqiu dio otro beso a Chongyun, probablemente más intenso que cualquiera de los anteriores, y lo estrechó más fuerte todavía, queriendo sentirlo lo más cerca posible. Los laterales de sus narices chocaron, se separaron brevemente para coger aire entremezclando las respiraciones y volvieron a unir sus labios.

A Chongyun le empezaba a faltar el oxígeno y se lamentaba mucho de ser siempre él quien cortara de aquella forma los besos. Le gustaba lo dulces y suaves que eran los labios de Xingqiu, lo bien que encajaban con los suyos y sobre todo lo mucho que le decían sin tener que pronunciar palabra alguna.

Se separó, maldiciendo mentalmente la poca capacidad de sus pulmones. Xingqiu le dedicó una mirada que no era nada habitual en él, una mezcla entre lasciva y divertida, que no tardó en bajar al cuello del ojizarco.

Los dedos finos y blanquecinos de Xingqiu se deslizaron por el cuello de su amigo con parsimonia, como si el tiempo a su alrededor se hubiera detenido. Sonrió al notarlo tragar saliva y bajó poco a poco y con fingido desinterés hasta las clavículas que se veían por el cuello de su camiseta. Pasó los dedos por encima de estas haciendo que Chongyun se estremeciera y luego agarró el cuello de la camiseta. Tiró de la tela hacia sí para atraer a su amigo y recompensarlo con otro beso.

A su vez, la mano de Chongyun acoplada en la cintura de Xingqiu descendió peligrosamente hacia territorios inexplorados cuando en la casa se oyó una voz femenina que hizo que se apartara bruscamente y que el corazón se le bajara a los pies.

—Es mi madre —susurró, repentinamente pálido.

Seguidamente dio un salto de la cama, recogió del suelo la sudadera que le había quitado Xingqiu y abrió algunos libros sobre el escritorio desordenado para fingir que estaban haciendo deberes por si su madre preguntaba. Xingqiu, por su parte, se alisó la camisa con las manos e intentó poner algo de orden en su pelo alborotado por culpa de Chongyun.

Abrió la puerta para saludarla, para que no sospechara que en su habitación estaba ocurriendo una cosa así. No quería ni imaginarse qué haría si tenía que darle explicaciones.

—Hola, mamá —dijo, rojo como si hubiera estado haciendo ejercicio.

—Buenas tardes —saludó también Xingqiu, sospechosamente animado, pero mucho más discreto que su amigo.

—¡Oh, Xingqiu! —sonrió la mujer—. No esperaba que estuvieras aquí.

—Chongyun necesitaba que lo ayudara con la tarea de Lengua —siguió diciendo, improvisando lo más rápido que podía.

—Menos mal que estás tú —suspiró la madre—. ¿Y qué tal está tu hermano? ¿Cómo le va en la universidad?

—Ah, pues muy bien —respondió, dando la impresión de que tenía más confianza con ella que el propio Chongyun—. Ya lo conoces, es un estudiante ejemplar.

—Pues igual que tú, cielo —lo halagó la mujer.

Respondió con un risueño «gracias» y comenzó a recoger sus cosas bajo la atenta mirada de Chongyun, que lo observaba como si estuviera pidiendo auxilio.

—Mi clase de esgrima comienza en nada —mintió Xingqiu—. Y ya no tienes dudas, ¿verdad? —añadió, por si la madre oía la conversación. Se cargó la mochila y se dirigió a la entrada de la casa—. Nos vemos mañana. ¡Hasta luego! —exclamó antes de cerrar la puerta.

Su clase de esgrima empezaba en dos horas y eso era algo que Chongyun sabía, así que ciertamente Xingqiu había salido huyendo con el rabo entre las patas como un cobarde, pero sabía que no sería capaz de mantener el tipo y mucho menos de mirar a la cara a la madre de Chongyun después de lo que acababan de hacer. Tal vez en otra ocasión, pero todavía no se veía capaz.

Chongyun salió de su cuarto y fue hasta la cocina para coger un helado. Todavía seguía algo acalorado y con su madre ahí le convenía refrescarse lo antes posible.

De regreso a su habitación, se cruzó con ella, que pareció activar los sentidos de madre en el mejor momento, señalando con el ceño fruncido el cuello de su hijo.

—¿Qué tienes ahí?

Chongyun levantó los hombros para ocultar las marcas que algunos besos de Xingqiu debieron de dejarle sobre la piel, aunque en cierto modo agradeció que su madre se fijara en eso en lugar de en el todavía perceptible bulto en sus pantalones. Se puso rojo como un tomate y sus ojos celestes contrastaron con sus mejillas coloradas.

—Picaduras —respondió rápidamente con voz de pito—. Picaduras de mosquito. Me comen vivo por la noche, ¿sabes? Deberíamos comprar repelente.

Y dejando a su madre con la boca abierta para replicar, se metió en su cuarto y cerró la puerta, con cuidado de no dar un portazo. Se echó el pelo de la frente hacia atrás con la mano, pero irremediablemente volvió a caerle sobre la cara.

En su vida había estado tan nervioso. Ni siquiera cuando Xingqiu lo agarró de la mano al salir de la casa abandonada ni cuando le robó un bocado de helado estando en el parque.

Tantos nervios requerían un helado y menos mal que había cogido uno, porque lo mejor para él iba a ser no salir de su habitación en un buen rato.

Mariposas [Chongqiu] (High School AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora